El estudio de seis picos en los niveles históricos de radiación de la Tierra indica que los eventos como el famoso Evento Carrington pueden no deberse a las erupciones solares típicas, como se pensaba anteriormente. Un equipo de investigadores analizó datos que abarcan miles de años y que quedaron registrados en los niveles de radiocarbono de los anillos de los árboles.
Esos datos sugieren que los eventos podrían atribuirse a algún tipo desconocido de tormenta cósmica. La investigación del equipo acaba de publicarse en Proceedings of the Royal Society A.
Sea cual sea su origen, los picos energéticos en los niveles de radiación de la Tierra se suelen deber a eventos de actividad extrema en el espacio. Se conocen como eventos de Miyake en honor al autor principal del primer estudio sobre un evento de este tipo, detectado en anillos de árboles con 1.200 años de antigüedad. Los picos de radiación quedan registrados en los isótopos de carbono, berilio y cloro que terminan encerrados en capas de hielo y en el registro dendrocronológico.
“La mejor teoría es que se trata de erupciones solares extremas”, dijo el coautor del estudio Benjamin Pope, físico de la Universidad de Queensland en Australia, en un correo electrónico a Gizmodo. El equipo analizó todos los datos públicos existentes sobre tormentas solares utilizando un nuevo software de código abierto que desarrollaron, agregó Pope. Los eventos probablemente sean erupciones solares, dijo Pope. Lo que no encaja es que “los eventos no parecen ocurrir en una fase particular del ciclo solar de 11 años, e incluso algunos de ellos parecen durar más de lo que deberían si fueran erupciones solares”.
Las erupciones solares son estallidos en la corona de nuestro Sol; también se denominan eyecciones de masa coronal (EMC). Estas grandes llamaradas pueden causar estragos en la electrónica humana en la Tierra y en el espacio. Los más grandes, los eventos candidatos de Miyake, también se denominan eventos de partículas solares o eventos de protones solares.
Los eventos de Miyake se observan en los anillos de los árboles en todo el mundo. A medida que los árboles envejecen, desarrollan anillos concéntricos en el interior de sus troncos. Estos anillos se pueden usar para determinar su edad, su tasa de crecimiento y (como se evidencia en la nueva investigación) la cantidad de carbono-14 en la atmósfera de la Tierra, que es absorbida por la biosfera de nuestro planeta. Debido a su creación constante cada año que pasa, los datos de anillos de árboles permiten hacer cosas como identificar naufragios y datar eventos como sequías, inundaciones, erupciones volcánicas y eventos cósmicos de Miyake con una precisión notable.
Hasta ahora se han identificado de manera confiable seis eventos de Miyake en los datos de anillos de árboles: ocurrieron en los años 7176 a. C., 5410 a. C., 5259 a. C., 660 a. C., 774 d. C. (el primer evento identificado) y 993 d. C. Se han identificado otros eventos de magnitud ligeramente menor, así como algunos eventos de los que hay indicios, pero que no han sido confirmados globalmente.
Lo que el estudio reciente ha descubierto es que los eventos de Miyake no están necesariamente correlacionados con las manchas solares, regiones más oscuras y con un potente magnetismo en la corona del Sol. “En lugar de una sola explosión o destello instantáneo, lo que estamos viendo es una especie de ‘tormenta’ o estallido astrofísico”, explicó Qingyuan Zhang, físico de la Universidad de Queensland y autor principal del estudio, en un comunicado de la universidad. Los eventos podrían ser una serie de erupciones solares distribuidas a lo largo del tiempo, dijo Pope. Eso sería una molestia en la Tierra (con la tecnología actual tan sensible a campos magnéticos), pero no tendría los mismos efectos dañinos que una tormenta solar masiva.
Aunque ningún evento de Miyake ha ocurrido (todavía) en los tiempos modernos, las intensas erupciones solares ofrecen un vistazo de cómo se manifestarían. En 1859, un astrónomo inglés llamado Richard Carrington vio dos manchas de luz brillante en forma de frijol que se movían a través del Sol.
El resultado de esas dos manchas es que en todo el hemisferio norte, el cielo se volvió tan brillante como si el Sol estuviera casi en su cénit, aunque todavía eran las primeras horas de la mañana en América del Norte. Poco después, una poderosa tormenta geomagnética azotó la Tierra, provocando que los telégrafos echaran chispas y creando incendios eléctricos.

Hoy en día, 163 años después del Evento de Carrington, los científicos creen que podríamos ser el blanco de otro evento similar en cualquier momento. Dada la ubicuidad de la electrónica en todo el mundo, tal evento tendría efectos mucho más dañinos hoy que en 1859. En 1967 y 1972, poderosas tormentas geomagnéticas desconectaron los sistemas de misiles balísticos e incluso provocaron la detonación de minas marinas magnéticas, una advertencia de los problemas que podría causar un evento moderno de Miyake. En 2012, una CME de “clase Carrington” descrita por la NASA no alcanzó la Tierra por poco. Un informe de la Academia Nacional de Ciencias encontró que un evento como este podría causar hasta dos mil millones de dólares en daños.
“Si el evento de Miyake del 774 d. C. realmente fue una llamarada solar súper-Carrington, probablemente fue alrededor de 80 veces más potente (que el evento de Carrington)”, explica Pope. “Hablamos de una versión seriamente mejorada de ese desastre: cortar la electricidad y la conexión a internet en gran parte de la Tierra”.
“Recabar más datos procedentes anillos de árboles ayudarían a mejorar el modelo calculado en este nuevo estudio”, dijo Pope. Analizar los anillos de los árboles más antiguos en diferentes partes del mundo ayudaría a contar la historia del pasado geomagnético de la Tierra. Tomados junto con núcleos de hielo que cuentan la misma historia pero en diferentes isótopos (de cloro y berilio, en lugar de carbono), los datos mejorarían el conocimiento de este tipo de eventos por parte de la comunidad científica, así como las partículas involucradas en ellos. Cuanto más sepamos sobre las tormentas cósmicas, mejor podremos anticiparlas.