Estar a la altura de un juego y, sobre todo, de una historia como la de The Last of Us no es algo fácil, y esa es justo la tarea que tiene su secuela. Sin embargo, The Last of Us Part II hace más que simplemente seguir los pasos del primero, más que ser solo una continuación de la trama. El nuevo juego cuenta con una historia brutal, oscura y desgarradora que nos recuerda que los personajes pueden estar tan rotos como el mundo en el que habitan.
Esta es una reseña completamente libre de spoilers de The Last of Us Part II.
Es difícil hablar de The Last of Us Part II sin mencionar su trama, después de todo, lo que ha vuelto a hacer Naughty Dog es un título que no debería simplemente ser calificado de “videojuego”, sino mas bien de una experiencia narrativa. Sí, tiene jugabilidad, y de hecho, su jugabilidad es ridículamente buena y placentera (aunque suene extraño decirlo cuando hablamos de matar enemigos, tanto personas sanas como infectados), pero es la narrativa, la trama y el desarrollo de la historia lo que ha hecho a esta saga lo importante que es. Al igual que en el primer juego, son los personajes lo que más importan, y cómo logran subsistir en el mundo en el que les ha tocado vivir.
Es por esto que la mejor forma de explicar lo que es The Last of Us Part II, sin hablar de detalles de su historia, es mencionar lo que te hace sentir al jugar y la conexión que logras con sus personajes. Esta vez, el juego está centrado en Ellie más que en nadie, y cómo ha cambiado su vida, para bien o para mal, en los casi cinco años que han pasado desde el final del primer juego.
Más que una continuación, la historia en Part II es un vistazo al lado más personal y oscuro de este mundo y sus personajes

Dado que es una historia que se conecta con el primer juego, es absolutamente recomendable jugar por completo a The Last of Us antes de empezar Part II, algo que quizás suene obvio pero es necesario dejarlo claro. Es necesario conocer la relación que se creó entre Joel y Ellie en su primer viaje juntos, porque ahí se encuentra la columna vertebral de la trama del segundo juego. Las cosas han cambiado, tanto para Joel como para Ellie, y ambos personajes han crecido y madurado en su propio estilo, pero ese final desgarrador y moralmente cuestionable del primer juego tendrá consecuencias en la vida de ambos y de los que lo rodean.
El mundo de The Last of Us no es para nada feliz, pero hay quienes suelen encontrar cierta paz entre los límites de su entorno. Crean una especie de zona de confort basada en la supervivencia, el compañerismo y, con algo de suerte, del amor. Pero a lo largo de la campaña de The Last of Us Part II presenciaremos varios momentos en los que algo se rompe en la vida de los personajes, sean quienes sean, un evento que lo cambia todo en distintos momentos de su vida, y a partir de entonces nada será igual. A partir de entonces tendrán, en su interior, un deseo egoísta de reparar lo que se rompió cueste lo que cueste, de llenar ese hueco y de satisfacer esa necesidad. En algunos casos, será imposible, pero no por eso dejarán de intentarlo.
Y el juego, poco a poco, nos invita a empatizar con estos personajes, o al menos a comprenderlos. Esto es lo que sucede cuando presenciamos y experimentamos casi en primera persona el viaje de Ellie. Nos ponemos en sus zapatos, sentimos que poco a poco aquella niña que nos acompañó en el primer juego ha crecido y ha cambiado, de una forma que incluso le sorprende a ella misma. The Last of Us Part II está lleno de violencia, mucha violencia, asesinatos uno tras otro, ni siquiera los perros están a salvo, porque no hay precio que no se deba pagar para lograr tu misión.

