
La gente cambia de tele cada diez años. Imagina que el año que viene te toca a ti. ¿Comprarías un televisor 4K, que se ha convertido en el nuevo estándar de la industria, o invertirías en un televisor 8K para anticiparte al contenido del futuro? Hemos preguntado a fabricantes, productoras y analistas, y las respuestas no pueden ser más dispares.
Los profesionales de la industria de la ultra alta definición se han reunido por quinta vez en el 4K Summit de Málaga. El año pasado, Samsung eligió este evento para presentar su serie de televisores QLED 8K. La compañía vendió dos millones de televisores QLED en la primera mitad de 2019 y sostiene que el 8K va a experimentar una “verdadera explosión” en 2020, pero los analistas lo ponen en duda. Los consumidores, dicen, “no terminan de entender qué aporta esta tecnología”, y las productoras no parecen dispuestas a ayudar.
Los televisores 8K son caros y requieren un enorme ancho de banda para transmitir contenido de esa resolución (o un potente procesador interno para escalar el contenido de una calidad inferior). Para colmo, han llegado al mercado cuando el 4K apenas se ha impuesto sobre los televisores 1080p. Prácticamente nadie está produciendo contenido en 8K.
El mundo se acaba de pasar al 4K
“2019 es el año en el que el 4K ha alcanzado su madurez”, dice Thierry Fautier, presidente del UHD Forum. Su organización, que trabaja con miembros de la industria para facilitar el despliegue de la ultra alta definición, está “100% centrada en el 4K” y sigue de cerca, pero con escepticismo, la evolución del 8K.
Este año se vendieron por primera vez más televisores 4K que 1080p a nivel global, especialmente en China y Estados Unidos, donde los clientes prefieren televisores grandes como símbolo de estatus social. La base de instalaciones tardará un poco más en superar el 50% de los hogares, pero las previsiones son buenas. Según la última proyección de IHS Markit, el 42% de los hogares chinos, el 64% de los hogares norteamericanos, el 32% de los hogares japoneses y el 46% de los hogares de Europa occidental tendrán un televisor 4K en 2023.
El caso de Japón es curioso porque es uno de los países que más está apostando por los servicios en ultra alta definición; especialmente ahora, a las puertas de los Juegos Olímpicos de Tokio. Sin embargo, los japoneses siguen prefiriendo tamaños de pantalla más pequeños, para los que el 4K no siempre está disponible (y mucho menos el 8K).
Una cuestión de tamaño y distancia
Las teles son cada vez más grandes. En torno a una pulgada más grandes por año, según Samsung. Este crecimiento debería favorecer la implantación de resoluciones más altas. En Europa, por ejemplo, las ventas de televisores UHD se aceleraron cuando el 4K llegó a las 55 pulgadas. Y los consumidores todavía tienen espacio entre la tele y el sofá para disfrutar de teles más grandes.
“El espacio mínimo para disfrutar de un televisor de 75 pulgadas es de 1,8 metros”, dice Nacho Monge, director de marketing de audio y vídeo de Samsung España. “Sin embargo, el televisor que está más implantado en los hogares españoles es el de 49 pulgadas. El consumidor nos demanda cada vez más televisores de mayor tamaño”.
El 8K soluciona el problema de la resolución en diagonales muy grandes, pero la limitación, llegados a cierto punto, no será tanto de tamaño como de lo que el ojo humano sea capaz de percibir.
La teoría es la siguiente: cuando observas un televisor de una determinada densidad de píxeles, hay una distancia específica a la que (bajo ciertas condiciones de iluminación) un objeto en la imagen te parecerá indistinguible de un objeto del mundo real.
En un estudio de 2015, los ingenieros de la NHK, la televisión pública de Japón, determinaron que esa distancia es 1,5 veces la altura de la imagen para televisores 4K y 0,75 veces la altura de la imagen para televisores 8K. Si te sitúas más atrás, un televisor 8K debería ser indistinguible de un televisor 4K; una limitación que puede desincentivar no solo las ventas de televisores 8K, sino la producción de contenido en 8K.
“Nadie será capaz de ver la diferencia entre ambas opciones a más de un palmo de distancia”, sentencia Emili Planas, director de tecnología de la productora Mediapro. A lo que hay que añadir el factor del precio: el tamaño de pantalla sigue creciendo, pero ha ido desacelerándose en los últimos meses porque los televisores de 32 a 43 pulgadas son cada vez más baratos, lo que atrae a los consumidores que buscan la opción más asequible.
El problema del contenido
El 8K ha tenido un comienzo frío. Los primeros modelos de Sharp no se vendieron bien en China, lo que ha disuadido a otras marcas de lanzar sus propios televisores 8K. Aunque se espera que las ventas de televisores UHD se aceleren el año que viene, impulsadas sobre todo por los Juegos Olímpicos, no parece que el 8K vaya a superar el 1,4% de cuota de mercado.
El problema, según los expertos, es la escasez de contenido (por no decir la falta casi total de contenido). Hay 177 canales de televisión en 4K, sin contar con las retransmisiones deportivas temporales. En cambio, solo hay un medio que emita en 8K: la NHK de Japón. Ningún otro país (excepto, quizá, China y Corea) va a lanzar un canal 8K de aquí a 2023. Y los números son aún más humildes si cuentas la cantidad de gente capaz de acceder a ese contenido en 8K: unos 8000 hogares japoneses. “No puedes hacer negocio con 8000 televisores”, dice Thierry Fautier.
Ni siquiera los fabricantes cuentan con ello: las teles 8K fuera de Japón no tienen decodificadores 8K. Las ventas dependen más del factor moda que del contenido, según los analistas.
