Incluso a plena luz del día, el bosque petrificado es un lugar extraño. Todo el suelo está recubierto de pedazos de madera de diferentes tamaños solo que no es madera, sino piedra. Algunos visitantes de este hermoso Parque Natural acaban cediendo a la tentación de llevarse una de estas piedras de recuerdo pero eso no es raro. Lo raro es que muchos acaban devolviéndolas.
El bosque petrificado es precisamente eso, un bosque de pinos que quedó cubierto por sedimentos hace más de 200 millones de años. En este ambiente pobre en oxígeno, la madera no se pudre, sino que va absorbiendo los minerales del terreno hasta que el tiempo crea una réplica perfecta del árbol, pero hecha en roca.
Este tipo de fósiles vegetales son frecuentes en muchas partes del mundo, pero en el Parque Natural del bosque petrificado de Arizona son especialmente abundantes y hermosos. La tentación de llevarse una de estas piedras es perfectamente comprensible, porque combinan las formas de la madera con las hermosas tonalidades de elementos que contaminan el cuarzo como hierro, manganeso o cobre.
Curiosamente, muchos de los turistas que se llevan una de estas piedras como recuerdo acaban devolviéndolas. No se trata de un hecho aislado. Desde que lleva constancia de ello, la dirección del parque ha recibido más de 1.200 cartas, la mayor parte anónimas, acompañadas de los fragmentos de roca sustraídos.
Hay cartas de todo tipo. Algunas muestran la inocencia de un niño al que le han regañado por llevarse una roca bonita. Otras están escritas por adultos que dicen devolver la piedra porque no pueden soportar los remordimientos que les provoca haberlas robado. Las misivas más intrigantes son las que atribuyen a las piedras una especie de maldición que otorga mala suerte a quien las roba. Entre los efectos atribuidos a este sortilegio hay todo tipo de desgracias, desde accidentes de coche, a animales domésticos que enferman y hasta muertes de familiares.
La superstición y la culpabilidad son fuerzas poderosas, y la leyenda urbana de que las piedras dan mala suerte no hace sino incrementar el número de piezas devueltas. Los conservadores del parque no pueden repartirlas sin ton ni son porque ello distorsionaría los estudios paleontológicos que se realizan en la zona. En su lugar, han acumulado las piedras devueltas en un montón a la entrada del parque que ya se conoce como La pila de la conciencia.
El fotógrafo Ryan Thompson descubrió este montón y las cartas en 2012, y decidió recopilar las mejores cartas y sus piedras en un libro titulado Mala suerte y piedras calientes (Bad Luck. Hot Rocks). En su página web, Thompson ofrece una muestra de algunas de estas misivas y las extrañas rocas que iniciaron sus historias. El libro puede comprarse aquí o en Amazon. [Bad Luck. Hot Rocks vía New Scientist]