
Pocos casos han dado tanto que hablar en Australia como el conocido Tamam Shud. El extraño cadáver encontrado la mañana del 1 de diciembre de 1948 en la playa de Somerton sigue siendo, 70 años después, uno de los grandes misterios sin resolver. Ahora, las autoridades quieren dar un impulso definitivo a la investigación.
La historia la contamos hace varios años. El principal problema de aquel cuerpo sin vida postrado de forma extraña era la falta de identificación. No solo eso. El traje que llevaba tampoco contenía etiquetas (se habían arrancado), y junto a los elegantes zapatos que llevaba puestos nada parecía encajar.
La autopsia arrojó más dudas. Los médicos llegaron a la conclusión de que el hombre probablemente había muerto por insuficiencia cardíaca, aunque una hemorragia interna sugería que fue un veneno, no causas naturales, lo que provocó su final. Si fue el veneno el que lo mató, habría sido una sustancia de acción y desaparición rápida, ya que no se encontraron rastros de ella.
Finalmente, se encontró lo que parecía una pista. Tras un nuevo examen exhaustivo del cuerpo los investigadores encontraron un bolsillo previamente inadvertido en la cintura de los pantalones. Contenía un trozo de papel con las palabras Tamam Shud.

Se trataba de un trozo de página del libro de poesía Rubaiyat of Omar Khayyam, en este caso una edición neozelandesa extremadamente difícil de conseguir. La obra, escrita en el S.XII, se había convertido en un relato popular en Australia durante los años de guerra. La palabra en cuestión significaba “terminado” o “fin”, y eran las últimas del libro.
El libro, encontrado en julio de ese año, también contenía una serie de letras garabateadas en la contraportada. Los expertos no pudieron descifrarlas, suponiendo que las cartas fueran un código, y lo cierto es que sigue sin descifrarse hasta hoy. Alguien también había escrito un número de teléfono en la parte posterior del libro. Ese número llevó a los investigadores hasta una enfermera llamada Jo Thomson.
Sin amigos ni familiares que se presentaran para reclamar el cuerpo, Thomson fue la única pista. Afirmó que nunca había conocido a la víctima ni le había dado el libro, pero cuando se le mostró un yeso de la cara, al parecer estuvo a punto de desmayarse.
Hasta el 2007 el caso parecía no avanzar, sin embargo, ese año Derek Abbott, profesor de la Universidad de Adelaida, decidió revisarlo. Con su ayuda, las autoridades parecían estar más cerca que nunca de identificar al hombre de Somerton. Según su teoría, Thomson tuvo un hijo ilegítimo con el hombre de Somerton antes de morir, lo que explicaría por qué dudaba en admitir que lo conocía.
Sea como fuere, después de años de esfuerzos de investigaciones, la policía de Australia del Sur ha aprobado una exhumación del cuerpo para encontrar respuestas. Según las autoridades:
Finalmente este caso, que ha sido estudiado, investigado y seguido por más de 70 años, será reexaminado y, ojalá, muchas de las preguntas que rodean su enigmática vida sean contestadas.
Cuentan que el cuerpo tendrá ADN para comparar con los parientes vivos potenciales y las bases de datos genealógicas, aunque el equipo que realiza las pruebas se enfrentará al desafío adicional de que el cadáver tiene más de 70 años y ha sido embalsamado, lo que puede dañar el mismo ADN.