Se buscan paleontólogos delgados, bajitos y que no sufran claustrofobia. Ese era mas o menos el anuncio de empleo para trabajar en la cueva Rising Star de Johannesburgo, Sudáfrica. El resultado, eso sí, ha merecido la pena. Han descubierto una potencial nueva especie de hominido que ya tiene nombre: el Homo naledi.
El anuncio de trabajo no era ninguna broma. La cueva Rising Star es un complejo de galerías extremadamente estrechas en el que los antropólogos han descubierto más de 1.500 huesos de homínido pertenecientes a una supuesta nueva especie aún sin confirmar. La entrada a una de las cámaras donde han aparecido más huesos era una grieta de solo 20 centímetros de ancho, así que la contextura corporal delgada era un requisito importante para los investigadores.
El hallazgo acaba de darse a conocer en Londres. Según el paleoantropólogo y líder de la expedición, Lee Berger, los huesos pertenecen a una nueva especie del género Homo (en otras palabras, antepasado del ser humano).
Según las marcas de los huesos, el homínido encontrado tiene rasgos a medio camino entre los entre los australopitecos y las especies con características humanas como el Homo erectus. De confirmarse, el descubrimiento reescribiría buena parte de la genealogía antigua de la especie humana. El elevado número de restos encontrados nos permitirá salir pronto de dudas. No faltan los paleontólogos como Christoph Zollikofer que se muestran escépticos porque los rasgos podría pertenecer a algunas de las especies que ya conocemos.
Geológicamente inusual
Aparte del debate en torno a si el Homo naledi es una nueva especie o no, el lugar y el contexto geológico en el que han aparecido los restos es muy inusual. Lo normal es que los hallazgos de este tipo se produzcan después de excavar trabajosamente un área. Sin embargo, muchos de los huesos encontrados han aparecido sobre el propio suelo de la cámara más remota de la cueva.
Eso y el difícil acceso a la misma sugieren que se trata de algún tipo de asentamiento funerario cuyos ritos aún están por determinar. El problema es que, por el tamaño de la cavidad craneal, los Homo Naledi no eran lo bastante inteligentes como para hacer fuego, y resulta raro que se aventuraran en una cueva en total oscuridad para enterrar a sus muertos. Incluso resulta inusual el mero hecho de que tuvieran conciencia suficiente como para elaborar ritos funerarios en primer lugar. El siguiente paso en la investigación es determinar con exactitud su antigüedad mediante pruebas de radioisótopos. [eLife Journal vía Guardian]
Fotos y recreaciones 3D: National Geographic
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