
A Radiohead la obligaron a nombrar a un grupo llamado The Hollies como coautores de su mítica canción Creep, la cual, aparentemente, incluía una melodía que también aparece en una de las canciones de The Hollies. En otro ejemplo, al Beatle George Harrison le declararon culpable de una infracción de derechos de autor “subconsciente” después de que el coro de su tema My Sweet Lord se considerara demasiado similar a una canción llamada The’s So Fine de The Chiffons.
Este último tipo de infracción es de las más complicadas de entender, ya que un artista puede tener que pagar un acuerdo a otro artista incluso si afirman que nunca han escuchado la canción que se les acusa de copiar.
Son solo dos ejemplos de los cientos de miles de existen en torno a la industria musical y los derechos de autor, y la duda siempre es la misma: ¿realmente copiaron o simplemente la música es ya de por sí una copia de otra copia…?
Por esta razón, al abogado, músico y programador Damien Riehl, se le ocurrió una idea después de darse cuenta de que todos los cantautores crean sobre un “campo minado melódico”, porque solo puede existir un número finito de melodías. De esta forma, con cada nueva canción que se escribe, las posibilidades de crear algo genuinamente único disminuyen, y aumenta la posibilidad de escribir una melodía que ya haya sido grabada por otra persona.
La propuesta de Riehl: ha creado un algoritmo para escribir cada melodía musical que pueda existir, y en lugar de reclamar toda la música como su propiedad personal, Riehl y otro abogado ha lanzado todo su catálogo de canciones al dominio público, con la esperanza de que esto ponga fin a las demandas por derechos de autor. Según cuenta en una charla Tedx:
Esto no sería un problema si no fuera por la naturaleza ridícula de las leyes de derechos de autor, que establecen que una pieza musical tiene derechos de autor en el momento de su grabación. Peor aún, es posible ser demandado por “infracción subconsciente”, por lo que un artista puede tener que pagar un acuerdo a otro artista incluso si afirman que nunca han escuchado la canción que se les acusa de copiar.
El algoritmo creado tenía la función de producir cada melodía de 12 notas que se haya escrito o se pueda escribir, utilizando una octava de notas musicales. Dicho algoritmo usa la misma técnica de “fuerza bruta” que usan los hackers cuando intentan robar contraseñas, generando así todas las combinaciones posibles de caracteres.
El resultado fueron un total de 68 mil millones de melodías que ahora están disponibles en allthemusic.info. Los abogados argumentan que su algoritmo “destaca cómo las melodías musicales son esencialmente solo números ordenados en un orden particular, y que dado que los números no pueden tener derechos de autor, la música tampoco debe estar limitada por las leyes de infracción”.
Según Riehl, “ninguna canción es nueva. Hemos hecho toda la música posible para que los futuros compositores puedan hacer toda su música”, zanja. [IFLScience]