El espacio vuelve a ser cool. Como ocurriese en la década de los 60 con la carrera frenética de Estados Unidos y Rusia por llegar primero a la Luna, el espacio, representado en los últimos tiempos por los aclamados aterrizajes de Falcon9 o por sondas que viajan a lomos de cometas por el Sistema Solar, vuelve a interesar, vuelve a emocionar.
De ese sentimiento es en parte responsable un solo hombre, Elon Musk, que a través de SpaceX está haciendo realidad lo que hasta hace nada eran literalmente sueños de la ciencia ficción: cohetes reutilizables que aterrizan en una barcaza en medio del océano.
Musk utilizĂł su charla en el Congreso de Aeronáutica Internacional de este año para detallar cĂłmo son los planes de SpaceX con respecto a Marte. Fue, en palabras de un asistente “como estar en una pelĂcula de Iron Man en la que Robert Downey Jr. se sube al escenario, levanta las manos y el aire se carga de electricidad”.
El problema es que los planes de Musk se entremezcló la ciencia real, la ciencia que alguna vez llevará a la humanidad a Marte, con abundantes dosis de ingenuidad, de promesas con poco sustento y, también, de mentiras.
AsĂ se sostienen sus afirmaciones.
A Marte en 80 dĂas. O no.
“Una sonda de la NASA, de las misiones de Marte que hemos realizado hasta ahora, tardan en torno a un año en llegar” afirma Raúl Torres, fundador de PLD Space, empresa española que desarrolla motores cohete para lanzadores de satélite “Bajo esos cálculos, la idea de presentarse en Marte en tan poco tiempo no es imposible, en ciencia rara vez lo es, pero sà improbable por el momento”.
Musk proclamĂł en repetidas ocasiones que el viaje llevarĂa menos de 90 dĂas y que, en algĂşn momento, esa cifra se reducirĂa hasta los solo 30 dĂas. “Esto, como siempre, es muy matizable” amplĂa Jose Mariano LĂłpez Urdiales, CEO de Zero 2 Infinity, una empresa pionera en lanzar micro satĂ©lites al espacio. “El problema con el discurso de Musk es que, realmente, lo Ăşnico imposible aquĂ es violar las leyes de la termodinámica, el resto es posible con tiempo, aunando esfuerzos y dinero, mucho dinero”.
Urdiales pone el dedo en lo que parece ser la llaga con todo el discurso de Musk, hay partes que son realizables desde ya, como detallamos unos párrafos más abajo, y hay partes que son realizables bajo el supuesto (pero improbable caso) de que toda la comunidad internacional se ponga de acuerdo en este mismo momento para hacer avanzar los sueños del directivo de SpaceX. Musk manejó muy hábilmente ambas, dando los detalles necesarios pero siendo siempre muy cauteloso.
El plan de Musk, explicado en vĂdeo en apenas un minuto.
Dinero, dinero, mucho, mucho dinero (y más)
Haciendo gala de nuevo de esa sutil habilidad para el marketing, en varios momentos de la presentación se comparó la posibilidad de comprar un billete a Marte con la de comprar una casa, de $100.000 a $200.000: “¡Cerca del precio medio de una casa en los Estados Unidos!” proclamó Musk.
Pero el dinero no compra la felicidad, y los sueños de ir a Marte, por el momento, parece que tampoco. Raúl Torres es cauto: “No lo sé, si soy sincero, se advirtió en todo momento que los costes para una operación de este calibre son descomunales. Supongo que con todo el dinero del mundo algo asà es posible, pero dudo que sea lo único que haga falta”.
Es un matiz interesante. No sĂłlo el dinero en sĂ no es el Ăşnico requisito, pues hace falta superar toda una serie de desafĂos tĂ©cnicos y de infraestructura, sino que el problema con la factibilidad del proyecto tiene un rango mucho más amplio, uno que abarca la polĂtica, el estado de la ciencia espacial internacional y otros factores diversos.
“En muchos aspectos, los problemas a los que se enfrenta Musk son problemas de actitud” dice LĂłpez Urdiales “La tecnologĂa espacial lleva muchos años viviendo de las rentas, de la era dorada de la exploraciĂłn en la Ăşltima mitad del siglo XX. Hace tiempo que no se investiga ni en materiales, ni en sensores etc., como se hacĂa antes. No es sĂłlo el dinero, es que harĂa falta un consenso muchĂsimo mayor entre NASA, agencias internacionales y gobiernos, para que todo esto se desarrollase dentro de los plazos de Musk. Pero posible es”.
De nuevo: no es que los planes de Musk sean irrealizables, es que se supeditan a una serie de condiciones (cooperación internacional, presencia de fondos) que directamente no están bajo su control. Ni lo van a estar, no totalmente, de hecho serán uno de los retos que SpaceX tendrá que resolver.
