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Una caca humana con restos de una serpiente muy venenosa intriga a los arqueólogos

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El colmillo de la serpiente de cascabel hallado en un coprolito fosilizado. El canal del veneno es claramente visible a la derecha
El colmillo de la serpiente de cascabel hallado en un coprolito fosilizado. El canal del veneno es claramente visible a la derecha
Foto: . M. Sonderman et al., 2019

Una caca humana fosilizada hallada en Texas contiene pruebas de que un antiguo cazador-recolector consumió una serpiente de cascabel completa, incluido un colmillo. Los arqueólogos nunca había visto nada parecido.

A finales de la década de los 60, los arqueólogos recolectaron más de mil muestras de coprolitos humanos en un yacimiento conocido como Refugio Conejo en los cañones del Bajo Pecos, al sudeste de Texas. Un equipo liderado por la arqueóloga Elanor Sonderman, de la Universidad de Texas A&M, revisó recientemente toda esa caca y dio con un hallazgo notable.

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Una de las muestras recuperadas contenía vestigios de vegetación e incluso un pequeño roedor que aparentemente fue ingerido sin cocinar. Para los cazadores-recolectores de Bajo Pecos, esto no era algo fuera de lo común. Pero la misma muestra de coprolito también contenía rastros de una serpiente de cascabel completa, incluidos trozos de huesos, escamas e incluso un colmillo. Los autores del estudio creen que es la primera prueba del consumo de serpientes enteras en el registro fósil. Como señalan los investigadores en su artículo, publicado en el Journal of Archaeological Science: Reports, esta ingestión potencialmente mortal quizá fuera realizada por un ritual o razones ceremoniales, y no por nutrición.

La muestra de coprolito antes de su análisis
La muestra de coprolito antes de su análisis
Gráfica: E. M. Sonderman et al., 2019
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La región de los cañones del Bajo Pecos, en Texas, fue habitada por humanos por primera vez hace unos 12.000-14.000 años. El Refugio Conejo está ubicado cerca del cruce de los ríos Grande y Pecos. Sirvió como un espacio seguro para los cazadores-recolectores indígenas durante el periodo arcaico de la región. Los arqueólogos realizaron excavaciones en este yacimiento desde 1967 hasta 1968, extrayendo más de mil coprolitos humanos, entre otros artefactos y fósiles. La cantidad de coprolitos encontrados en un área específica del refugio rocoso sugiere que el espacio fue designado como letrina. Las muestras de caca fosilizadas pueden parecer desagradables, pero permiten a los científicos reconstruir las dietas de los pueblos antiguos.

Un segundo coprolito encontrado dentro de la misma capa estratigráfica que el colmillo de serpiente data de 1529 a 1597 años, aproximadamente (mil años antes de la llegada de los europeos al Nuevo Mundo). Según los investigadores, los cazadores-recolectores precolombinos que vivían en la región del Bajo Pecos tuvieron que lidiar con condiciones del desierto relativamente duras, alimentándose de pequeños animales como roedores (incluyendo conejos), peces, reptiles y cualquier otra cosa que pudieran encontrar. Las presas grandes, como los ciervos, eran relativamente escasas. La vegetación jugó un papel importante en las vidas de los pueblos del Bajo Pecos. Se utilizaba como alimentación, medicina y para producir sandalias, canastas y alfombras. Esta cultura también es conocida por su elaborado y extenso arte rupestre, que frecuentemente representaba serpientes.

La muestra de coprolito que contenía pruebas del consumo de una serpiente entera se almacenó a finales de los años 70. Sonderman y sus colegas Crystal Dozier, de la Universidad Estatal de Wichita, y Morgan Smith, de la Universidad de Texas A&M, han estado reanalizando los diversos elementos excavados durante las excavaciones anteriores en el Refugio Conejo.

En su mayor parte, esta muestra de caca era similar a otros coprolitos humanos encontrados en el mismo sitio. Este individuo en particular consumió una amplia variedad de plantas que tienen tanto valor nutricional como medicinal. El equipo de Sonderman encontró rastros de Agave lechuguilla y Liliaceae, cuyas flores se comían con normalidad. La caca fosilizada también contenía fibras de Dasylirion, relacionadas con la familia del espárrago, y Opuntia, un cactus más conocido como nopal. Estas plantas fueron probablemente consumidas en la primavera o principios del verano.

