El bitcoin es la moneda del momento. Su vertiginoso repunte está haciendo que muchas personas valoren la posibilidad de invertir en él. Pero hay unas cuantas cosas que deberías saber y meditar si pretendes apostar por este activo para no dejarte todo tu dinero en medio de la fiebre de compra.
El bitcoin, moneda virtual, es una representación digital de valor que no es ni emitida por un banco central, ni por una autoridad pública, ni está vinculada a una moneda legalmente establecida. No posee el estatus legal de moneda o dinero, pero es aceptada por personas como medio de cambio.
Esto no quiere decir que no sea legal, operar con bitcoins en la mayoría de países es legal siempre que se destine la moneda a una actividad que también lo sea. Sólo significa que nadie se responsabiliza de ella: cuando no quedan activos de una divisa, los bancos centrales pondrán más y así se te garantiza la disponibilidad; pero cuando esa divisa no está legalmente reconocida, si no queda simplemente no queda: está por defecto limitada al total de activo que los entes individuales hayan por sí mismos transformado y estén vendiendo. Y, de todas formas, hay una particularidad más con el bitcoin: tiene un tope de 21 millones.
Una divisa limitada y condenada a ser pequeña
Los bitcoins son creados a partir de un proceso de resolución de problemas algorítmicos conocido como minería. En este sistema el número de bitcoins está limitado a 21 millones de monedas divisibles hasta en 8 dígitos. Esta emisión finita es un mecanismo para evitar la inflación y mantener su valor en el tiempo.
Aunque no se prevé llegar al máximo hasta dentro de mucho, cuando ocurra, se solucionará reduciendo la recompensa del proceso de minería o aumentando las divisiones. Lo que significa en la práctica es que el bitcoin no crecerá y crecerá infinitamente en valor: llegará a un punto y se estancará o descenderá por su propia configuración para volver a subir, y así en ciclo durante toda su vida útil.
La importancia de que esté limitada radica en que, pensando más en grande, el mercado de las monedas virtuales es relativamente pequeño y de baja profundidad. La capitalización total de mercado del bitcoin es de aproximadamente 180,000 millones de dólares. Parece mucho, pero es lo mismo que vale solo una empresa como Coca-Cola. Es más, poniendo al bitcoin frente a todos los activos disponibles en los que se puede invertir, representa menos del 2%. Esta es la razón por la que hay inversores de gran calibre que piensan que igual se está dando demasiado alboroto sobre un activo de momento insignificante.
Una inversión arriesgada e impredecible
La limitación a una persona común que quiera invertir una pequeña cifra en esta moneda no le afecta, al menos, de momento. Tan solo nos sirve para poner el mercado en perspectiva. Pero sí hay otras cosas de las que preocuparse, como que especular no nos salga bien, que la casa de cambio que usemos cierre de la noche a la mañana o que nos roben las claves, sin las que, dado el anonimato total de esta moneda, ya no seríamos los dueños de nada.
“Un alto porcentaje de las personas que adquieren bitcoins buscan la obtención de ganancias por medio de la especulación: compran bitcoins a un precio y esperan venderlos a otro precio mayor. Como en cualquier mercado esta practica no está exenta de riesgos. Igual que el precio puede subir, puede bajar”, afirma para Gizmodo en Español Pablo Fernández Burgueño, abogado y responsable legal en NevTrace.
“Además, el bitcoin se gestiona con claves privadas que el interesado puede perder o que le pueden ser sustraídas, haciendo que el especulador pierda completamente el acceso. A estos riesgos hay que sumar el hecho de que las páginas intermediarias en las compraventas o en el depósito de criptomonedas pueden cerrar, quebrar o sufrir ataques. El usuario especulador debe ser consciente de todos estos elevados riesgos antes de cambiar parte de su patrimonio a bitcoins”, amplía.
Se puede argumentar que no se tiene ninguna intención de perder o dejarse robar las claves. Pero bien es cierto que nadie ha tenido jamás la intención de perder o dejarse robar su cartera con su tarjeta de crédito dentro y, sin embargo, sucede relativamente a menudo. Con el banco existen formas de demostrar que tú eres tú, y que el dinero de la cuenta es tuyo; con las criptomonedas la cosa no es tan simple.
Además, las páginas web abren y cierran todos los días, nadie asegura que la casa de cambio elegida no decida cerrar el negocio mañana. Está por ejemplo el caso de Bitmixer, una de las plataformas de mezcla de bitcoin más populares, que operaba desde 2014 procesando aproximadamente unos 65.000 BTC por mes y cerró de golpe solo argumentando “un cambio ideológico”.
Una inversión volátil
Lo cierto es que el escalado o el derrumbe del precio del bitcoin es difícil de predecir. La variación de los precios puede ser manipulada por medio de compras masivas o la paralización de estas en momentos clave precisamente por ser tan pequeño: unos pocos inversores enormes influyen mucho y pueden despegarlo enormemente como dejarlo por el suelo en pocos minutos.
En resumen, es bastante más volátil que otros activos, como por ejemplo las acciones o las divisas. En principio las divisas de un país no bajan y suben grandes cantidades porque sí, les tiene que pasar algo y eso se puede “suponer”. Con el bitcoin todo puede cambiar segundo a segundo y todo está fuera del control del inversor pequeño.
A pesar de todo quiero invertir, ¿qué hago y cómo lo hago?
Si aún queremos invertir debemos acudir a un cajero de bitcoins o registrarse en una casa de cambio para cambiar euros por monedas virtuales mediante tarjeta de crédito o por transferencia bancaria. En principio se podrá volver a cambiarlos en cualquier momento a la inversa con el mismo sistema. Y tendrá sentido hacerlo siempre que nuestra especulación o minado haya funcionado y acabemos con más de lo que pusimos en un principio.
Esta es la filosofía principal que parece simple pero no lo es: compramos a un precio y minamos para aumentarlo (algo parecido a plantar y esperar recoger frutos) o almacenamos y esperamos a que el valor suba por sí mismo (almacenar las semillas hasta que llegue el invierno y exista escasez).
Qué hacer y qué no hacer a la hora de invertir en bitcoins
La aleatoriedad de las criptomonedas es impredecible, ocurren con regularidad fluctuaciones de precios enormes, desplomes instantáneos y subidas brutales. Por ello, nuestro modus operandi debería ser aún más precavido del que tendríamos con cualquier otra inversión: no es recomendable invertir más de lo que estemos dispuestos a perder, ni por supuesto nada que no sea nuestro o endeudarnos para hacerlo.
También es necesario controlar la incertidumbre y las impresiones, más si cabe que con otros activos. Cuando invertimos en acciones de una empresa que nos gusta en sí mismo no estamos haciendo una elección racional: tendríamos que invertir en la que más probablemente nos de dinero, no en la que nos cae bien. Pero de vez en cuando podemos tener razón, porque si nos cae bien es porque lo hace bien y como resultado eso puede mantener sus acciones arriba. Con el bitcoin estas corazonadas no se tienen por qué cumplir.
Por último, da por sentado que no te harás rico. Es factible sacar rentabilidades a pequeñas cantidades especulando debido a las presiones del mercado y a un poco de suerte. A veces ganarás y a veces perderás si juegas en pequeño. Pero si inviertes mucho podrías perder muchísimo y no recuperarte. Por consiguiente, y en conclusión, controla tu dinero, entiende los riesgos, que son altos, y si inviertes sé siempre muy precavido.