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La leyenda del castillo Houska, la extraña fortaleza que se construyó para cerrar la entrada al infierno

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Hay demasiadas cosas que no encajan en el Castillo Houska. Esta fortaleza medieval corona un monte sin importancia estratégica. El edificio no tiene agua, y está fortificado por dentro en lugar de por fuera. Las leyendas locales dicen que es porque se construyó con un propósito: sellar la entrada al infierno.

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Una fortaleza construida para tapar un pozo

De todas las supuestas entradas al infierno que existen en el mundo, Houska es una de las más difíciles de explicar. Los primeros registros del lugar se remontan al príncipe Slavibor Pšovany, uno de los muchos señores tribales que gobernaban los territorios de la República Checa hasta el siglo X, mucho antes de su fundación.

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Supuestamente Slavibor construyó la primera fortaleza para su hijo Houza, de donde tomó su nombre. El castillo actual se construyó a petición del Rey Přemysl Ottokar II de Bohemia hacia 1270, pero la primera referencia escrita del edificio no aparece hasta 1316, cuando pasó a manos de la nobleza.

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Se cree que Ottokar construyó Houska como centro administrativo local para las propiedades de la corona. Era, por decirlo de alguna manera, un edificio de oficinas. Eso explica en parte algunas de sus rarezas. La primera es que no tiene ninguna fuente de agua cerca, algo que en aquella época era impensable para un castillo. Tampoco tiene cocina, y ninguna de las estancias está habilitada originalmente como residencia. Se diseñó para que nunca viviera nadie allí. Su ubicación también es un misterio. Está alejado de las principales rutas de comercio, y no tiene ninguna importancia estratégica ni militar.

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Las leyendas locales de la época tienen una explicación mucho más fascinante que la de centro administrativo. Ottokar construyó el castillo Houska para sellar un pozo que se creía era la entrada al inframundo. Los lugareños aseguraban que por las noches salían del pozo toda clase de monstruos mitad humano y mitad animal. Nadie se atrevía a acercarse al lugar de noche y muy pocos lo hacían a plena luz del día. Incluso entonces, nadie pudo comprobar qué profundidad tenía el agujero.

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El descenso del condenado a muerte

Cuando comenzó su construcción (y siempre según el folklore local) se sucedieron las muertes de los obreros. Para averiguar de una vez por todas qué había en el interior del pozo, el rey ofreció a varios condenados a muerte el perdón a cambio de descender al siniestro agujero colgados de una cuerda y regresar contando lo que hubieran descubierto.

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Apenas hicieron descender al primer reo, este comenzó a dar alaridos de terror. Cuando lo izaron, su pelo estaba blanco y había envejecido treinta años. Murió a los pocos días sin pronunciar una sola palabra de lo que vio. Los demás condenados prefirieron la pena capital. Otras fuentes sitúan este suceso mucho antes de la construcción, cuando el lugar era un asentamiento tribal.

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En la versión más extendida, el rey ordenó sellar el pozo y construir sobre él la actual capilla del castillo. Nunca desde entonces se han realizado análisis para esclarecer si realmente hay un pozo bajo el suelo de la capilla. Los guías locales del castillo gustan de bajar a los visitantes al sótano y enseñarles la entrada a un supuesto pozo, pero el verdadero, si es que alguna vez existió, reposa bajo el templo sin abrir desde hace siglos.

Un brujo sueco y experimentos nazis

La temprana fama del castillo Houska como lugar maligno no mejoró con el tiempo. A finales del siglo XV el castillo se fortificó para hacerlo inexpugnable incluso a los ataques de artillería de la época. Pocos años después estalló la Guerra de los 30 años.

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Houska se convirtió en uno de los bastiones del ejército sueco implicado en el conflicto. El comandante asignado a ese destacamento, un militar llamado Oronta, y sus hombres pronto comenzaron a saquear las aldeas cercanas, matando y violando a sus habitantes. Los ataques de Oronta se volvieron tan salvajes que los comerciantes de la región pusieron precio a su cabeza. Dos cazadores locales dispararon al militar rebelde y se cobraron las 100 monedas de oro de la recompensa.

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Aquí es donde las leyendas locales se entrelazan de nuevo con la historia. Según esas leyendas, Oronta era brujo y practicaba todo tipo de rituales de alquimia y magia negra en el castillo. Los cazadores que lo abatieron usaron balas de plata consagradas para impedir que regresara.

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El siguiente período turbulento del castillo llegó durante la Segunda Guerra Mundial. La policía secreta alemana (Reichssicherheitshauptamt or RSHA) ocupó Houska bajo las órdenes de Himmler y lo convirtió en un depósito franco para libros judíos y masónicos procedentes de las bibliotecas de Hamburgo y Berlín que peligraban bajo los bombardeos aliados. La presencia de miembros de la SS en Hiouska disparó los rumores sobre nazis realizando todo tipo de experimentos paranormales para tratar de dominar las fuerzas demoníacas atrapadas bajo la capilla. También se dice que el castillo fue un laboratorio en el que los médicos nazis practicaban aterradores experimentos con los habitantes de las aldeas cercanas. No existen pruebas al respecto de estos supuestos crímenes.

El por qué de su peculiar arquitectura

Incluso hoy, el castillo Houska está lleno de detalles extraños para un observador atento. El patio interior del castillo está fortificado como si se hubiera creado para retener algo en su interior. El exterior del edificio, sin embargo, no tiene defensas. Además, muchas de sus ventanas son falsas. Tras ellas solo hay mas piedra.

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La explicación más sencilla a estas peculiaridades se remonta a 1658 y no tiene que ver con demonios ni entradas al infierno. Ese fue el año en el que se ordenó el derribo parcial del castillo. La Guerra de los 30 años dejó el país tan destrozado que los Habsburgo decretaron la demolición de buena parte de las fortalezas militares de le región de Bohemia.

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En el caso de Houska, la reforma corrió a cargo del arquitecto italiano Giovanni Batista Pieroni. Las defensas exteriores del castillo se desmantelaron junto a las murallas, la torre principal y parte de los edificios anexos. Los escombros se usaron para cegar el foso que rodeaba la construcción. En los siglos venideros, el edificio paso por varias reformas de estilo renacentista que trataron de adaptar su uso como residencia palaciega sin mucho éxito.

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En cuanto a las ventanas tapiadas, se cree que es una adaptación que hicieron los nazis para proteger mejor el edificio de posibles ataques aéreos. Casi todo tiene una explicación racional en el castillo Houska, solo que a menudo la teoría más extraña es la que perdura en el imaginario popular.

Si tienes curiosidad por visitar esta entrada al infierno puedes hacerlo entre abril y octubre. La construcción mantiene su halo de misterio y ha protagonizado varios programas de cazadores de fantasmas en los que sus expertos concluyen (por supuesto) que se trata de un lugar maligno y embrujado. No faltan los visitantes que juran haber escuchado extraños ruidos provenientes del suelo de la capilla o han visto siniestras criaturas y sombras acechando en los bosques que lo rodean.