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También fueron hallados restos de un pequeño roedor en la muestra de caca, “evidentemente comidos enteros, sin indicación de preparación o cocción”, escribieron los autores en el estudio. Esto no es inusual: hay trozos de piel y huesos a menudo en los coprolitos humanos del Bajo Pecos que se remontan a este periodo.

Elementos recuperados del esqueleto del roedor y la serpiente
Elementos recuperados del esqueleto del roedor y la serpiente
Gráfica: E. M. Sonderman et al., 2019
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En cuanto a la serpiente, fue una sorpresa. Los investigadores dicen que se trata de una serpiente venenosa, viperosa, ya sea una serpiente de cascabel cascabel diamantada del oeste o una cabeza de cobre, aunque la última se considera menos probable debido al tamaño del colmillo.

Para ser claros, el consumo de serpientes es común en el registro arqueológico, como señalan los autores del nuevo estudio. Los tepehuanes del noreste de México, por ejemplo, comían serpientes de cascabel como alimento, pero solo después de quitarles la cabeza, el sonajero y la piel (incluidas las escamas) antes de cocinarlas. Lo mismo sucedía con tribu Ute de lo que actualmente es Utah y Colorado, que despellejaban y asaban serpientes al carbón.

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La presencia de escamas, huesos, un colmillo de un centímetro de largo y la cabeza venenosa en la muestra de coprolito es excepcionalmente inusual, dicen los autores, lo que sugiere que fue algo más que sustento, quizás algún tipo de ritual. Y dados los otros alimentos en la caca, no es obvio que este individuo estuviera hambriento o desesperado por comida. Además, y como escribieron los autores en el nuevo estudio, las serpientes tenían un estatus simbólico importante para las personas que vivían en esta región. Las serpientes eran “consideradas seres con poder sobre ciertos elementos de la tierra”, escriben los autores, y “debido a su poder y su papel en varias mitologías, muchas culturas alrededor del mundo incluyen a las serpientes como una característica de ceremonias y rituales”.

El párrafo final del nuevo documento resume su interpretación de los hallazgos bastante bien:

La recuperación de los restos del esqueleto de un vípero en un coprolito humano es notable, no solo por la rareza de tal ocurrencia, sino también porque este hallazgo proporciona una visión de los comportamientos rituales de las sociedades a pequeña escala. La ingestión de una serpiente venenosa entera no es un comportamiento típico de los ocupantes del Bajo Pecos o el Refugio Conejo. También queda claro en [análisis culturales comparativos] y en el arte rupestre de esta región que las serpientes tienen un significado ritual para las poblaciones indígenas del Bajo Pecos. Una explicación probable para la ingestión de una serpiente completa es que el individuo lo hiciera con un propósito ceremonial o ritual distintivo.

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Una potencial preocupación sobre el análisis del coprolito es que el propietario de la caca nunca consumiera realmente el ratón o la serpiente, y que su materia fecal se mezclara con el material circundante, como la piel y los huesos. Le preguntamos a Sonderman sobre esta posibilidad, pero dijo que era muy poco probable.

“Cuando los alimentos se digieren y se producen desechos, los desechos se componen de materiales digeribles y no digeribles”, explicó Sonderman en un correo electrónico. “Los materiales no digeribles incluyen algunas porciones fibrosas de plantas, pieles, huesos y similares. Los materiales no digeribles en el coprolito estaban recubiertos de materia fecal. En función del contexto arqueológico, es posible que grandes porciones de materiales vegetales se hubieran adherido al coprolito poco después de la deposición, pero estos materiales exteriores se retiraron del coprolito antes del análisis. El colmillo estaba dentro del coprolito, no colgando alrededor de él”.

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También se descartó que el coprolito fuera una mezcla de defecaciones múltiples de más de una persona.

“El coprolito estaba claramente definido y era relativamente fácil de separar de los que estaban cerca”, dijo Sonderman. “Puesto que esto ocurrió en una letrina, asumimos que sería poco común que dos personas defecaran en el mismo agujero al mismo tiempo”.

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Solucionadas estas dudas, una limitación importante y bastante obvia de este estudio es que solo hay una muestra. Es posible que la serpiente fuera devorada por un individuo particularmente excéntrico o curioso, y que nunca volviera a suceder. Falta una prueba adicional del consumo de serpientes enteras que evidencie que esto fue algo que se hizo con regularidad, o al menos en ocasiones especiales.

Se hallaron más de mil coprolitos en el Refugio Conejo. Quizás un futuro descubrimiento esté esperando dentro de uno de esos antiguos trozos de caca seca.

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[Journal of Archaeological Science: Reports]