Eso es lo que siente Ellie y eso es lo que te hace sentir a ti. A veces te asquea tanta violencia, y el hecho de que las animaciones de los personajes estén tan bien logradas y detalladas no ayuda. Escuchas como ese enemigo se ahoga en su propia sangre después de apuñalarlo en el cuello, ese enemigo que jamás habías visto en tu vida, pero que un par de minutos antes habías escuchado que otra persona lo llamó por su nombre, “Peter”, o “Marie”, o algo similar, y le preguntó acerca de su familia, con lo que Naughty Dog quiere decirte: recuerda, esa es una persona de este mundo la que acabas de matar.
Pero a Ellie no le importa, y si a ella no le importa nada mientras pueda lograr su objetivo, ¿por qué debería importarnos a nosotros, los jugadores? Porque somos humanos. Y sí, es cierto que hemos matado a miles de seres ficticios en incontables juegos durante nuestras vidas, pero claramente se siente como que Naughty Dog quiere que te lo cuestiones, y sobre todo, que te des cuenta de una verdad absoluta y evidente: por si no lo habías notado, aquí no hay buenos ni malos. De hecho, sencillamente no hay héroes. Solo hay violencia, supervivencia y egoísmo.
The Last of Us Part II está lleno de personajes interesantes, diversos e increíblemente bien escritos y actuados. Desde Ellie y Joel, de nuevo interpretados por los geniales Ashley Johnson y Troy Baker, hasta Dina, Jesse y tantos otros que iremos conociendo a lo largo de la campaña. Todos tienen su propia historia, todos tienen su propio trauma, su propio dolor y su propio escape hacia la felicidad, o al menos lo intentan.

El mundo de The Last of Us Part II también está lleno de historias y detalles. Cada una de las habitaciones en las que entramos se sienten como si tuvieran un pasado real. Una guitarra en el suelo, un calendario con la fecha del aniversario de bodas marcado, un juguete roto o una hoja de diario que quedó allí, sobre una mesa. Estos detalles nutren por completo al juego y creo que desde hace mucho tiempo no me dedicaba detenidamente a leer todos los documentos, hojas, cartas y demás que encontré a lo largo de la campaña. Quería saber más historias de este mundo, quería conocer más a los que sufrieron el destino horrible de vivir aquí. Y me dolía leer acerca de la muerte de sus seres queridos, acerca del desespero y la desolación que muchos confesaron sentir en sus últimas palabras escritas.
Y es por esto que no tengo dudas que Naughty Dog no quiso hacer simplemente una “secuela” con The Last of Us Part II, una simple continuación de la historia, un nuevo problema al que se enfrentaría Ellie y los otros personajes. No. Lo que me hizo sentir este juego en las 28 horas que me tomó completar su historia fue un vistazo al interior de sus personajes, a su corazón, al lado mas íntimo y personal de este mundo horrible en el que se desarrolla. Y ahí es donde más destaca su narrativa, donde más brilla.
Sin embargo, por más interesante y satisfactoria que sea su historia, porque lo es, no podría dejar de lado lo fascinante que es como juego.
Una jugabilidad que es la evolución directa del primero

Da igual si la historia es la joya de la corona, en The Last of Us Part II la jugabilidad también importa muchísimo. Comenzando por el mundo en el que se desarrolla, Naughty Dog ha creado una serie de escenarios enormes, un mapa rico en detalle y lleno de lugares para explorar. No, no se trata de un juego de mundo abierto, su desarrollo todavía sigue siendo en cierto modo lineal, pero mientras que el primer juego se podía sentir como si avanzabas en una especie de corredizo, aquí lo haces en una autopista completa, por así decirlo.
Y como mencioné algunas líneas atrás, cada uno de los rincones de los escenarios está lleno de detalles, fotos, pistas para resolver puzzles (como las bóvedas, que podrás siempre descubrir la contraseña en algún documento o detalle a tu alrededor) y objetos para que se sienta como que ahí hubo vida. Y en algunos casos, la ha vuelto a haber. Y es que en The Last of Us Part II los enemigos, de nuevo, no son solo los seres infectados, sino que también hay bandos de humanos sanos que se han convertido en sectas o facciones militarizadas que se pondrán en tu camino ante tu misión. Estas facciones han vuelto a transformar los escenarios que el apocalipsis ya había devastado, por lo que le dan un aspecto aún más rico, variado y en algunos casos perturbador.
Ellie cuenta con un variado arsenal de armas y objetos para sobrevivir, los cuales podrás ir mejorando y modificando a medida que encuentras piezas y más recursos en el mundo del juego. Puedes usar una escopeta para atacar y hacer mucho daño a tus enemigos, aunque esto traerá toda la atención a ti. Por otro lado, puedes usar el arco y flecha o aprender a fabricar silenciadores de pistola para enfrentarte a grupos de enemigos de forma sigilosa. Todo esto te servirá para arrastrarte entre el césped y llegarle por detrás a cada enemigo que puedas, intentando ahorrar todas las balas y los recursos limitados mientras sobrevives y avanzas en tu viaje.