El panorama es distinto para el 4K, no tanto por la TDT como por el contenido en streaming. En 2017, el catálogo de Netflix tenía 201 títulos en 4K. Hoy tiene 646. Amazon Prime Video, por su parte, ha pasado de 35 a 446. Y la competencia debería hacer que el contenido 4K sea aún más accesible en los próximos meses: hasta ahora, Netflix cobraba una tarifa más cara para acceder a esa resolución, pero los nuevos actores del sector, como Disney+ y Apple TV+, están ofreciendo su contenido en 4K sin incrementar el precio.
Entonces, ¿quién está haciendo contenido 8K fuera de Japón? Samsung, por supuesto. El fabricante de televisores colaboró con Atresmedia para grabar el debate electoral de abril en 8K. Más interesante fue ver el Gran Premio de España de MotoGP en 8K, de nuevo gracias a una colaboración de Samsung con el equipo Repsol Honda. Pero estas demostraciones no son, ni de lejos, suficiente para convencer a los consumidores.
“Fabricantes y creadores de contenidos tienen que hablar más”, dice María Rúa Aguete, analista de medios, proveedores de servicios y plataformas en IHS Markit. “Soy muy optimista con respecto al 4K, pero pesimista en relación al 8K. La correlación entre hardware y contenido es cero”.
La ventaja del 8K sobre el 4K
1080p significa que una pantalla tiene dos millones de píxeles. 4K son ocho millones de píxeles. 8K tiene la friolera de 33 millones de píxeles. Las desventajas de una resolución tan alta las hemos mencionado antes: hace falta un procesador más potente para codificar y decodificar el vídeo, y un ancho de banda más grande para transmitirlo por internet. YouTube recomienda una conexión de 25 Mbps para reproducir contenido 4K y una velocidad de descarga mínima de 50 Mbps para reproducir contenido 8K. Básicamente, hace falta una conexión de fibra óptica para ver cosas en 8K sin fricciones.
Los deportes se consideran el principal impulsor del 8K. El nivel de detalle que ofrece una emisión en 8K es la diferencia entre saber si han marcado gol o si la pelota ha caído en la red por fuera de la portería.
Pero el 8K también tiene una ventaja casi desconocida para contenidos cinematográficos, especialmente en escenas donde deberíamos ver un degradado de color, como amaneceres, puestas de sol, explosiones, destellos y áreas donde la luz proyecta una sombra. En un televisor convencional, los saltos de color forman bandas de píxeles que arruinan el degradado. En una tele 8K, la enorme densidad de píxeles disimula el cambio de luz entre un píxel y el siguiente.
El HDR soluciona parte de este problema, pero una resolución más alta hace que la imagen se vea más realista, lo que puede ser una ventaja o una desventaja, dependiendo de a quién le preguntes. En cualquier caso, la industria del cine no parece dispuesta rodar en 8K aún. Apenas el 22% de las salas de cine son 4K, por lo que aún queda un largo camino por recorrer.
Cuándo daremos el salto a 8K
Los televisores 8K están bajando de precio, pero ni las productoras de contenidos ni los consumidores muestran signos de interés. IHS Markit cree que el 8K no despegará en al menos cuatro años. Los fabricantes, por su parte, confían en que la industria dé el salto de aquí a dos años.
“Cada vez que hemos lanzado una nueva definición, hemos sido capaces de batir los pronósticos de los analistas”, dice Nacho Monge, de Samsung. “Somos bastante optimistas con el 8K, como fuimos optimistas con el 4K. Por dos razones fundamentales. La adopción de contenidos va a ir por delante porque la industria necesita contenidos de mayor calidad para poder cobrar más o mantener el precio. Y la industria de los televisores es agresiva con los precios”.
Samsung ha pasado de vender un único televisor 8K de 15.000 euros a ofrecer una gama completa de televisores 8K desde las 55 hasta las 85 pulgadas a partir de 3000 euros. Los compradores de este tipo de televisores prémium no pueden ver contenido nativo en 8K más allá de lo que encuentren en YouTube y Vimeo, pero pueden escalar los contenidos 4K hasta los 8K gracias a un procesador neuronal y un algoritmo de aprendizaje automático. No es un truco infalible, pero según la compañía logra una precisión del 95% de los píxeles.
Hay dos argumentos más a favor de la implantación del 8K en el futuro próximo. Uno es el papel de las operadoras y otro, el papel de los videojuegos. Las operadoras querrán impulsar la adopción de redes 5G en los próximos años. Aunque no parezcan relacionados, existe una correlación entre el 8K y el 5G: vídeos de mayor tamaño requerirán conexiones de mayor velocidad. En cuanto a los juegos, la nueva generación de consolas y, sobre todo, las nuevas plataformas de cloud gaming podrían darle un impulso al 8K.
Más complicado va a ser convencer a Netflix y compañía. Samsung está impulsando el códec AV1 como estándar para la transmisión de vídeo 8K (hace falta un códec estándar para reducir el tamaño de los vídeos 8K y que diferentes dispositivos puedan reproducirlos), pero el software es lo de menos.
“No puedes convencer a Netflix de pasarse al 8K porque eso cuesta dinero”, argumenta Thierry Fautier, del UHD Forum. “En algún momento lo estará, pero la tecnología aún no está en ese punto. Hoy en día, el 4K es el punto dulce”.
Por ahora, la supuesta gallina de los huevos de oro para los vendedores de televisores 8K son los Juegos Olímpicos de Tokio. Y no es una gallina que vaya a poner muchos huevos, si preguntas a los analistas.