Piensa en un recuerdo de tu vida que se ha mantenido imborrable al paso del tiempo. Es probable que sea un hecho emocionante, independientemente de que sea triste o feliz. También es muy posible que lo recuerdes con detalle como si fuera ayer. Aunque una parte del mismo es probablemente falso.
Contrario a lo que podamos pensar, gracias a esa construcción parcialmente falsa del evento o momento que vivimos, los humanos podemos seguir adelante con nuestras vidas sin angustias ni frustraciones. Y es que la mayoría de grandes recuerdos que guardamos en la biblioteca de nuestra mente tienen un mismo patrón: están marcados por la emoción, aquello que nos mueve en la vida. El resto es el decorado, donde cada uno añade lo que la ciencia ha denominado como los recuerdos falsos verdaderos.
Ocurre también que la misma ciencia se ha dado cuenta de que no sólo somos capaces de crear recuerdos (falsos) personales, sino también de construirlos para otros. Por eso hace unos años se llevó a cabo uno de los estudios más importantes en cuanto a la memoria y ese porcentaje de recuerdos falsos que tenemos.
Un hombre con una habilidad muy especial
Frank Healy era especial desde muy joven, aunque la habilidad con su memoria a veces era más un fastidio que un regalo. Desde pequeño había estado fascinado con los horarios de la televisión, los horarios de los trenes, de los autobuses, el clima o las noticias en la tele. De hecho se hacía notas mentales, notas que recordaría el resto de su vida. Su mente estaba llena de tantos detalles a la vez que cuando iba a la escuela las lecciones del profesor se perdían entre tanta información. Lo mismo le pasaba con sus padres, quienes se enfadaban porque era incapaz de escucharles absorto por cada momento y situación que acontecía en el tiempo.
Healy no reveló esta habilidad única a sus compañeros hasta que estaba en octavo, momento en el que decidió mostrar al mundo su memoria para un show de talentos en la escuela. Ocurrió un 6 de junio de 1974 y aún hoy se acuerda perfectamente. Fue un jueves y ese día fue el gran protagonista. Todos los niños pasaron el día acercándose y preguntándole sobre los cumpleaños y otras fechas de la clase. Fue tal el furor que causó, que el profesor de Healy salió del aula para contarle al director sobre el asombroso recuerdo del joven.
Pero como decíamos, no todo fue bueno. Cuando Healy creció se dio cuenta de que los dolorosos acontecimientos que ocurrieron en su pasado hace 20 o 30 años, volverían a él con la misma intensidad emocional, como si revivieran una y otra vez cada vez que los recordaba. De esta forma Healy guardaría como un tesoro incapaz de perderse los mejores recuerdos de su vida, pero también los eventos más desgraciados y tristes.
Con el tiempo aprendió a vivir con los recuerdos negativos añadiéndole un giro positivo a los mismos. No sólo eso, se dedicó a ayudar a las personas que tienen problemas para recordar, incluso se dedicó a escribir libros sobre su portentosa memoria y cómo resulta vivir con ella.
Años después, en mayo del 2008, Healy escuchó hablar de la investigación del profesor y neurólogo James McGaugh del UC Irvine’s Center. De repente se da cuenta que no está sólo en el mundo. McGaugh fue el hombre que descubrió a la primera persona que tenía un poder muy especial, el mismo de Healy. Así que el hombre le envió a los investigadores de la UC Irvine sus memorias.
McGaugh y su equipo las leyeron y le enviaron de vuelta una serie de preguntas. Tras la posterior respuesta de Healy le acaban citando para una investigación muy importante. Healy debía acudir al centro del profesor.
Recordando con todo lujo de detalles
Se calcula que sólo en Estados Unidos existen unas 50 personas de las denominadas como Highly Superior Autobiographical Memory (HSAM), es decir, aquellas con la misteriosa habilidad para recordar fechas y eventos del pasado con detalles que al resto de los mortales se nos hace imposible. Un ejemplo: estas personas con memoria superior son capaces de recordar lo que comieron para desayunar en un día específico hace 10 años.
Así que si hay que hacer un estudio sobre la capacidad de la memoria humana, de sus límites y de la entrada de recuerdos falsos, no existe nadie mejor en el planeta que estas personas. Y Healy era una de ellas.
Así fue como una tarde de febrero del 2011 siete investigadores de la Universidad de California en Irvine se sentaron alrededor de una larga mesa frente a Frank Healy. El hombre tenía 50 años en aquel entonces. Los investigadores comenzaron a turnarse para interrogarle sobre su extraordinaria memoria.
