Dicen que cuando los niños son pequeños, su mente crece y absorbe todo al mismo tiempo como una esponja. Por esta razón, a los críos parece costarle menos aprender dos idiomas o más, ser bilingües a edades tempranas. ¿Qué ocurriría si a tu hijo sólo le hablas en el lenguaje de Star Trek desde pequeño?
Para aquellos que desconocen el apasionante mundo real sobre el universo de Star Trek que existe fuera de las pantallas, hay hasta un instituto bajo la lengua de la saga: el Klingon Language Institute. Se trata de una corporación sin fines de lucro cuya existencia “facilita la exploración académica del idioma y la cultura Klingon”. Incluso tienen el permiso de CBS Studios para usar marcas comerciales como Star Trek y Klingon.
Entre las figuras de esta especie de instituto interestelar, se encuentra el doctor d’Armond Speers, programador computacional estadounidense y miembro destacado del KLI. El hombre es conocido precisamente por llevar a cabo uno de los experimentos más marcianos que se recuerden: el intento de criar a su hijo, Alec Speers, como bilingüe: en inglés, y Klingon.
Ocurrió en la década de los 90, cuando el lenguaje de la saga había adquirido vida propia en el mundo real, con una amplia comunidad de hablantes, el famoso instituto que contábamos, un periódico e incluso una revista de poesía (en Klingon).
Al igual que muchos seguidores del lenguaje, Speers (padre) no era lo que se dice un trekkie de núcleo duro, y su decisión de enseñar a Alec el Klingon era tan académicamente seria como única. El programador, de 28 años entonces, perseguía su doctorado en lingüística en la Universidad de Georgetown, y veía su esfuerzo como una aventura educativa adicional.
A los dos años, Alec parecía avanzar adecuadamente. Hablaba varias palabras klingon, incluyendo “vavoy”, que significa “papá”. “Cuando habla, tiende a preferir el inglés, aunque usa Klingon para algunas cosas”, decía el orgulloso padre a los medios que se interesaban por su historia.
En la casa de los Speers, el klingon y el inglés competían por la atención de Alec, y el niño mezclaba continuamente las palabras. Por ejemplo, en vez “Do not”, decía “Qo” en Klingon. El programador decía que su esposa, aunque no era fan de la cultura Klingon o Star Trek, aprobaba por completo su proyecto.
Speers argumentaba que ayudar a Alec para que hablara inglés y klingon no era menos beneficioso que los bilingües tradicionales: “Mi sensación es que es bueno para la gente en general saber más de un idioma. Obtienes puntos de vista y perspectivas diferentes sobre las cosas, y hay evidencias que sugieren que los niños que son bilingües obtienen mejores resultados académicos”.
Ocurre que, una vez fuera de la burbuja de Speers, Alec no parecía normal. Cuando el chico estaba en la calle la gente se paraba para ver qué le ocurría a aquel niño hablando un idioma incomprensible. Peor aún, cuando estaba con críos de su edad, estos se reían del niño “marciano”.
Detrás de esta idea inclasificable del programador estaba la de impulsar el lenguaje que tanto adoraba. Alec era la única oportunidad que tenía de hacer que el lenguaje cobrara vida a diario. Luego, pasado un tiempo, el hombre volvió a aparecer en los medios para decir lo siguiente:
He podido enseñarle a Alec casi todo lo que necesita en Klingon. Una de las razones por las que considero que este lenguaje es tan interesante es porque el vocabulario y la gramática son muy limitados, realmente tienes que pensar en cómo vas a decir algo.
Llegará un momento en que dejará de hacer el esfuerzo de hablar klingon porque será más fácil para él hablar inglés, que es el idioma predominante, pero hasta entonces, los dos seguiremos con nuestra conversación privada y única.
Y así fue. Uno de los experimentos más raros (y condenados al fracaso) que se recuerdan, se fue apagando conforme Alec se hacía mayor y tomaba conciencia de su lugar en el mundo (y el de su padre). Afortunadamente, eligió el planeta Tierra y el inglés como lengua principal, y Speers anunció el final de su proyectó en 1997. [Wikipedia, CityPaper]