La rana demonio (Beelzebufo ampinga) no tiene ese apodo por nada. Se trata del batracio más grande que ha existido jamás, y aunque se extinguió hace 70 millones de años, sus fósiles siguen fascinando a los científicos. El último estudio sobre este animal tiene que ver con su poderoso mordisco.
Las ranas modernas confían en su lengua para atontar y capturar los insectos de los que se alimentan, pero no tienen una mordedura especialmente fuerte con una única salvedad, las ranas del género Ceratophrys, conocidas también como escuerzos o sapos cornudos.
Los escuerzos tienen un aspecto que recuerda un poco al mítico Pac-Man, con un cuerpo cómicamente esférico y una boca desproporcionadamente grande. Pese a su aspecto no tienen nada de divertido. Son anfibios muy agresivos, dotados de colmillos en la boca, y con una mordedura tan potente que les permite atrapar y devorar a animales casi de su mismo tamaño.
Lo que un equipo de investigadores de la Universidad de Adelaida ha descubierto, es que la extinta rana demonio era un pariente lejano de los Ceratophrys. De hecho, comparte con estos su forma esférica y su temible mordedura, solo que unos cuantos niveles por encima.
La boca de ls escuerzos actuales pueden llegar a medir alrededor de 4,5 centímetros de ancho. En pruebas de laboratorio, los investigadres han medido que su mordisco ejerce una presión de alrededor de 3 kilos. Las especies más grandes de escuerzo tienen bocas de unos 10 cm de ancho y ejercen una fuerza de unos 50 kilos con sus mandíbulas.
La Beelzebufo ampinga tenía el tamaño de una pelota de playa y una boca que excedía los 16 centímetros de anchura. Extrapolando esas características, se calcula que la fuerza de su mordisco era de 225 kilos, comparable a la de las actuales tortugas toro, y más que suficiente como para arrancar miembros de dinosaurio de su mismo tamaño. [Scientific Reports vía Science Alert]