A vueltas con el metano
Otra de las ideas de Musk para el viaje a Marte es utilizar metano como combustible. No es la Ăşnica idea interesante en los planteamientos de SpaceX: la fibra de carbono para el tanque de combustible, la autopresurizaciĂłn de los tanques con el calor generado o los motores en clĂşster son “decisiones que yo habrĂa tomado de la misma manera”, segĂşn varios expertos en aeronáutica espacial consultados por Gizmodo en Español.
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Con el metano, eso sĂ, hay varios problemas que no derivan de su elecciĂłn sino del uso que se quiere hacer de Ă©l. Musk coqueteĂł con la idea de “cosechar” el metano en Marte y utilizarlo para reabastecer el cohete en su viaje de vuelta.
A ese respecto existen varias posibilidades. Por un lado, para tener toda la infraestructura allĂ harĂa falta enviar varias sondas con suministros antes capaces de desplegarse y comenzar a recuperar el metano.
La tecnologĂa, en sĂ, no es nada del otro mundo “es tecnologĂa del siglo XIX” apunta LĂłpez Urdiales, pero los pormenores son espinosos. Ni siquiera los intentos similares que hemos realizado en la Luna, muy limitados, han tenido Ă©xito. Resulta complicado pensar que Musk va a ser capaz de conseguirlo a la primera, en Marte, y con unas fechas de ejecuciĂłn tan cercanas.
En teorĂa Musk quiere conseguir ese metano con paneles solares desplegados en Marte. Posible, una vez más, pero complejo. La tecnologĂa solar todavĂa tiene una efectividad limitada y el proceso acabarĂa siendo muy, muy lento. Lo posible versus lo práctico se enredan de nuevo en el discurso de Musk sin que Ă©l haga mucho esfuerzo por querer desenmarañarlo.
“Tan pronto como en 2023”,“LlegarĂamos más allá de Marte”
Otras frases de Musk directamente entran en el territorio de la patraña. AfirmĂł que los viajes a Marte con humanos podrĂan comenzar, si todo saliese bien, a partir de 2023. Siendo optimistas, y cogiendo otro rango de fechas que Musk añadiĂł más tarde, podrĂa haber humanos en Marte “en una dĂ©cada” (2027). Cuesta obviar el detalle de que SpaceX todavĂa no ha puesto ni siquiera una sonda en Marte. Por no poner, no ha puesto todavĂa ningĂşn astronauta en Ăłrbita en sus cápsulas Dragon y hace menos de un mes su cohete explotĂł en la plataforma de lanzamiento llevándose 95 millones de satĂ©lite de Facebook por delante.
La idea de ir “más allá de Marte, siempre que haya el combustible necesario” se sostiene todavĂa menos. Musk rebautizĂł el Mars Colonial Transporter, nombre por el que se conocĂa hasta hace unas semanas el proyecto a Interplanetary Transport System, para dar a entender que Marte podrĂa ser no la frontera, sino la primera parada de un viaje por todo el Sistema Solar.
El problema de la radiaciĂłn
Pera moverse por todo el Sistema Solar implica solucionar un problema que lleva años despertando debates en la comunidad cientĂfica: la radiaciĂłn. El espacio, en apariencia vacĂo, inmaculado y puro, está repleto en realidad de todo tipo de partĂculas. Las más peligrosas son las que tienen la energĂa suficiente como para realizar cambios ionizantes en el ADN de las cĂ©lulas. Esos cambios, con el tiempo y segĂşn la radiaciĂłn, acaban dando lugar a cáncer.
Todos los astronautas en el espacio han sido expuestos a esta radiaciĂłn, incluso los que permanecen en la EstaciĂłn Espacial Internacional (estos en menor medida). Estamos todavĂa muy lejos de conocer hasta quĂ© punto afectan al cuerpo humano, pero sabemos que en esos astronautas los daños no son significativos porque no están en el espacio el tiempo suficiente.
La problemática es similar al cáncer de piel que originan muchas personas tras la exposiciĂłn prolongada al Sol a lo largo de dĂ©cadas, aunque en ese caso los responsables son los rayos ultravioletas. En un viaje a Marte, los implicados serĂan los Galactic Cosmic Rays, rayos cĂłsmicos, originados en buena medida hace millones de años por explosiones de supernovas o en el disco de acreciĂłn de un agujero negro y cuyas energĂas, aunque variables, son entre 10 y 20 veces más que la de un protĂłn emitido por el Sol.
