
Apple empezará a vender ordenadores con chips ARM de diseño propio el año que viene, según Bloomberg. El movimiento tiene muchas implicaciones, pero la más inmediata es que la compañía dejará de comprar procesadores a Intel para al menos uno de sus Macs, con la idea de abandonar la arquitectura x86-64.
Fuentes anónimas aseguran que Apple trabaja en tres chips para Mac basados en el SoC A14 del próximo iPhone. Estarían fabricados por TSMC con tecnología de 5 nm, y uno de ellos sería mucho más rápido que el chip del iPhone y el iPad.
Según Bloomberg, el nombre en código del proyecto es Kalamata, y está pensado para obtener un mayor control sobre el rendimiento de los Macs y diferenciarlos de la competencia. Además, facilitaría la unificación del ecosistema macOS y su fallida Mac App Store con la popular tienda de aplicaciones de iOS, la App Store.
A diferencia del chip A12X Bionic de ocho núcleos que lleva el último iPad Pro, los primeros chips de Apple para el Mac tendrán 12 núcleos, ocho de alto rendimiento de nombre en código Firestorm y cuatro energéticamente eficientes de nombre interno Icestorm. Bloomberg dice que en el futuro tendrán aún más núcleos, duplicando o cuadruplicando los núcleos de los procesadores de Intel.
Si bien los chips ARM no tiene parangón con los procesadores x86-64 más rápidos del mercado, Apple podría empezar dando el salto en ordenadores como el MacBook Air más básico, que con su procesador Intel Core i3 de doble núcleo es significativamente más lento que un iPad Pro con un chip A12X Bionic.
Los Macs ya tienen un chip ARM que funciona en paralelo al procesador para mejorar la seguridad del sistema y permitir funciones típicas del iPhone, como invocar a Siri con el comando “Oye, Siri”. Además de terminar de adaptar macOS a la nueva arquitectura, Apple estaría explorando herramientas para que los programas actuales sigan funcionando en los nuevos equipos.
Se dice que Apple lleva tiempo trabajando en el proyecto Kalamata, que forma parte de una estrategia de más alto nivel para hacer que todos los dispositivos de la marca funcionen de manera similar y más integrada. El abandono gradual de los procesadores de Intel cerraría aún más el ecosistema y podría significar el fin del Hackintosh. Para Apple, la jugada es redonda: acabará teniendo más control sobre el hardware y un mayor margen de ganancias. Aparte de ofrecer una experiencia unificada que aún no existe entre el escritorio y el móvil.