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Así se hizo el videoclip de OK Go: en "gravedad cero" y rodeados de cosmonautas rusos

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“¿Cómo demonios hicieron eso eso?” parece ser la reacción más común al último videoclip de OK Go. El grupo que nos conquistó con el baile de las cintas de correr lo ha vuelto a hacer, pero esta vez lo preguntamos en serio: cómo han hecho eso. Tenemos la respuesta, de parte de la codirectora del vídeo.

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Se llama Trish Sie y además de participar en la dirección del videoclip es la hermana del vocalista, Damian Kulash. Nuestros compañeros de Jalopnik contactaron con ella y consiguieron un completo relato “detrás de escena” antes de que OK Go lanzara el necesario making of. Damian y ella habían probado los vuelos parabólicos en 2012 y quedaron encantados con la experiencia.

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Un vuelo parabólico consta de tres fases: una subida muy pronunciada de 20 segundos en la que se experimenta una fuerza de 2 g, seguida de unos 20-25 segundos en caída libre que son los que consiguen el efecto de gravedad cero o microgravedad, y por último una bajada de otros 20 segundos. Entonces los pilotos necesitan unos cuatro minutos para ganar altitud y... vuelta a empezar.

Evidentemente, el vídeo de OK Go dura más que los 20-25 segundos de “gravedad cero” que proporciona un vuelo parabólico. No hay trampa ni cartón, pero tampoco es un plano secuencia como nos hacen creer sino que está editado para que lo parezca. Eso sí, hacen falta muchos intentos y mucha paciencia:

Trabajar en este tipo de entorno —con menos de medio minuto de ingravidez— plantea desafíos obvios para la coreografía, especialmente para el estilo fluido y de una sola toma por el que OK Go es conocido. También frustra nuestra filosofía de practicar, practicar, practicar y practicar un poco más hasta que la pieza está perfectamente afinada. No hay manera de hacer esto en gravedad cero.

El grupo contó con un avión de Roscosmos, la agencia espacial rusa, con el que pudieron “practicar” hasta 21 vuelos parabólicos. El avión era un Ilyushin IL-76 MDK , el que utiliza la agencia espacial rusa para entrar a sus astronautas. OK Go pasó una semana de pruebas y preparación en el Centro de Entrenamiento de Cosmonautas Yuri Gagarin de Moscú. En esta etapa realizaron seis vuelos.

Jugaron con un montón de cosas, desde queso en spray hasta pasta de dientes. Lo grabaron todo desde varios ángulos con cámaras GoPro y al volver a casa estudiaron qué había funcionado y qué no. Por ejemplo, el queso en spray (sorprendentemente) no resultaba nada espectacular, así que lo descartaron. Lo difícil era la coordinación de los movimientos y evitar en sus caras la “mirada soñadora” que se les queda a todos los que experimentan la ingravidez.

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Dividieron la coreografía en varias partes y redujeron la velocidad de la canción un 28,5% para que cada pieza encajara en 21 segundos de ingravidez. Ensayaron todo en un estudio y volvieron a Rusia, donde pasaron una semana practicando y puliendo ideas. A la semana siguiente, empezaron con la grabación. Hicieron diez vuelos más. En cada uno de ellos contaban con 15 parábolas: hacían las siete primeras partes de la coreografía dos veces y dejaban los globos de pintura para el final. Paraban, repostaban, y hacían un segundo vuelo cada día.

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El último día no habían conseguido una toma perfecta, así que les ofrecieron un vuelo adicional de sólo ocho parábolas. Con ese dieron en el clavo. “Fue un momento tan eufórico...” explica Trish. “Todos estos cosmonautas rusos y los ingenieros y pilotos eran tipos duros que hablaban muy poco inglés y realmente no tenían ni idea de lo que estábamos haciendo cuando todo empezó. Pero a medida que el proceso avanzaba, fueron viendo lo que estábamos buscando. El idioma y las barreras culturales trascendieron y nos convertimos en una familia”.

Dos curiosidades: las azafatas que se ven el vídeo son acróbatas entrenadas, por eso pueden girar con esa facilidad y esa gracia. Y sí, hubo muchos vómitos: 58 para ser exactos (por lo visto llevaron la cuenta). Puedes leer más detalles sobre cómo se hizo el videoclip en el artículo de Jalopnik.

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