Uno de ellos comienza con una fecha. El tipo le dice a Healy: 17 de diciembre de 1999. Healy responde:
Bien, sí, lo recuerdo perfectamente. El genio del jazz Grover Washington Jr. Murió mientras daba un concierto.
El investigador entonces le pregunta por el desayuno que tomó esa mañana. Healy respondió:
Ese día tomé unos Special K. Para el almuerzo tomé paté y queso. Curioso, porque ese día recuerdo perfectamente cómo iba de camino al trabajo cuando escuché la canción You’ve Got Personality en la radio. Luego cuando entró a la oficina un tipo que estaba cantando una parodia del Jingle Bells.
Los investigadores pasaron entonces a otra fecha: 26 de marzo de 1990:
Recuerdo perfectamente esa noche. Fue la de los premios Oscar de la academia y mientras trabajaba en un clínica de salud mental intentaba verlo en los huecos libres. Ese día recuerdo que uno de los pacientes me dijo que se portaba mal porque la única atención que recibió al crecer fue negativa.
¿Y el 8 de octubre del 2007? Healy respondió:
Ese día fue especialmente caluroso para las fechas en las que estábamos. Las máximas llegaron a 29 grados y recuerdo nadar por la mañana y encontrarme a un hombre que me dijo, “parece que estamos en julio”.
Cuando las pruebas de memoria terminaron los investigadores le dijeron a Healy que si quería preguntarles algo. El hombre quería saber cómo se utilizaría la investigación. Los investigadores le explicaron lo siguiente:
Hay muy pocas personas en el mundo que tienen tu habilidad. Queremos saber qué sucede en tu cerebro para que te permita hacer eso.
Desde hace mucho tiempo se sabe que la memoria humana y las historias que recordamos tienen un hándicap: la memoria no es infalible. Tras el trabajo llevado a cabo en Irvine los científicos ahora tienen una idea de lo poco confiable que puede ser. La investigación encontró que incluso las personas como Healy (HSAM) son susceptibles de tener recuerdos falsos, lo que sugiere que las distorsiones de la memoria son básicas y generalizadas en los seres humanos, y que es muy poco probable que exista alguien inmune a ello.
El trabajo, publicado posteriormente en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), venía a corroborar los estudios de la profesora Elizabeth Loftus, quién se había pasado décadas investigando cómo los recuerdos pueden contaminarse con acontecimientos que nunca sucedieron. Loftus había encontrado que los recuerdos pueden ser plantados en la mente de alguien si están expuestos a algún tipo de desinformación después de un evento, o si se les hacen preguntas sugestivas sobre el pasado.
Como parte de su trabajo, la profesora había sido capaz de convencer con éxito a gente común de que se habían perdido en un centro comercial en su infancia, y además señalaba que en estos recuerdos de memoria falsa no escapa nadie, incluso aquellas personas de alto perfil que podemos considerar como extremadamente inteligentes.
El estudio de Irvine demostró que incluso aquellos recuerdos aparentemente impecables también son susceptibles de manipulación. Todo un problema, porque como apuntaron en la publicación:
Esto podría tener implicaciones importantes en los campos de la psicología legal y clínica, donde la contaminación de la memoria ha tenido consecuencias particularmente importantes.
Esto es importante por muchas razones y en muchos ámbitos, pero probablemente uno de los perturbadores gira en torno a todo nuestro sistema de creencias y a las experiencias emocionales que han acabado moldeando las personalidades. ¿Qué parte es verdad y qué parte es falsa? Lo mismo ocurre a nivel global: la historia, los escritos, la cultura que se ha pasado de generación en generación... ¿qué porcentaje es confiable y qué no? Lo que nos llevaría a otra más escalofriante, ¿y si hemos construido nuestras creencias sobre hechos que no son del todo ciertos?
El profesor McGaugh, después de haber investigado numerosos casos de gente extraordinaria con HSAM, explica que toda la memoria humana está coloreada con trozos de experiencias de la vida. Cuando la gente recuerda (y aunque no se de cuenta), “está construyendo”. Según el profesor:
Esto no significa que sea totalmente falsa. Significa que están contando una historia sobre sí mismos y están integrando cosas que realmente recuerdan en detalle con otras que son potencialmente verdaderas.
Si las mentes extraordinarias dan error...
