Lo que se ve en el vídeo es probable que te toque la fibra. ¿A quién no? Una pobre tortuga tratando de anidar en lo que un día fue su espacio natural, ahora convertido en un vertedero. Luego aparecen tortugas aún más pequeñas tratando de huir, y el corazón se encoje un poco más. Bien, de eso se trata.
La secuencia de la BBC tiene lugar en Christmas Island, un área remota australiana en el Océano Índico. Con ella se intenta concienciar de lo que ocurre a diario en muchísimos rincones del planeta. Animales marinos que deben superar las montañas y desechos de plástico únicamente para poder llegar al mar.
En este caso, el investigador Hung-chang Liu fue el testigo de los increíbles esfuerzos de esta tortuga verde por poner sus huevos en medio de un estercolero, aunque normalmente es una secuencia que pasa desapercibida.
La zoóloga Lucy Quinn contaba en el documental Blue Planet II que esa plaga de plástico que inunda los océanos y las costas del planeta es inaudita. La investigadora utilizaba la palabra “conmoción” para explicar lo que ha visto en sus carnes tras viajar a parajes a los que, normalmente, no debería llegar esta basura: las aguas antárticas.
Según la ONU, se estima que al menos 8 millones de toneladas de plástico aparecen cada año en los océanos. Lo peor es que esta basura causa la muerte de más de un millón de aves y cerca de 100 mil tortugas y mamíferos. Según la Lissa Svensson, directora de océanos del Programa de la ONU para el Medio Ambiente, “literalmente, estamos arruinando el ecosistema de los océanos”.
La investigadora sabe de lo que habla. En un viaje reciente a Kenia pudo visitar varios centros de rescate para tortugas que habían ingerido plástico. Entre otras cosas, Svensson cuenta como muchas de estas tortugas se tienen que someter a potentes laxantes durante semanas para poder limpiar su sistema.
El problema es que si no se actúa rápido, las tortugas comen demasiado plástico, este se expende al abdomen, y finalmente no pueden controlar su habilidad de flotar. El resultado final te lo puedes imaginar.
Así que, si le das una segunda oportunidad a ese vídeo que apelaba a la fibra más sensible del ser humano, probablemente ahora lo veas mucho más desgarrador de lo que ya era. Probablemente también, no nos merecemos el planeta que nos ha tocado vivir. [YouTube, BBC, ONU]