
Este lunes, mi hijo y yo teníamos el día libre los dos, y habíamos pensado infinidad de planes sobre cómo pasar el día juntos. Pero primero, le dije, necesitaba su ayuda para un post. “Pensé que no tenías que trabajar hoy”, preguntó con un tono ligeramente acusador. “Quiero que pruebes un laberinto láser que voy a crear usando cintas en el pasillo”, respondí. “Oh, ¡hagámoslo!”, me dijo emocionado.
Saqué la idea original de una publicación en Facebook, y que tenía todos los elementos que busco cuando trato de recrear una actividad en casa: tenía que ser una cosa rápida (me llevó 10 minutos montarlo todo), solo necesitaba materiales que ya tengo a mano (serpentinas y cinta adhesiva), y era lo suficientemente imaginativo como para que mi hijo lo pudiese ver como algo nuevo.
No seguí ningún tipo de diseño, simplemente traté de hacer un patrón con las cintas para que él tuviera que saltar sobre algunas y agacharse con otras. Dijo que era un juego “bastante fácil pero no demasiado”.

Hizo algunos movimientos la mar de ingeniosos, osea que o ya había hecho esto antes o realmente se ha parado a pensar en cómo haría si alguna vez se topase con una situación así. También probé a hacerlo yo, y el se moría de risa cada vez que uno de los láser me daba “una descarga”. Para ser justos, este recorrido fue hecho para una persona del tamaño de un niño, no de un adulto. Al final, “sacrificó” su propio brazo para levantar las cintas finales para y que yo pudiera arrastrarme hasta un lugar seguro.
(Un consejo: si dejas un poco más de espacio entre las cintas, tendrás un divertido juego de beber para adultos).

En resumen: fue un éxito total.