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Ciudadano Bezos. Seis preguntas sobre la compra del Washington Post

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El mundo del periodismo se ha estremecido con el anuncio de la compra del Washington Post por parte del magnate Jeff Bezos. Aunque Bezos la ha realizado a título personal y no tiene nada que ver con Amazon, la operación suscita no pocas preguntas. Nosotros nos hemos hecho concretamente seis muy periodísticas.

¿Quién? Jeff Bezos

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Decir Jeff Bezos es decir Amazon, pero el magnate estadounidense es mucho más que eso. Aparte de fundar esta compañía en 1996, Bezos es el propietario de una startup llamada Blue Origin dedicada a la exploración espacial. Su objetivo son los vuelos comerciales al espacio y, eventualmente, hasta la construcción de colonias u hoteles en órbita.

Bezos es un apasionado de la exploración espacial. Recientemente financió una expedición para recuperar los motores del Cohete Saturno 5 perteneciente a la misión espacial Apolo 11. También es conocido por sus donaciones millonarias en apoyo del matrimonio gay. Se dice que Bezos es extremadamente calculador y meticuloso con sus proyectos, y que es capaz de ver oportunidades de negocio a muy largo plazo. Sus decisiones en Amazon han roto el mercado tecnológico y cultural en varias ocasiones, y le han reportado una fortuna personal de más de 28.000 millones de dólares.

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¿Qué? Compra The Washington Post

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Hay pocos periódicos que reflejen tanto la historia viva del periodismo como el Post. La leyenda de esta cabecera empieza en 1972, cuando comienza a destapar el caso Watergate que culminaría con la dimisión del entonces presidente de Estados Unidos, Richard Nixon.

El Watergate fué la historia que permitió al Post superar a su rival de entonces, el Star. En sólo diez años, el periódico pasó de 450.000 ejemplares hasta casi 800.000. En 2012 rondaba el medio millón de copias, bastante por debajo de los 1,6 millones de ejemplares del New York Times y los dos millones del Wall Street Journal, el líder de la prensa estadounidense. A lo largo de su historia, el Post ha destapado numerosos escándalos. El último no es otro que el caso PRISM aireado por Edward Snowden.

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¿Cómo? A precio de saldo

The Washington Post ha costado 250 millones de dólares. Teniendo en cuenta sólo el valor de la marca, es una auténtica ganga. La cifra de compra, sin embargo, no lo es todo. Bezos sólo ha adquirido el nombre y la empresa. Algunos activos, como las instalaciones e inmuebles del periódico, siguen siendo propiedad de los Graham, y Bezos tendrá que pagar alquiler.

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El magnate también tendrá que hacerse cargo de un plan de pensiones que se cuenta entre los mejores de Estados Unidos, y que le costará unos 50 millones de dólares al año para los trabajadores que se vayan jubilando. Los que ya están retirados a fecha de la compra son responsabilidad de los antiguos propietarios. Bezos se ha comprometido a respetar los cerca de 2.000 empleados que trabajan en el Washinton Post. La editora jefe, Katherine Weymouth, y el director ejecutivo recien nombrado, Martin Baron, también seguirán al frente de la publicación.

Bezos no ha sido el único interesado en comprar el Post, pero ha sido el que más dinero ha ofrecido. Sería interesante saber quiénes eran los otros y cuánto pretendían pagar, pero al cierre de este artículo ese dato aún es una incógnita.

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¿Cuándo? En el peor momento posible para la prensa

El periodista y guionista David Simon, creador de la serie de televisión The Wire, ya lo explicaba con maestría en algunos artículos de opinión escritos para el mismo Washington Post. La prensa tradicional agoniza. Este viejo y maravilloso oficio se muere, y la culpa no la tienen los blogs, ni Internet, ni Twitter, ni el mal llamado periodismo ciudadano. La prensa se ha abierto ella misma las venas, como Séneca, cuando ha visto cómo los poderes con los que llevaba compartiendo cama durante décadas le volvían la espalda.

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La competencia por la publicidad, el mercado y los beneficios 'über alles' han sido el cuchillo con el que los medios tradicionales se han desangrado voluntariamente cercenando plantillas, eliminando gastos, y pretendiendo que la calidad de su producto podía mantenerse en manos de jóvenes sin experiencia, profesionales con sueldos míseros, y plazos de entrega mínimos. La competencia gratuita de Internet y la crisis económica general hicieron el resto.

