
Fija tu mirada en la imagen que tienes arriba. ¿No se mueve ni un milímetro verdad? Ahora comienza a hacer scroll por la página. ¿Has visto cómo se movían los círculos? Tranquilo, no solo te pasa a ti.
La respuesta a esta ilusión óptica está el esfuerzo de nuestra mente para captar lo que se mueve a nuestro alrededor, explican en Popular Science.
Como los conos y bastones que hay en tu retina están programados para percibir cambios en la luminancia de un objeto, tu cerebro tiende a asociar la existencia de movimiento a escenas como ésta, donde hay un contraste pronunciado entre la parte clara y la oscura de la imagen. El hecho de que el círculo interior esté rotado 90 grados y que exista un ligero sombreado, hace que tu cerebro interprete el movimiento donde realmente no lo hay, de forma que veas cómo uno de los círculos baila encima del otro.
En esta otra ilusión óptica sucede algo parecido: al cambiar la luminancia alrededor de los bordes y el fondo, puede hacer que parezca que el diamante se está moviendo, pero en realidad tiene que ver con la misma asociación que hace nuestro cerebro de los cambios de luminosidad y el movimiento.