En abril, la máquina más grande del mundo fue puesta fuera de servicio por una comadreja. Meses después volvió a ocurrir: otra comadreja saltó la valla de una estación del Gran Colisionador de Hadrones y murió atravesada por los 18.000 voltios de un transformador. Ahora su cadáver está expuesto en un museo.
Se trata del Museo de Historia Natural de Rotterdam, que ha contado con la comadreja disecada como estrella de la inquietante exposición Cuentos de animales muertos. “La vida humana y animal chocan cada vez más, con resultados dramáticos para ambos”, explica el director del museo, Kees Moeliker.
Además del roedor que provocó fallos en el Gran Colisionador de Hadrones, en la exposición puedes ver al gorrión que tiró 23.000 fichas de dominó montadas para batir un récord Guinness (y que fue abatido a tiros), al erizo que murió atascado en un vaso de McFlurry (y que obligó a McDonald’s a cambiar el diseño del vaso) y al bagre que mandó a la UCI a un hombre que participaba en un concurso de beber cerveza y tragar peces directamente de un acuario (el bagre levantó sus púas como mecanismo de defensa).
El Museo de Historia Natural de Rotterdam había intentado comprar la primera comadreja —la que consiguió apagar el Gran Colisionador de Hadrones en abril—, pero los empleados del CERN ya se habían deshecho de sus restos. Cuando una segunda comadreja murió carbonizada en el laboratorio suizo, el director del museo no perdió la oportunidad.
Los accidentes con animales son más habituales de lo que podrías pensar en el Gran Colisionador de Hadrones. En 2009, un pájaro dejó caer un trozo de pan sobre una subestación y causó otro apagón. [The Guardian]