El estudio, dirigido por Lawrence Patihis, fue el primero donde las personas con HSAM habían sido sometidas a pruebas de falsos recuerdos. Las personas como Healy pueden recordar detalles de lo que pasó cada día de su vida desde la infancia, y cuando esos detalles se verifican con revistas, vídeos o documentación de la época, suelen estar correctos en un 97% de las veces.
Para el trabajo reunieron a 20 personas dotadas con la extraordinaria memoria. A todos ellos les mostraron una serie de imágenes. Por ejemplo una con un hombre robando una cartera de una mujer mientras fingía ayudarla, o a un hombre entrando en un coche con una tarjeta de crédito y luego robando lo que había en su interior. Más tarde leyeron unos textos sobre las presentaciones de diapositivas que habían visto anteriormente, unos escritos que contenían información errónea.
Cuando los investigadores les preguntaron más tarde sobre los acontecimientos los sujetos con memoria superior dieron una tasa de error idéntica a las personas con memoria normal.
En otra prueba los sujetos fueron informados de que existían imágenes en las noticias del accidente de avión que ocurrió en el 2001 en Pensilvania, una información falsa, ya que tales imágenes no existían. Cuando se les preguntó si recordaban haber visto las imágenes antes, el 20% de los HSAM indicaron que tenían recuerdos comparado con el 29% de las personas con memoria ordinaria. Según Patihis:
Aunque el estudio se centraba sobre las personas con HSAM, el estudio realmente nos dice que debemos volver a evaluar acerca de nuestra propia memoria. Atrás quedaron los días en que la gente pensaba que tal vez un 20%, un 30% o un 40% de las personas son vulnerables a las distorsiones de la memoria.
Dos años después del estudio, en el 2013, a Healy lo entrevistaron para que recordara la investigación. El hombre recordaba con todo lujo de detalles ese día. Al fin y al cabo, habían pasado únicamente dos años, una minucia para la increíble habilidad memorística del hombre.
Healy recordaba su primer encuentro con los investigadores, la sala, una mesa larga e incluso el sitio donde se sentó. También recordaba que le pidieron que escribiera una serie de cartas y números. Luego pasó a una zona con una tablero verde y le dijeron que escribiera con una tiza. Al terminar le pidieron que se diera la vuelta y que recordara lo que había escrito. El hombre recordaba perfectamente aquella secuencia de números, “1,9,6 y 4”. Luego le hicieron una tanda de preguntas sobre la memoria.
Era verdad. Aquellos fueron los números, aunque lo que recordaba como una tabla verde era una pizarra, y lo que recordaba como una tiza eran marcadores de colores. Además, a Healy se le pidió que escribiera en la pizarra después de contestar a las preguntas sobre la memoria, y no al revés.
El estudio de Patihis había hallado algo desconcertante. Los individuos con la memoria más increíble que jamás haya tenido un ser humano eran capaces de recordar detalles triviales (tales como el almuerzo) de hace 10 años. En cambio, no eran capaces de recordar otros donde se incluían palabras, secuencias o fotografías en un pase de diapositivas.
La emoción en los recuerdos
Lo cierto es que para todos los humanos, cuanto más fuerte es la emoción unida a un momento, más probable es que las partes de nuestros cerebros involucrados en la memoria se activen. El profesor McGaugh lo explica de manera muy gráfica con un ejemplo:
Uno no recuerda cada viaje que hace a diario para ir a trabajar. Pero si a lo largo de uno de estos viajes eres testigo de un accidente mortal, probablemente ese día lo vas a recordar el resto de tu vida. Eso es porque los recuerdos que nos acompañan están teñidos de emoción.
¿La razón de ello? ¿por qué hemos evolucionado de esta manera? Seguramente porque era esencial para nuestra supervivencia. Un animal va a un arroyo y es mordido por un tigre pero sobrevive, ese mismo animal sabe que no es una buena idea volver a ese arroyo.
El profesor explica que las personas crecemos formándonos creencias y valores, y que a partir de ahí desarrollamos explicaciones dentro de los recuerdos para darle forma precisamente a esas creencias y valores. En realidad, lo que hacemos es crear una historia.
La mente y la memoria humana no sólo registran y recuperan información y experiencias, sino también las infieren, llenan huecos y construyen sobre ellas. De alguna forma, es posible que los fallos o recuerdos falsos de la memoria a la hora de proporcionar réplicas exactas de experiencias no sean una limitación de la memoria, quizás se trata de un diseño adaptativo, una manera de darle forma y orden a la existencia humana sin que nos entre la angustia (o el dolor) del olvido.
Ya lo decía Freud:
Recordar es el mejor modo de olvidar.