Vasily Babina acaba de salir de la prisión de Ekaterimburgo donde cumplía condena desde 1991 por robo, asalto y asesinato. Antes siquiera de que pudiera pisar la calle, Babina ha sido trasladado a otro centro por las autoridades rusas de inmigración. ¿La razón? No tiene pasaporte válido.
El problema es que Babina entró en la cárcel en 1991, o sea, antes de la disolución de la Unión soviética. Cuando comenzó a cumplir condena su pasaporte era de la URSS, pero nunca tuvo la oportunidad de renovarlo porque había nacido en Kazajistán, y la prisión donde cumplía condena ahora estaba en Rusia.
Cuando por fin llegó el día en que había que liberarle, las autoridades rusas se encontraron con la paradoja de que, técnicamente, Vasily no es ciudadano de ningún país, así que la única solución que ha encontrado un tribunal de la ciudad, con la ley de inmigración en la mano, es retenerle de nuevo, esta vez en uno de los centros que se usan para inmigrantes ilegales.
Allí se calcula que permanecerá hasta mayo. Por motivos que no ha hecho públicos, el gobierno ruso no quiere ofrecer a Babina el pasaporte del país. En su lugar ha ordenado tramitar su deportación a Kazajistán. Ahora mismo hay otros presos en la misma situación que él. Si nos atenemos al precedente, todos serán deportados también, aunque esperemos que no sea alargando sus condenas como ha ocurrido con Babina. [vía Foreign Policy]