Eso sí, más allá del tipo de juego, esta versión de The Witcher permitía al jugador crear su propio personaje y darle el aspecto y características deseadas (vamos, como Diablo), en lugar de simplemente hacerle jugar y vivir la historia de Geralt de Rivia. El famoso brujo, en cambio, sería un personaje del juego que ayudaría en ciertas ocasiones al jugador.

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Afortunadamente, CD Projekt RED cambió sus planes y lo que vimos en el año 2007 fue muy diferente. Un título que si bien no terminó de definir su jugabilidad hasta su secuela, The Witcher 2: Assassins of Kings, si que nos ha narrado una historia maravillosa en tres entregas.

Y ahora, The Witcher 3: Wild Hunt es su obra maestra, con un mundo abierto espectacular y muchísimas misiones e historias por completar, además de ese maravilloso diseño de personajes y escenarios que no deja de maravillarnos. [Ryszard Chojnowski vía Kotaku]

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