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He visto Crimson Peak, una película de fantasmas en la que lo más terrorífico es el guión

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Ver una película es participar en un juego de expectativas. El miedo es la expectativa de que algo horrible va a suceder. Un film es bueno o no en la medida que logra superar las expectativas que genera. Crimson Peak (La cumbre escarlata en español) se las apaña para destruir todas y cada una de ellas.

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¿Qué es?

Crimson Peak es la nueva película de Guillermo del Toro (Mimic, Hellboy, El laberinto del fauno, Pacific Rim...) con Tom Hiddleston (Thor, the Avengers, Only lovers left alive...) y Mia Wasikowska (Jane Eyre, Alice in wonderland...) al frente del reparto.

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En palabras del propio Del Toro, Crimson Peak es “una historia de fantasmas y romance gótico”. Es, en definitiva, un film sobre una casa encantada que bebe de clásicos como La caída de la casa Usher (1960) basada en la obra homónima de Poe. Si tuviera que compararla con algo lo haría con The Haunting (1999) o The Woman in Black (2012).

O sea, que voy a pasar miedo...

Pues no. Salvo por un par de sobresaltos, Crimson Peak no da nada de miedo. Es curioso porque comienza con una escena manida pero muy buena que te hace pensar: “¡Oh Dios! Esto va a dar mucho miedo”. A partir de ahí, todo se vuelve tan previsible y el tono baja tanto que las expectativas que nos crea esa primera escena no se cumplen en absoluto.

Entonces, ¿cuál es el problema?

En una entrevista a Deadline durante la producción de Crimson Peak, Del Toro explicaba que la película “es una aproximación clásica pero al mismo tiempo moderna a las historias de fantasmas. Eso me permitirá jugar con las convenciones de un género que conozco y amo y, al mismo tiempo, romper sus viejas reglas.”

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En un momento del film alguien dice: “No es una historia de fantasmas. Es una historia con un fantasma”. Esa frase define a la perfección la película. En Crimson Peak, Guillermo del Toro desgrana la historia de amor gótico entre la escritora Edith Cushing (Mia Wasikowska) y Sir Thomas Sharpe (Tom Hiddleston). Pronto queda claro que los fantasmas no son los villanos de esta historia sino un elemento más de la trama.

Desde el punto de vista del género cinematográfico, toda la película es una extraordinaria colección de oportunidades perdidas para aterrorizar al espectador. Del Toro ha llenado Crimson Peak de ingredientes fabulosos: las polillas, los depósitos de arcilla en el sótano, los autómatas del taller, el extraño paisaje del exterior de la casa, el ascensor... Todos esos elementos hubieran convertido el film en una experiencia sencillamente aterradora si se hubieran llegado a utilizar, pero Del Toro parece renunciar a ellos para intentar narrar los pormenores de un triángulo amoroso demasiado evidente.

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Sin los fantasmas, y renunciando a la capacidad de generar miedo de forma efectiva, lo que nos queda es un relato de romance y misterio ambientado en otra época. Aquí es donde el guión juega un papel fundamental, y es precisamente su mayor fallo.

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Una extraordinaria caja envuelta para regalo.... pero vacía

Decíamos que las expectativas que crea la película respecto a lo que está pasando son mucho mayores que lo que luego pasa en realidad. Gran parte de la culpa de esto la tiene su ambientación, que es sencillamente sensacional. Crimson Peak se ahoga en su propia y extraordinaria atmósfera.

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La película se compone de dos partes. La primera (innecesariamente larga a mi juicio) es una caracterización de la sociedad pre-industrial de principios del siglo XIX. El vestuario, la iluminación y la fotografía son tan exquisitos que merecería la pena verla incluso sin sonido. Probablemente hasta ganaría más así.

En la segunda mitad, la gran ciudad da paso a una casa victoriana aislada en la campiña inglesa. Aquí la película se dedica a desplegar una ambientación tan deliciosamente siniestra, que uno espera que el misterio detrás de la mansión en la que se desarrolla la película sea el colmo de lo terrible y lo truculento. Cuando llega la hora de revelar ese misterio, resulta que no solo era previsible, sino que queda muy por debajo de lo que esperábamos después de esa avalancha de detalles tétricos.

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Esta es exactamente la cara que se nos ha quedado después de ver Crimson Peak

El guión corre a cargo del propio Guillermo del Toro con la ayuda de Matthew Robbins y Lucinda Coxton. Robbins es un buen guionista (THX 1138, Mimic, Close Encounters of the Third Kind, Dragonslayer...) y la británica Lucinda Coxton también, aunque el horror no es su especialidad (Su último trabajo es The Danish Girl). Por separado, los tres tienen una reputación sólida, así que debo suponer que el problema está precisamente en la mezcla.

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Comparado con el guión de El laberinto del fauno, el de Crimson Peak es mortalmente simple. En la primera había varias historias paralelas muy buenas y un extenso plantel de actores con los que angustiarse o a los que odiar. Había héroes, villanos y giros de guión. Había complejidad. En Crimson Peak hay tan pocos personajes principales que es realmente difícil no deducir toda la trama a media película.

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Y los actores ¿qué tal?

Hacen lo que pueden. El mejor con diferencia es el rocoso secundario Jim Beaver (el padre de la protagonista), cuyas miradas podrían perforar un tanque. Tom Hiddleston, por contra, se pasa la película alternando su mejor cara de corderillo perdido en el bosque con miradas supuestamente intensas de “he visto cosas que vosotros no creeríais”. El actor está encorsetado en un papel débil que no le va, y se le nota. Brilla con mucha más fuerza, por ejemplo, en Only lovers left alive.

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Lo mismo puede decirse de la australiana Mia Wasikowska, que trata de parecer sorprendida ante unos indicios criminales tan evidentes que todo el público (y ella misma) los ha deducido hace hora y media. En cuanto a Jessica Chastain, la actriz está mucho más convincente haciendo de hija de Matthew McConaughey en Interstellar o de la capitana Lewis en The Martian. El papel de hermana siniestra no le acaba de quedar bien.

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¿Merece la pena verla?

Crimson Peak es entretenida, y la ambientación gótica es tan detallada y suntuosa que es un espectáculo disfrutable por sí mismo. Probablemente gane algún premio a mejor vestuario o mejor dirección de arte, pero desde luego no a guión. En unos meses ni te acordarás de qué iba. Recomendable solo si eres entusiasta de Tom Hiddleston, del té en tacitas de porcelana fina, o del vestuario de época.

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Si lo que te gusta es la obra de Del Toro, puede que le perdones Crimson Peak, pero no es su mejor film ni de lejos. La película es un experimento fallido, la prueba de que quizá el subgénero de casas encantadas es demasiado viejo y demasiado poco flexible como para intentar combinarlo con un romance. Eso sí, los toques gore le sientan muy bien. Quizá sea ese el camino a seguir, Guillermo.

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