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Estos son los engaños que utilizan para venderte homeopatía

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En 2007, en EE.UU. se gastaron más de 3.000 millones de dólares (sí, la cifra es correcta) en remedios homeopáticos. Boiron, una de las principales compañías farmacéuticas que los distribuye, experimentó un beneficio neto de 89 millones de euros. Estos son los argumentos de un negocio millonario, desmontados punto a punto.

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La homeopatía: breve historia

La homeopatía encuentra su origen a finales del siglo XVIII en manos de Samuel Hahnemann, un médico alemán. Con las limitaciones, comprensibles, propias de la época, Hahnemann elucubró una serie de principios donde catalogaba las enfermedades como pérdidas de balance, desequilibrios, de la fuerza vital. La conclusión por tanto parecía clara: añade equilibrio al balance, restaura la “fuerza vital” y cura al paciente.

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Hahneman iba más o menos bien hasta ahí. Llegado a ese punto, comenzó su particular viaje cuesta abajo. Entre esa serie de principios, apareció uno llamado similia similibus curantur: lo similar cura lo similar. La serie de pasos lógicos que utilizó para llegar a tan peregrina conclusión no están demasiado claros pero de nuevo conviene recordar que hablamos de una época en la que la medicina era más un arte basado en la prueba y error que en una disciplina científica.

Preparando el brebaje

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Con sus ideas en la mano, Hahneman también observó que cuanto más diluida estaba una sustancia dañina, menos efecto provocaba. Esa parte es lógica, no es lo mismo tomarse un vaso de lejía a morro (no vivirás para contarlo), que diluir unas gotas en un vaso de agua (te harás polvo el esófago pero probablemente sobrevivas). Así que ni corto ni perezoso comenzó a coger diversos agentes de enfermedades, a diluirlos hasta el absurdo y a administrarlos.

Cuando se menciona “hasta el absurdo” es literalmente. Hasta el absurdo. Primero se diluye en 99 partes de agua (disolución del 1%). Se repite el proceso (diluyéndola 100 veces más) y se continúa hasta que se llega hasta las 30, 40 o 50 disoluciones. Un simple cálculo químico permite deducir que con diluirla solo 14 veces ya no queda una sola molécula original.

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¿Cuáles son esas sustancias? La idea , bajo el similia similibus curantur, es que sean agentes que estén ligeramente relacionados con la enfermedad a curar. Por ejemplo:

  • Diarrea: caca de perro (Es real)
  • Lagrimeo de los ojos: cebolla (¯\_(ツ)_/¯)
  • Dolores menstruales: sangre.
  • Piedras del riñón: calcio.

Todo esto, recordemos, en unas disoluciones tan, tan ínfimas que probablemente no quede una sola molécula de cebolla (o caca del perro, para el caso) en la disolución.

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Argumento: “Tiene (cierto) respaldo científico”

El número de estudios científicos que respaldan la homeopatía aumenta cada año. Eso es un hecho. Algunos de ellos claman que la homeopatía ha tenido éxito tratando enfermedades como el cólera, la fiebre amarilla o neumonía. Más de 150 estudios controlados contra placebo claman mejoría en pacientes tratados con homeopatía.

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La mayoría de esos estudios, sin embargo, tienen poca validez. En ese sentido, un artículo publicado en agosto de 2007 en The Lancet analiza 5 metaestudios que intentaron probar la validez de la homeopatía. Ninguno concluyó que esta tuviese ningún tipo de beneficio superior al de un simple placebo.

En conversación teléfonica con Gizmodo en Español, Arturo Quirantes, profesor de física de la Universidad de Granada y autor del libro “¿Homeopatía? Va a ser que noapunta: “He visto algunos de estos estudios aplicados a una sola persona. Una sola. Al final, este tipo de estudios es como las interrogaciones de la CIA, se insiste y se insiste y se insiste hasta que la final se encuentra “algo” o una simple referencia o mejora no relacionada”.

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Ningún ensayo es positivo” dice Fernando Frías, divulgador científico que mantiene “La lista de la vergüenza”, dedicada a dar cuenta de las titulaciones pseudocientíficas que imparten muchas Universidades españolas. “Además hay otro elemento”, dice Frías, “la simple estadística. La fiabilidad de los ensayos suele ser del 95%, eso deja un 5% de puerta abierta a que alguno parezca dar la razón a la homeopatía. Por otro lado, ningún estudio científico es 100% perfecto, tanto para bien como para mal”.

Uno de los estudios gubernamentales hasta la fecha, llevado a cabo por el gobierno australiano, reincidió en dichas conclusiones: No hay evidencia científica:

La homeopatía no debería ser usada para tratar enfermedades que son crónicas, graves o potencialmente graves. Los pacientes que escojan tratarse con homeopatía podrían exponerse innecesariamente a riesgos de salud y deben consultarlo primero con un médico especializado en caso de que quieran complementar el tratamiento.

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Argumento: “No es peligroso”

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El argumento doble y a menudo cínico del homeópata esconde aquí un doble juego: por un lado, vale, de acuerdo, es un placebo. Así que por tanto, si es un placebo, ¿qué daño puede hacer? Partiendo de la base que no va a hacer daño lo único que puede hacer, si hace, es provocar una mejoría.