En la Tierra, estamos naturalmente protegidos por por los campos magnĂ©ticos del planeta pero en el espacio, en un viaje a Marte concretamente, todavĂa estamos lejos de conocer las implicaciones reales y mucho menos su peligrosidad. “El problema con la radiaciĂłn” indica LĂłpez Urdiales “es que la intenciĂłn durante todos estos años ha sido examinarla sobre todo desde un punto de vista fisiolĂłgico, sus implicaciones, sus efectos, pero no de buscar una soluciĂłn definitiva. Y yo creo que es posible. Hace falta, eso sĂ, tiempo, dinero y esfuerzo”
El diablo está en los detalles
Hay más de un indicador que apunta a que toda la charla de Musk fue, en realidad, una idea general cargada de wishful thinking sobre como proceder en tĂ©rminos generales pero sin garantĂas concretas. Un plan, simplemente, pendiente de ser pulido, adecuado y aterrizado. Un plan al que le faltan los detalles.
Musk asegurĂł que las misiones Red Dragon siguen con su calendario previsto para 2018. Las Red Dragon llegarán a Marte con una carga de entre 2 y 3 toneladas por nave. De ahĂ, SpaceX obtendrá mucha informaciĂłn necesaria para cumplir con Ă©xito no solo futuras expediciones al planeta rojo, sino tambiĂ©n con respecto a la viabilidad de poner a un ser humano en su superficie. “Los escudos tĂ©rmicos necesarios para Marte tienen que ser infinitamente más resistentes que los que hacen falta para re entrar en la atmĂłsfera terrestre. Y SpaceX no tiene experiencia con ellos aĂşn” dice RaĂşl Torres.
Por otro lado, el Saturno V, el cohete de la NASA que ostenta el rĂ©cord de más grande construido hasta la fecha, estuvo plagado de retos, problemas y retrasos durante su desarrollo. Cuesta creer que el ITS, gigantesco en comparaciĂłn, no requiera más de un prototipo para ser probado, evaluado y ajustado. Musk no entrĂł a evaluar esos pormenores, que son crĂticos.
“Esto, en el fondo, no es más que una idea general. Y asĂ debe tomarse. Jeff Bezos con Blue Origin no apuesta tanto por ir a Marte, por ejemplo, y si por establecer colonias gigantescas en el espacio. AquĂ hacen falta acuerdos, orientaciĂłn y esfuerzos conjuntos. Mientras eso no estĂ© ahĂ, el plan de Musk (con dinero) es tan viable como cualquier otro. Y tan inviable a la vez” dice Urdiales.
Lo que Musk ha hecho muy bien
En 1952 se publicaban la revista Collier’s una serie de artĂculos con el tĂtulo “Man Will Conquer Space Soon!” que detallaban los planes de Wernher Von Braum acerca de las misiones espaciales para establecer colonias en el Espacio, llegar a la Luna y recorrer el Sistema Solar. Eran artĂculos llenos de posibilidades y con más ficciĂłn que ciencia, pero apasionaban, consiguieron que una futura generaciĂłn de ingenieros comenzase a soñar. Eran emocionantes.
Es más, supusieron una pequeña mecha, una ayuda a la locura que acabĂł siendo la carrera espacial entre Estados Unidos y la UniĂłn SoviĂ©tica en los años 1957 y 1975. Buena parte de la ciencia-ficciĂłn de la segunda mitad del siglo XX se nutre de ahĂ. A su vez, los artĂculos de Collier nacieron de otras obras inmortales como el Objetivo: La Luna de TintĂn.
En más de un sentido, Von Braum se parece mucho a Elon Musk. Sus planes eran relativamente vagos, poco especĂficos y a menudo más fundamentados en la esperanza que una base sĂłlida. Los de Musk pueden convertirse, tambiĂ©n, en el inicio de algo mucho más grande.
“Tengo una abuela con 103 años” dice a Gizmodo Bobby Braun, profesor de tecnologĂa espacial en el Instituto de TecnologĂa de Georgia, Estados Unidos “Cuando ella naciĂł, los aviones de los hermanos Wright comenzaban a volar, y los coches reciĂ©n llegaban al mercado. En un marco de 100 años, mi abuela ha visto cambios que como mĂnimo son igual de grandes que los de Elon Musk”.
Soñar fue en parte lo que llevĂł al hombre al espacio, y aunque no sea suficiente, porque los sueños nunca sustituyen a la ciencia, su importancia no puede obviarse. Los planes de Elon Musk tienen mucho de ensoñaciĂłn, no cabe duda, pero con tiempo, dinero y el impulso adecuado puede que algĂşn dĂa pongan a la humanidad en Marte. Puede que algĂşn dĂa consigan abrir ese puesto de pizza marciano con el que Ă©l mismo bromeaba. Solo hace falta esperar.