
Se diría que los paleontólogos le tienen manía al pobre Tyrannosaurus rex. Primero lo cubren de plumas, después ocultan sus poderosos dientes con unos labios de aspecto bastante ridículo, y luego descubren que ni siquiera rugía sino qué más bien gorjeaba como las palomas. ¿Qué es lo siguiente? Pues que la famosa escena de la persecución en Jurassic Park tampoco es real.
En realidad no es culpa de los paleontólogos que tengamos en la cabeza una imagen del Tyrannosaurus absolutamente irreal. La culpa tampoco es estrictamente del cine. Cuando Parque Jurásico se estrenó no sabíamos muchos de estos detalles sobre la fisonomía de este espectacular depredador porque se han descubierto en los últimos años. Otros quedan bajo el amparo de eso que los directores llaman licencias artísticas.
El caso es que el descubrimiento más reciente sobre el T-Rex nos llega de un estudio publicado por un equipo de paleontólogos de la Universidad de Maryland y se mete con la capacidad de este dinosaurio para correr, y lo peor es que ni siquiera es el primero que llega a esta conclusión. Thomas Holtz, principal autor del documento, explica:
La suposición más habitual es que los animales con adaptaciones para correr como tener unas patas más largas están adaptados para una velocidad máxima más alta. Nuestro estudio muestra que correr es más que una determinada velocidad máxima. Cuando eres un animal más grande, esas adaptaciones también pueden estar pensadas para la resistencia y la eficiencia. Puede que el T-Rex fuera un maratonista en lugar de un velocista.

Holtz y sus colegas han analizado las proporciones de las extremidades, la masa corporal, la altura y la forma de caminar de más de 70 especies de terópodos, algunos tan pequeños como el Compsognathus, y otros tan gigantescos como el propio T-Rex, o el Spinoraurus. ¿El resultado? que las piernas largas eran probablemente usadas para la velocidad en los terápodos de menor tamaño. sin embargo, en las especies de más de 1.000 kilos, las piernas largas son un indicio de economía energética. El consumo energético de esos grandes dinosaurios sugiere que no utilizaban las piernas para correr, sino para caminar grandes distancias sin cansarse. Caminaban incansables durante kilómetros y kilómetros, pero probablemente nunca se molestaron en esprintar en pos de sus presas. Otro mito por el retrete.
En realidad, es una ventaja evolutiva. Los depredadores pasan la mayor parte del tiempo buscando presas, unas piernas fuertes y eficientes para caminar grandes distancias son ideales para ese trabajo, por mucho que le reste espectacularidad en nuestra cabeza. [CMNS vía IFL Science]