No es cierto. En 2013 un paciente con el páncreas gravemente dañado ingresa en un hospital de Badajoz, España. 3 semanas después fallece dejando perplejo al equipo médico que lo atendía porque no había ni una sola razón o antecedente (alcohol, drogas) que explicase la afección. En realidad, dos semanas antes del ingreso, un homeópata le había recomendado unos comprimidos que incluían moléculas no lo suficiente diluidas de nuez vómica y hiedra venenosa (no, no es el personaje de Batman).

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Y malamente va a tener efectos secundarios si ni siquiera tiene efectos primarios” añade el profesor Quirantes.

En Australia, una enferma de cáncer que renegó de la medicina tradicional murió pese a su insistencia a tratarse con homeopatía. Un estudio independiente publicado en el International Journal of Clinical Practice, el más completo hasta la fecha, encontró efectos secundarios en 30 de los 38 pacientes examinados que habían pasado por tratamientos homeopáticos. La homeopatía no es, ni mucho menos, inocua.

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Argumento: “Pero a mí me funciona”

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Este es probablemente el argumento más amplio de todos. Un paciente (normalmente suelen ser casos de gripes, resfriados o dolencias leves), toma un remedio homeopático y mejora rápidamente. “El problema es que los humanos tendemos a sacar deducciones punto a punto y a sacar relaciones que no son causales” apunta Quirantes “como el futbolista que marca tres goles con unas zapatillas y desde entonces sólo usa esas”.

En ese sentido, la homeopatía, puede, efectivamente, funcionar. Pero del mismo modo que funciona un placebo común. El efecto placebo, ampliamente estudiado, e integrado en los procesos estándares para probar nuevos medicamentos, ocurre cuando el paciente al que se le ha administrado un ejemplar falso medicamento (normalmente una pastilla de azúcar) cree que ha tomado el medicamento de verdad y experimenta una mejoría real.

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La homeopatía puede funcionar perfectamente a este nivel, con la excepción de que suele ser el doble de caro que un medicamento común, pero, como todo Placebo, ni es consistente (no va a ocurrir siempre) ni sirve según la enfermedad (nunca va a curar un cáncer, por ejemplo, o una enfermedad neurológica).

Frías matiza. “Lo normal es que de una enfermedad leve te acabas curando, naturalmente, tomes medicamentos o no. Con homeopatía te vas a curar igual. Es muy significativo también que se recomiende para problemas de este tipo y para problemas propios de la infancia pero que se curan al cabo del tiempo, homeopatía o no, tratamiento o no

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Por otro lado, y por último: “En afecciones como la gripe o un resfriado la mayoría de pacientes suele a acudir en el peor momento de la enfermedad, cuando esta ha alcanzado su máximo o está por alcanzarlo, cuando su cuerpo ya está reaccionando contra la enfermedad. Partiendo de ahí, da igual que se tome homeopatía o caramelos de menta, la mejoría va a llegar de manera natural” añade Quirantes.

Argumento: “El agua tiene memoria y por eso funciona”

Los cálculos químicos que determinan que tras 60 o 70 disoluciones no queda una sola molécula del compuesto original, número de Avogadro mediante, son sencillos e ineludibles:

Un litro de agua contiene 34 607 650 000 000 000 000 000 000 moléculas (34·1024), por lo que la probabilidad que haya al menos alguna molécula de la sustancia activa es prácticamente cero a partir de C24, y en un C200 ya es del orden de 10−175.

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En ese sentido, el inmunólogo Jacques Beneveniste formuló como hipótesis ad hoc (hecha ex profeso) la memoria del agua. Mediante la memoria del agua el agua conservaría de manera casi mágica una “memoria” de los productos disueltos que albergó en soluciones posteriores. Un experimento, recogido en Nature, con pautas científicas bien establecidas con el equipo de Beneveniste en condiciones de doble ciego falló por completo y el concepto es rechazado por la comunidad científica.

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No hay, tampoco, ningún tipo de base química o molecular conocida que pueda justificar en modo alguno algo como la memoria del agua. Se trata, en realidad, de un argumento realizado ex profeso para contrarrestar la evidencia abrumadora científica que existe contra la homeopatía.

Imagen: Camille White/Shutterstock

Bibliografía:

Adverse effects of homeopathy: a systematic review of published case reports and case series” International Journal of Clinical Practice, “The Case FOR Homeopathic Medicine: The Historical and Scientific EvidenceThe Huffington Post, “Benefits and risks of homeopathy” Bad Science, “The End of Homeopathy” The Lancet, “Diez argumentos para la homeopatíaNaukas, “¿Por qué decide ahora el Gobierno regularizar 19.000 medicamentos homeopáticos? La Sexta, “Evidence on the effectiveness of homeopathy for treating health conditionsAustralian Government National Health and Medical Research Council, “Human basophil degranulation triggered by very dilute antiserum against IgENature, “El uso de productos homeopáticos puede matar “ EsMateria.

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