Que los Wachowski van a lo suyo no es un secreto para nadie. Ellos tienen su particular manera de hacer las cosas (la vida, en general) y los demás tenemos que intentar seguirlos. A veces sale muy bien, a niveles de Matrix, y a veces sale muy mal, a niveles de Jupiter Ascending. Sense 8 no se va a ninguno de esos extremos, pero merece la pena.
Por el lado del argumento, Sense8 le sigue la pista a ocho (sorpresa) individuos cuyos estímulos sensoriales están conectados entre sí. Al principio a todos les resulta confuso, pero poco a poco comienzan a darse cuenta de que en realidad esas sensaciones pertenecen a otro individuo y Naveen Andrews (el tipo que interpretó a Sayid en Lost) quiere reunirlos a todos para evitar una conspiración extraña a nivel mundial.
Bing. Eso que suena es la campanita de los tópicos. Sense8 está lleno de ellos. De hecho, personajes conectados entre sí sin que sepan muy bien cómo, superpoderes y conspiraciones mundiales ya deberían haber hecho saltar una referencia: Heroes. Sense8 es el Heroes de la segunda década del siglo XXI, con la virtud añadida de que no tiene a Tim Kring detrás, el tipo que se encargó de coger las ideas tan geniales que tenía la primera y hundirlas hasta su particular infierno.
La cuestión es que Sense8 no tiene a Kring, tiene a Wachowski 1 y Wachowski 2. Y ellos, como hemos dicho, van a su ritmo. Eso en nuestro caso concretos se traduce en que se toman su tiempo para explicarlo todo, y aún así mucho se queda sin aclarar. Bing, segunda campanita de los tópicos, también se parece a Lost.
Por otro lado, Sense8 es leeeeeeenta. Muy lenta. Es lo más parecido a una película repartida en 12 episodios. Los 3 o 4 primeros, en esencia, se dedican a poner todo el “suelo” de la serie a nivel argumental y a crear el fondo para cada personaje. 3 capítulos para hacer más creíble lo que hay detrás, el background, de cada personaje. Es Netflix, al fin y al cabo, es como si estuviese pensada para verse del tirón en 10 gloriosas horas. Y funciona.
Lo interesante también es que la acción salta todo el rato a diferentes partes del mundo, desde Islandia a Chicago, pasando por Londres, Kenya y San Francisco. Cada ubicación tiene su personalidad propia y su tono característico, así como cada personaje, dando como resultado un mix algo raro pero que también funciona, como si fuesen muchos subgéneros dentro de un solo.
¿Deberías verla? Es poco probable que Sense8 le cambie la vida a nadie, es poco probable que cambie nada, para tal caso, pero como ejercicio de ciencia-ficción consigue dos cosas: ser creíble y desarrollarse a un ritmo tal que el final de cada capítulo siempre es el principio del siguiente.
Vaya por delante que es relativamente sencillo mejorar algo para lo que se tiene unas expectativas cercanas a 0, como era mi caso, pero Sense8, con su obsesiva atención al detalle, su ritmo lento pero calculado y su racimo de disparates merece la pena después de todo. De momento es suficiente.
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