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The Guardian plantea dos hipótesis: o Trump se ha pasado al iPhone, quizá por razones de seguridad, o ha empezado a dictarle a algún empleado sus tuits (ya que el estilo característico del empresario no se ha visto afectado). También es posible que el Servicio Secreto le hiciera entrar en razón, por fin. Al fin y al cabo, su Galaxy S3 utiliza una versión de Android vulnerable que permite hacerse con el control del terminal y acceder a su contenido.

Según un reportaje del New York Times publicado a finales de enero, Trump continuaba usando su teléfono de siempre en la Casa Blanca, el mismo con el que revisaba sus menciones de Twitter de forma compulsiva durante las entrevistas. Que el presidente de Estados Unidos tuviera un smartphone inseguro en 2017 era tan absurdo que el tema escaló hasta el Congreso, donde un miembro de la Cámara de Representantes solicitó al Comité de Supervisión una investigación sobre el asunto. Un asunto de Estado.

[The Guardian]