Vamos a ponernos en el hipotético caso de que un enorme asteroide se dirija a la Tierra y que no tengamos a Bruce Willis a mano para salvarnos. Si el asteroide llega a impactar sobre el planeta, ¿qué tipo de efectos brutales resultarían del choque? Esto es precisamente lo que han estudiado un grupo de investigadores.
Obviamente, nada bueno y eso es precisamente a lo que se han dedicado en este estudio publicado en la Geophysical Research Letters, la prestigiosa revista estadounidense de geofísica.
La idea era explorar los siete grandes efectos asociados con impactos de asteroides, es decir, el calor, las ondas de choque, los escombros, los tsunamis, las ráfagas de viento, la formación de cráteres y las sacudidas sísmicas. Todas ellas brutales, aunque unas más que otras, razón por la que pasaron a clasificarlas según su índice de mortalidad.
En líneas generales, las explosiones de viento y las ondas de choque fueron las más devastadoras en cuanto a número de víctimas. En escenarios experimentales estos dos efectos representaron más del 60% de las vidas perdidas. En el caso de las ondas de choque estas surgen de un pico en la presión atmosférica y pueden romper nuestros órganos internos, mientras que las explosiones de viento llevan suficiente energía como para lanzar brutalmente nuestros cuerpos humanos o aplanar los bosques. Un escenario ciertamente apocalíptico. Según explica Clemens Rumpf, principal autor del estudio:
Este es el primer estudio que analiza los siete efectos de impacto generados por asteroides peligrosos y estimaciones que son, en términos de pérdida humana, más graves. Nuestros hallazgos podrían ayudar a los grupos de mitigación de riesgos a prepararse mejor para las amenazas de asteroides porque detalla los efectos de impacto más dominantes donde los recursos deben ser asignados.
Lo cierto es que aunque el trabajo no deja de ser de gran ayuda para ese “posible” escenario, las estimaciones del trabajo indican que el impacto de un asteroide de unos 60 metros de ancho sobre la Tierra ocurre aproximadamente una vez cada 1.500 años. Si hablamos de uno de 400 metros de diámetro entonces las estimaciones se disparan a un impacto cada 100.000 años.
Modelando un escenario apocalíptico
Para su estudio tomaron modelos del globo terráqueo con 50 mil asteroides artificiales que oscilaban entre 15 y 400 metros de diámetro (basados a su vez en el rango de asteroides históricos conocidos alrededor de nuestra órbita). Entonces calcularon cuántas vidas se perderían para cada uno de los siete efectos mencionados.
Los impactos terrestres fueron, en promedio, un orden de magnitud más peligroso que los asteroides que desembarcaron en los océanos. De hecho y como explican, los grandes asteroides que impactaban en el mar podrían generar suficiente energía como para desencadenar un tsunami, pero la energía de la ola probablemente se disiparía a medida que viajaba y eventualmente se rompía cuando se encontraba con una plataforma continental.
Es más, según sus estimaciones, incluso si un tsunami llegara a las zonas costeras habitadas, moriría menos gente que si el mismo asteroide golpeara tierra. Según el estudio los tsunamis representaron el 20% de las vidas perdidas.
Más datos. El calor generado por un asteroide representó casi el 30% de las vidas perdidas. En este caso se advertía que las poblaciones afectadas podrían evitar el daño al esconderse en los sótanos y otras estructuras subterráneas. Por su parte, las sacudidas sísmicas fueron el efecto “menos preocupante”, ya que representaba tan sólo el 0,17% de la pérdida de vidas. Lo mismo ocurría con los cráteres y los desechos y escombros transportados, mucho menos preocupantes que el resto con menos de un 1% de pérdidas.
Por último, el estudio indica que sólo los asteroides que abarcaban al menos 18 metros de diámetro eran letales. La mayoría de asteroides en el extremo inferior de este espectro se desintegraban en la atmósfera terrestre antes de llegar a la superficie del planeta, por contra, estos atacan más frecuentemente que los asteroides más grandes y generan suficiente calor y energía explosiva como para causar daño.
Aunque la información suena ciertamente aterradora, Rumpf y sus colegas indican que conocer los porcentajes de impacto nos puede ayudar a planificar una posible evacuación y estrategias de emergencia. [Geophysical Research Letter vía ScienceDaily]