Enviar un vehículo al espacio por el procedimiento de sujetarlo a un proyectil descomunal impulsado por explosiones controladas no es precisamente tarea fácil. Un solo error a menudo es la diferencia entre el éxito y el desastre total. Para la sonda Mariner 1, ese error fue el símbolo “¯”.
Corría el año 1962. La NASA se preparaba para lanzar al espacio la misión Mariner 1. Iba a ser la primera vez que el ser humano lograba enviar una sonda no tripulada a dar la vuelta alrededor de otro planeta, y el elegido para ese honor era Venus.
El objetivo de la Mariner 1 era circunnavegar Venus y recabar datos sobre su temperatura y la composición de su atmósfera, pero la sonda nunca llegó a abandonar la atmósfera terrestre. Apenas cinco minutos después de su lanzamiento, el centro de control de Cabo Cañaveral emitió una orden de autodestrucción que hizo trizas el cohete y la sonda que viajaba en él. Seis semanas más tarde, la NASA lograba hacer realidad la misión con la sonda Mariner 2.
¿Qué ocurrió con el cohete Atlas Agena que llevaba la Mariner? El escritor de ciencia ficción Arthur C. Clarke lo definió como el guión más caro de la historia, pero en realidad no era un guión, sino un guión alto o superguión. El programador que transcribió el código que regía uno de los sistemas de navegación se comió este símbolo.
Puede parecer un cambio nimio, pero ese superguión determinaba la diferencia entre leer la velocidad promedio del cohete, o suministrar a los sistemas de navegación datos no ponderados. Armado con esta información errónea, el sistema de navegación del Atlas Agena trató de compensar unos valores erráticos que en realidad no existían y el cohete comenzó a dar bandazos y a desviarse de su rumbo. 294,5 segundos después del despegue, y solo seis antes de que Cabo Cañaveral perdiera el control por completo, se tomó la decisión de destruir el cohete y su carga por miedo a que pudieran caer sobre zonas habitadas.
En realidad, el sistema de navegación autónomo del Atlas Agena no debería haber tenido que tomar el control. Si lo hizo fue debido a un error previo en la antena que hizo imposible determinar la velocidad desde Tierra. Sea como fuere, tampoco se puede culpar del todo a los programadores. En aquellos tiempos no había sistemas de detección de errores. El código escrito en Fortran se transcribía manualmente a binario mediante tarjetas perforadas. La ausencia del carácter hizo a la NASA perder 18,5 millones de dólares de la época, una cifra que aplicando la inflación de hoy ronda los 150 millones. [vía Real Engineering]