En cuanto a los infectados, los clickers, los corredores y otros regresan del primer juego, pero también hay un nuevo tipo de enemigo extremadamente asqueroso que expulsa gases tóxicos y esporas de su cuerpo, y que es más complicado de derrotar que la media. Un consejo: el fuego es tu amigo.
Sin embargo, tengo un problema con el juego, y tiene que ver con su ritmo. Como mencioné anteriormente, tardé poco más de 28 horas en completar la campaña, detallando cada rincón y leyendo cada nota o carta que encontraba, pero aún así siento que el juego se me hizo un poco largo, algo que normalmente no me quejaría, pero si lo hago es porque siento que hay un problema de ritmo. Algunos encuentros con enemigos, algunas zonas que el juego me hizo “limpiar” o atravesar y estaban llenas de personas o infectados que querían matarme, se sintieron forzadas. Como que estaban ahí para hacerte tardar más en llegar a donde ibas, y ese problema de ritmo está presente, sobre todo, en la mitad del juego.

The Last of Us Part II, como buena historia cinemática, utiliza los cliffhangers para dar más emoción a la historia, para dejarte con la ansiedad de qué pasará, de saber más. Y eso está bien, pero también puede ser un problema el frenar el flujo de la historia en algunos momentos, sobre todo cuando llevas horas viajando del punto “A” al punto “B” y todavía tienes que esperar más, ya sea porque se atravesó otro grupo de enemigos o porque sencillamente eso que buscabas ya no está ahí, sino en otro sitio.
No obstante, irónicamente es después de un cliffhanger que justamente el juego y su historia vuelven a tomar un ritmo muy interesante, porque se dedican a explicar, o mejor dicho, a hacerte sentir por qué están ocurriendo las cosas que están ocurriendo. Es difícil de explicar en palabras, pero es una sensación que me pareció gratificante y que le dio aún más sentido a la trama. Esta clase de decisiones narrativas es lo que hacen a Naughty Dog lo que es.
Aunque tenga un problema de ritmo, el juego pareciera saber que está abusando un poco de extender ese paso en tu viaje y te regala alguna escena cinemática o alguna conversación reveladora o simplemente interesante para encender de nuevo la llama de tu curiosidad, esa curiosidad que te hace querer saber qué es lo que va a pasar.
La secuela que esperábamos

The Last of Us Part II no es perfecto, pero no por ello deja de ser una obra maestra. Su narrativa, su jugabilidad y su mundo están tan bien logrados que merece ser considerado uno de los mejores juegos de esta generación que ya va de salida. Es distinto a lo que imaginé que sería antes de comenzar a jugarlo, porque esperaba otro tipo de historia, pero el hecho de que la hayan hecho más personal y que hayan explorado aspectos que jamás habíamos conocido de estos personajes , hizo que me dejara satisfecho. Es una montaña rusa de emociones y un juego moralmente gris, o mejor dicho, un juego oscuro, violento y en cierto modo macabro, pero... ¿acaso esperábamos que todo fuera felicidad en un mundo así?
No, el mundo de The Last of Us rompe a las personas, y ponerse en los zapatos de alguien así de dañado es una experiencia que en momentos es muy dura, por lo que aprovechas al máximo los pocos momentos de luz y sonrisas que te dan, así sean, en cierto modo, una ilusión, una brisa pasajera. Todo esto forma parte de la satisfacción y las distintas emociones de acompañar a estos seres perturbados y rotos en su viaje.