Imagen: NASA

Donald Trump se convertirĂĄ esta semana en el 45Âș presidente de Estados Unidos. Un presidente que ha afirmado mĂĄs de cincuenta veces en Twitter que el cambio climĂĄtico es un montaje plantea una amenaza Ășnica para los esfuerzos mundiales por frenar el calentamiento global y el uso de combustibles fĂłsiles.

Contra el Acuerdo de París, aunque esté en vigor

Lo primero que puede salir mal en la era de Trump es el Acuerdo de ParĂ­s. El tratado global contra el cambio climĂĄtico entrĂł en vigor antes de las elecciones presidenciales, asĂ­ que Trump necesitarĂ­a cuatro años para conseguir sacar a Estados Unidos de Ă©l. Pero no tendrĂ­a ni que mancharse las manos. Obama ratificĂł el Acuerdo de ParĂ­s sin consultar al Senado (la cĂĄmara alta estĂĄ controlada por el Partido Republicano y habrĂ­a necesitado la aprobaciĂłn de dos terceras partes para sacarlo adelante). Como nuevo presidente, Trump solo tendrĂ­a que presentar —ahora sí— el tratado al Senado, y esperar a que los propios congresistas lo manden al garete.

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El propio Trump dijo estar estudiando la opción de salirse del tratado el pasado mes de diciembre. “No quiero que el acuerdo nos ponga en desventaja competitiva con otros países, y como sabes hay diferentes tiempos y diferentes plazos en ese acuerdo”, explicó a Fox News. “No quiero dar a China ni a otros países un acuerdo por encima de nosotros”. Semanas antes, una persona de su equipo de transición aseguró que escapar del Acuerdo de París era una prioridad a corto plazo para el presidente electo. “Fue imprudente que el Acuerdo de París entrara en vigor antes de las elecciones”, comentó esa persona a Reuters desde el anonimato.

En peligro todo lo regulado por Obama

Mås allå de estar o no estar, la administración Trump, con el apoyo de un Congreso controlado por los republicanos, podría sencillamente ignorar el Acuerdo de París, que ya de por sí es bastante débil. Para empezar, Trump podría eliminar el Plan de Energía Limpia de Obama. Esta ley obliga a reducir la contaminación de carbono de las centrales eléctricas para conseguir una caída del 25% de las emisiones de efecto invernadero de cara a 2030. Trump quiere revocar el Plan de Energía Limpia, pero al tratarse de una ley ya aprobada tendrå que aportar ante el Tribunal Supremo razones racionales para deshacerla, razones que inevitablemente serån litigadas.

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Por otro lado, el presidente electo promete impulsar la producciĂłn estadounidense de carbĂłn, gas natural y petrĂłleo. Ya vimos que Obama aprovechĂł una ley de hace 63 años para prohibirle la explotaciĂłn petrolera del ocĂ©ano Ártico, pero Trump aĂșn puede revertir otras regulaciones que protegen el medio ambiente. Por ejemplo, pretende resucitar el proyecto de la tuberĂ­a Keystone XL, un oleoducto que iba a unir la regiĂłn canadiense de Alberta con el estado estadounidense de Nebraska y cuya construcciĂłn fue rechazada por Obama por sus altos riesgos ambientales.

Un mal ejemplo para el resto del mundo

Trump es tambiĂ©n partidario de eliminar la Agencia de ProtecciĂłn del Medio Ambiente (EPA), cuyas regulaciones considera “una desgracia”. “Cada semana salen con nuevas regulaciones, hacen que sea imposible”, comentĂł cuando era solo un candidato republicano. Al ser cuestionado sobre quiĂ©n vigilarĂ­a entonces el medio ambiente, simplemente contestĂł: “estaremos bien”.

