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El artículo más pequeño que compré en Galaxy’s Edge es mi favorito

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No me juzgues por mi tamaño.
No me juzgues por mi tamaño.
Foto: James Whitbrook (io9)

Si Darth Vader es más máquina que hombre, entonces Star Wars: Galaxy’s Edge es quizá más tienda de regalos que parque temático. El planeta Batuu, aunque es un planeta alienígena, comprende el impulso humano de querer comprar cosas brillantes. No obstante, a pesar de que uno puede comprar muchas cosas brillantes e increíbles en Galaxy’s Edge, mi artículo favorito es uno de los más pequeños.

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Los lectores que me conocen saben que soy a) un fan de cosas brillantes y b) un idiota. Estas dos características, junto con mi profundo deseo de ir a Galaxy’s Edge, produjeron una lista gigante de cosas por las que estaría dispuesto a volar al otro lado del mundo a comprar. Aparte de los productos más caros —como una espada láser personalizada o un droide con control remoto— la mayoría de cosas que mi mente obsesionada con Star Wars deseaba eran increíblemente tontas y a la vez encantadoras.

¿Recuerdan los cubos de Watto para los juegos de azar en The Phantom Menace? Ridículos, y los he comprado. (De hecho, los he lanzado aproximadamente 12 veces desde que llegué a casa). ¿El cerrojo de seguridad que los Jawas le pusieron a R2D2 y C3P0 en A New Hope? Absurdo, me encanta, y ahora está restringiendo mi frigorífico. ¿Un USB con forma del fragmento que Lor San Tekka le dio a Poe Dameron en The Force Awakens? Ahora contiene el fragmento del mapa y mis documentos personales. ¿Un maniquí de madera del Almirante Ackbar que parece un juguete para niños? Era una trapa, y caí. Les aseguro que lo he puesto en una pose muy ridícula.

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Píntame como una de tus calamares francesas.

Pero aunque mi juerga de compras en una galaxia muy, muy lejana estuviera llena de estas disparates (y broches, muchísimos broches), mi descubrimiento favorito en Batuu no era algo carísimo o algo absurdo. De hecho, a pesar de que había investigado antes de ir, ni sabía que existía.

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En Dok Ondar’s Den of Antiquities —una tienda gestionada por Dok, un Ithoriano animatrónico que vigila la tienda y que también tiene su propio cómic— puedes encontrar algunas de las cosas más caras de Galaxy’s Edge. Es donde puedes encontrar holocrones de los Jedi y los Sith, así como los misteriosos cristales Kyber y sus secretos (si hay existencias, claro). Es una tienda donde puedes, si no estás construyendo uno propio, comprar una réplica de una espada láser de algunos de los mayores héroes o villanos de la galaxia, desde Kylo Ren a Obi-Wan Kenobi. Es el sitio donde puedes encontrar los bustos de los antiguos Jedi, donde puedes comprar los créditos imperiales. En fin, es donde puedes encontrar los artículos para coleccionistas, a menudo con un precio carísimo. ¿El collar que usa la Princesa Leia al final de A New Hope? Solo 2.000 dólares.

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No obstante, entre todos esos artículos absurdamente caros, encontré dos boles llenos de piedras pequeñas. Cada piedra, que contenía un trozo de sabiduría de los Jedi y los Sith, costaba 4 dólares (lo cual sigue siendo mucho para un piedra pequeña, sí, pero eso es Disney). La piedra tenía un símbolo o un dibujo de un personaje por un lado, y una frase por el otro. En general, las frases eran de los códigos de los Jedi o los Sith, o una línea de diálogo de las películas. “Todo es voluntad de la Fuerza” dice una piedra de los Jedi. “¡Poder ilimitado!” dice otro de los Sith.

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Metí la mano en los boles como si esperaba que una religión del espacio guiara mi mano, y saqué una piedra que tenía forma de Yoda, con un dibujo muy bonito del maestro. “Bueno, ya sé lo que va a decir este”, pensé cuando le di la vuelta, esperando una de las frases de The Empire Strikes Back. 

No era una frase que esperaba. De hecho, solo tenía esto: “El mejor profesor el fracaso es”.

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Luke, somos lo que ellos alcanzan.
Luke, somos lo que ellos alcanzan.
Foto: James Whitbrook (io9)

La aparición de Yoda en The Last Jedi es una de mis escenas favoritas de toda la película. Está hecha de forma genial, pero a mí me encanta por la lección que le da a Luke, que está angustiado al pensar que ha fracasado, y que ha decepcionado a muchas personas. Las palabras de Yoda nos recuerdan que aunque todos podemos transmitir historias de éxito, de esperanza y heroísmo, es igualmente importante recordar a otras generaciones que aprendan de los errores del pasado, así como de las victorias:

“Mis palabras no has escuchado. Transmite lo que has aprendido. Fuerza, maestría, hmm, pero insensatez, debilidad, fracaso también. Sí, fracaso sobre todo.

El mejor profesor el fracaso es”.

Mientras Ben Solo creaba un camino con fuego basándose en la idea de que tenemos que olvidarnos del pasado, de que el pasado debe morir para que surja algo nuevo, Yoda ofrece un contrapunto y a la vez le da consuelo a Luke. La generación de Rey y las generaciones que vendrán después de ella llegarán más allá de sus héroes, sí: es inevitable. Pero también llevarán con ellos las lecciones más importantes de lo que vino antes, y no solo los éxitos exagerados que condenaron al Orden Jedi a una situación estancada en las precuelas, pero también los momentos de fracaso. Los necesitan para darse cuenta de que los fracasos no son permanentes y tampoco se deben temer, sino que deben ser aceptados como parte del proceso.

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Y por lo tanto, ahí entre todas las cosas absurdas y caras en Galaxy’s Edge, me quedé sin palabras al leer lo que decía esta pequeña piedra, escondida dentro de un bol llena de otras pequeñas piedras. Quizá no es la cosa más elegante que puedes conseguir en Disneyland. De hecho, cuesta mucho menos en comparación con los otros artículos del parque. Pero ese momento de sorpresa humilde se quedará conmigo durante mucho más tiempo que una espada láser o un imán para el frigorífico.