El Washington Post no ha sido ajeno a esta crisis. 2008 fue un año aciago para el periódico, que vio cómo se esfumaban 193 millones de dólares. En 2012, sus ingresos por publicidad caían un 17%, y las ventas un 10%. El periódico puso sus esperanzas en Internet, pero se dio cuenta muy tarde de que poca gente está dispuesta a pagar por información cuando puede encontrarla gratis. Desde el inicio de su crisis, la redacción del Post se ha recortado a un tercio de su tamaño original. En los últimos años el periódico ha visto decrecer sus beneficios un 45%.

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¿Dónde? En un mundo nuevo

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Más que donde, la pregunta correcta aquí es hacia dónde. Tradicionalmente, cuando las empresas tecnológicas han entrado en otros sectores, el resultado ha sido una singularidad, una ruptura brutal del modelo de negocio en la que la mayoría muere, y sólo los que saben adaptarse sobreviven. Ha ocurrido con la música, el cine y los libros. La información es el siguiente campo de batalla.

En el mundo del periodismo tenemos dos grupos que algunos se empeñan en contraponer. Por un lado están los periodistas tradicionales, que han tenido que adaptarse a un nuevo universo que les ha caído encima de golpe. Muchos han 'muerto' ahogados en esta ola digital. Otros se han reinventado, pero el proceso ha sido duro y largo. Del otro lado tenemos a los expertos en Internet, los que saben cómo moverse en las redes. La mayoría se han revelado profesionales incluso mejores que los periodistas tradicionales, pero no son pocos los que han sido demasiado vanidosos como para rebajarse a considerar las normas básicas de una profesión, el periodismo, más vieja y sabia que ellos. El resultado ha sido el imperio del todo vale, del SEO, del marketing y el lobby digital en la peor de sus acepciones. En los últimos años hemos asistido al lamentable espectáculo de ver cómo empresas de blogs repiten los mismos errores que las empresas periodísticas cometían hace veinte años. Todo por no dignarse a aprender de un enemigo derrotado que en realidad murió de enfermedad, no por su mano.

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En mitad de este panorama llega Bezos y compra The Washington Post. Bezos no es un magnate del periodismo tradicional (afortunadamente). Con un perfil a medio camino entre genio de los negocios y de la electrónica, el padre de los Kindle es la persona indicada para decidir hacia donde llevar al periódico mientras este hace lo que mejor sabe hacer: buscar y difundir información. El tándem parece reunir lo mejor (o quizá lo peor) de los dos mundos. A partir de aquí, es donde entramos, como dice el propio Bezos, en un terreno completamente desconocido.

¿Por qué? Para experimentar

El propio Bezos ha declarado lo siguiente al respecto de su compra:

No quiero que se de por supuesto que tengo un plan trazado al respecto. Este será para mi un territorio inexplorado que, por tanto, necesitará de experimentación.

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Bezos ha comprado el Washington Post para experimentar. La declaración de intenciones, lejos de inquietar, resulta tranquilizadora. El dueño de Amazon no necesita más dinero, así que no es de esperar que vaya a tomar decisiones estúpidas o irrespetuosas con la profesión, como ponerse a regalar un juego de cazuelas para intentar levantar las ventas en lugar de contratar buenos profesionales que escriban buenas historias.

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No, Bezos tiene recursos, tiene todo el tiempo del mundo, y sabe perfectamente que el valor de lo que ha comprado depende de que siga fiel a su espíritu y a su leyenda. El escenario más probable es que este avispado hombre de negocios vaya probando su nuevo juguete y realizando diversos ajustes para ver como puede funcionar mejor.

De todos los empresarios del mundo, probablemente Bezos es lo mejor que le podía pasar al Washington Post y, por extensión, al mundo del periodismo. Puede que el Ciudadano Bezos, no logre nada, o incluso que cree un monstruo completamente inédito, pero la compra del Post, al menos, es un punto de partida ilusionante.

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Fotos: Ciudadano Kane (Montaje: Gizmodo ES) / AP Images

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