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Esta es la mejor evidencia hasta ahora de que los humanos están reparando el agujero de ozono

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El agujero de ozono se siente como el típico problema de los años 80, pero a diferencia de los teléfonos de coche y los peinados de pelo largo de los hombres, sigue siendo relevante en varias formas. Para empezar, sigue ahí, relajando sobre la Antártida. Pero más importante todavía, se está recuperando.

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Un nuevo estudio ofrece la mejor evidencia hasta ahora del impacto que puede tener una política de medioambiente racional. Han pasado casi 30 años desde que el mundo adoptó el Protocolo de Montreal, un tratado histórico que prohíbe el uso de los clorofluorocarbonos (CFCs) que destruyen el ozono. Pero a pesar de un conocimiento científico firme de la conexión entre los CFCs y el deterioro del ozono, ha sido difícil averiguar cuánto éxito ha tenido el protocolo, ya que el agujero no mostró señales de recuperación hasta hace unos años.

Además, nadie había medido la química del agujero para ver si los compuestos que una vez desintegraban el ozono estaban en descenso debido al Protocolo de Montreal.

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Un estudio publicado esta semana en Geophysical Research Letters aborda esta brecha de conocimiento. Los autores, del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, hicieron uso de los datos recogidos por el satélite Aura, que mide varios gases atmosféricos para entender los cambios a la capa de ozono, los cambios de clima en la Tierra y la contaminación del aire.

“Me sorprendió que nadie había hecho esto”, comentó Susan Strahan, la autora principal del estudio, para Earther. “Los datos están ahí si eres consciente de los datos que [puedes usar]”.

Strahan y su compañera Anne Douglass analizaron los cambios en los niveles de ozono sobre Antártida a lo largo del invierno desde 2005 hasta 2016 y encontraron que el deterioro del ozono se habían reducido en un 20%. Luego, miraron los niveles de ácido hidroclórico en la estratosfera a final del invierno, lo cual es un indicador de cuánto ozono ha sido destruido por los CFCs.

Efectivamente, los niveles de cloro también habían disminuido en una tasa de 0.8% por año. Eso está acorde con las expectativas de cuánto deben haber bajado los niveles de CFC en el mismo periodo gracias a la prohibición establecida por el Protocolo de Montreal.

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“Esto reafirma nuestro conocimiento científico sobre lo que controla el ozono”, afirmó Strahan.

Bill Randall, un científico atmosférico de la Corporación Universitaria de Investigación Atmosférica que no estaba involucrado en el estudio, le dijo a Earther que creía que el análisis en el estudio estaba “muy bien hecho”.

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“Están viendo reducciones netas en cloro que son muy consistentes con el Protocolo de Montreal”, declaró Randall. “Eso manda un gran mensaje: el Protocolo de Montreal está teniendo el efecto que creemos que debe tener”.

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El Protocolo de Montreal demuestra continuamente que la ciencia y la política pueden ir mano en mano para arreglar problemas del medioambiente. En el caso del agujero de ozono, ha tardado décadas para que los resultados sean aparentes. Strahan estima que el agujero no se cerrará hasta el año 2060 o 2080, asumiendo que no empezamos a causar problemas otra vez.

No obstante, considerando que a menudo parece que los científicos y los políticos están en lados opuestos de un muro gigante de hielo esperando al invierno eterno, el hecho de que una política basad en la ciencia ha dado resultados es memorable.

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O, como lo puso Strahan: “Es bueno tener noticias sobre el medioambiente positivas por una vez”.