Una de las ventajas de una feria como el CES es que da la oportunidad de probar productos que sólo están disponibles en regiones concretas. El LG G Flex, el primer smartphone curvado y flexible de la coreana, es el mejor ejemplo. Salió a la venta a finales del pasado año, pero sólo en Corea del Sur. Ahora llegará en Febrero a Europa, y también a España (finales de febrero/principios de Marzo). Nosotros hemos podido, por fin, tenerlo entre las manos.
¿Por qué es importante? El LG Flex es uno de los primeros teléfonos con pantalla curva. No tiene malas prestaciones; es un Android de última generación con procesador Snapdragon 800, 2Gb de RAM, soporte LTE y cámara de 13 megapíxeles. El salto entre aplicaciones es fluido, el sistema se mueve con soltura y el terminal puede equipararse en potencia a otros teléfonos de gama alta de Samsung, la propia LG o Motorola.
Pero lo que realmente lo separa del resto de la oferta del mercado es su pantalla.
Fabricada con OLED y de seis pulgadas, tiene una ligera curvatura en los extremos. La idea es que gracias a ella el teléfono ofrece una experiencia más inmersiva a la hora de ver un vídeo, aunque en nuestra opinión la diferencia con una pantalla plana no es tan grande. La curvatura puede ayudar también a disipar algunos de los reflejos con luz que incida directamente sobre la pantalla.
Es realmente curioso tenerlo en la mano y ver el efecto en directo, pero no resulta especialmente cómodo. Esas 6 pulgadas de tamaño lo vuelven realmente poco manejable, con o sin curva. Que la pantalla tenga sólo resolución 720p tampoco ayuda. Estamos acostumbrados a ver teléfonos de menor tamaño con 1080p y la falta de densidad se nota a simple vista:
Hay, en cualquier caso, otras cualidades que tratan de redimir al teléfono de estos fallos.
La pantalla no sólo se curva, sino que es "flexible". Las comillas, aquí, son necesarias. El LG G Flex es un teléfono rígido, pero puede curvarse ligeramente a modo de protección en caso de que alguien presione sobre la parte trasera cuando reposa sobre una superficie plana. La primera vez que se hace da un poco de miedo (y LG recomienda no hacerlo) pero si por cualquier razón alguien pisa o se apoya en el teléfono cuando descansa con la pantalla boca abajo, sobrevivirá.
La carcasa está fabricada con un polímero especial que puede repararse con solo frotar y generar calor. Los arañazos y marcas desaparecen de la superficie. No es infalible y algunas marcas profundas dejarán algo de huella, pero para pequeños golpes o esos encuentros fortuitos con las llaves en el bolsillo es una solución muy buena.
En definitiva, el LG G Flex da la sensación de ser un teléfono experimental, un capricho del fabricante para probar cómo sienta una pantalla tan diferente entre el gran público y si realmente hay un mercado o no para teléfonos curvos. Lo mejor es pensar que algunas de estas cualidades, como la flexibilidad de la pantalla o la carcasa capaz de reparar de forma automática pequeños arañazos, serán comunes en los móviles que veremos en un futuro cercano.