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Estas acciones podrĂ­an tener un efecto mariposa catastrĂłfico para el resto del mundo. PaĂ­ses como la India, uno de los que mĂĄs necesita reducir sus emisiones de carbono, podrĂ­an reducir sus ambiciones o directamente abandonar el Acuerdo de ParĂ­s. Por eso mĂĄs de 800 cientĂ­ficos firmaron una carta en diciembre urgiendo al presidente electo a reducir la dependencia de Estados Unidos de los combustibles fĂłsiles, respetar los parĂĄmetros del Acuerdo ClimĂĄtico de ParĂ­s y “reconocer pĂșblicamente que el cambio climĂĄtico es una amenaza real, urgente y causada por el ser humano”.

Un equipo de negacionistas sin precedentes

Los negacionistas del cambio climĂĄtico son una excepciĂłn en el Congreso de los Estados Unidos. SĂ­, existe una mayorĂ­a republicana en la CĂĄmara de Representantes y el Senado, pero hasta ahora han legislado en sintonĂ­a con la Casa Blanca en materia medioambiental. Sin embargo, Donald Trump se ha rodeado de un equipo bastante inquietante en este sentido.

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Stephen K. Bannon y algunos de sus titulares. Imagen: Getty

Stephen K. Bannon, jefe de estrategia y asesor sĂ©nior del presidente electo, es el editor de Breitbart News, un medio de extrema derecha donde hemos leĂ­do titulares como “1001 razones por las que el calentamiento global estĂĄ superado”. Rex Tillerson, CEO de la petrolera ExxonMobil y prĂłximo secretario de Estado de Trump, dijo sobre el calentamiento global que “las emisiones de CO2 tienen un impacto muy difĂ­cil de predecir”. (Por su parte, ExxonMobil estĂĄ siendo investigada por la ComisiĂłn Nacional del Mercado de Valores para comprobar si lleva confundiendo a sus accionistas sobre los riesgos del cambio climĂĄtico desde 1981).

El vicepresidente electo de Trump, Mike Pence, se esforzó por bloquear la aprobación del Plan de Energía Limpia propulsado por Obama, y rechazó la ayuda ofrecida por 22 científicos que le escribieron para ponerse a sus órdenes y apoyarlo en la lucha contra los retos que representa el cambio climåtico para Indiana, de donde era gobernador. Pence apoyó también un proyecto de ley que debilitó el programa de eficiencia energética de su estado.

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Rick Perry. Imagen: Getty

Scott Pruit, propuesto por Trump para dirigir la EPA, demandĂł 14 veces a la agencia medioambiental como Fiscal General de Oklahoma. El secretario de energĂ­a propuesto por Trump, Rick Perry, dijo sobre el cambio climĂĄtico que “se habĂ­a politizado”; y añadiĂł: “creo que hay un nĂșmero sustancial de cientĂ­ficos que han manipulado datos para tener dĂłlares en sus proyectos, y creo que estamos viendo casi semanalmente o incluso a diario que los cientĂ­ficos salen a cuestionar la idea original de que el calentamiento global causado por el hombre es lo que estĂĄ haciendo que el clima cambie”.

La semana pasada, Trump se reuniĂł con un cientĂ­fico negacionista del cambio climĂĄtico que una vez dijo ante el Senado que “el CO2 no es un contaminante ni es un veneno, y no debemos corromper el idioma al privar a «contaminante» y «veneno» de su significado original”. TambiĂ©n dijo en una entrevista con la CNBC: “La demonizaciĂłn del diĂłxido de carbono es como la demonizaciĂłn de los pobres judĂ­os bajo Hitler; el diĂłxido de carbono es en realidad beneficioso para el mundo, al igual que los judĂ­os”.

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Y ante este panorama, un recordatorio

El cambio climåtico es real y sus efectos son devastadores para nuestro planeta. Estamos viviendo los años mås calurosos desde que se tienen registros. La Tierra se acerca a una temperatura media para la que no estamos preparados, los glaciares se estån derritiendo a un ritmo récord, el Ártico se estå derritiendo a un ritmo récord y la ONU nos urge a evitar una grave escasez mundial de agua en 2030. Es una cuestión urgente que el presidente de los Estados Unidos haga algo al respecto.