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Cómo la complicidad de Hergé con los nazis permitió que los cómics de Tintín siguieran existiendo

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Recuerdo que alguien me dijo una vez que algunas historias de Tintín tenían un cierto aire “xenófobo”. Quizás esta no sea la palabra más acertada para describir el tremendo trabajo del artista, pero lo cierto es que su creador, el dibujante Hergé, coqueteó con los nazis. Esta fue la historia oscura del padre del reportero.

Decía esta semana el experto en cómics Eric Leroy que “todo el mundo ha leído las aventuras de Tintín y conoce sus icónicas escenas”. Fue en el marco de una subasta de un dibujo original del famoso reportero que databa de 1937. La obra se vendió por nada menos que 80.000 dólares.

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Los dibujos originales de Tintín se han llegado a vender por millones en el pasado. Gran parte de culpa, si no toda, la tiene el inconfundible estilo de su creador, el belga George Prosper Remi, más conocido por el nombre con el que firmaba, Hergé.

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El dibujante nació en 1907 y con 20 años ya era un famoso dibujante en su país. Como explica el biógrafo Pierre Assouline, la obra de Tintín se comenzó a producir para una sección infantil de Le Vingtième Siècle, un periódico católico profundamente conservador. Para el escritor Jeet Heer, esta afiliación al medio deslizaba la personalidad de Hergé, un tipo eminentemente tradicional que con el tiempo fue modificando su conducta de forma dramática:

Políticamente, Hergé era variable. Un conservador inteligente durante la década de 1930, donde se opuso a la marea creciente de la tiranía tomando una postura notable contra el imperialismo japonés en Asia y el expansionismo nazi en Europa.

Pero después de que Alemania conquistara Bélgica, Hergé se comprometió publicando sus cómics en un periódico colaboracionista. El hedor de ese trato con el diablo ... nunca se ha levantado de la reputación de Hergé.

El historiador Bruce Handy cuenta para el New York Times que ese periódico del que hablaba Heer era Le Soir, una revista francesa que publicaba bajo la ocupación nazi cuando muchos otros no lo hacían. Durante ese período, Hergé comenzó a trabajar en una nueva historia de Tintín bajo el título de “The Shooting Star”. Según Handy:

En la historia, Tintin se enfrenta a Blumenstein, un judío codicioso y financiero estadounidense. Años después, Hergé, un apologético aunque defensivo, bajaría el tono de Blumenstein en las ediciones de la posguerra y cambiará su nombre a Bohlwinkel, desprendiéndose de las acusaciones de antisemitismo. Entre las excusas del caricaturista llego a decir que “ese era el estilo de entonces”.

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A pesar de que Hergé sólo publicó algunas historias que tenían mensajes explícitamente antijudíos, el problema más grande a los ojos de muchos fue que simplemente las publicara. Algunos periódicos llegaron a cerrar durante la guerra en lugar de colaborar con la propaganda nazi. De hecho y como explica el historiador Charles Dierik, muchos otros ilustradores y periodistas belgas no cooperaron con los nazis:

Esto fue muy vergonzoso para Hergé, porque incluyó en sus historias caricaturas racistas y antisemitas cuando en realidad no eran necesarias en la historia, y lo hizo únicamente para complacer a sus jefes.

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Así fue como la complicidad con los nazis le permitió seguir publicando durante la guerra. Además, cuando terminó el conflicto ese acercamiento tampoco le perjudicó en su trabajo. Tintín seguía siendo popular y Hergé continuó una larga carrera con un total de 23 libros sobre las aventuras del reportero. [Smithsonian]