Lo anunciábamos hace unas semanas. Una vasta región de la Antártida estaba a punto de colapsar y liberar un iceberg de proporciones gigantescas, tanto, como dos veces el tamaño de Luxemburgo o el volumen del lago Erie (de los más grandes de Estados Unidos). Hoy esta noticia tan apocalíptica es una realidad.
A comienzos del mes de junio se descubrió que la grieta del iceberg de más de 6.000 kilómetros cuadrados y 350 metros de grosor (más o menos tres veces el tamaño de la isla de Tenerife) estaba a 13 kilómetros de alcanzar el mar. Cuando llegara, liberaría la colosal masa.
Ese momento ha llegado liberando un segmento de la plataforma Larsen C de la barrera de hielo Larsen. Los investigadores dicen que la ruptura ha tenido lugar en algún momento entre el lunes y la madrugada de hoy, un hallazgo a través del satélite aqua MODIS de la NASA. Según Anna Hogg, científica de la Universidad de Leeds, el iceberg muy probablemente se denomine como A68:
Estamos ante un evento muy importante sólo por el tamaño de la grieta de hielo que tenemos ahora mismo a la deriva. Creemos que es uno de los 10 icebergs más grandes jamás registrados.
¿Qué ocurrirá a partir de ahora? Las primeras claves las ofrece Adrian Luckman, profesor de glaciología en la Universidad de Swansea y líder del proyecto británico Midas que se centra en el estado de la plataforma de hielo:
Al final no ha sido una simple ruptura. Ahora vemos que es un gran iceberg. Es probable que se rompa en pedazos más pequeños a medida que pase el tiempo, pero hay que esperar.
A diferencia de las capas delgadas de hielo marino, las plataformas de hielo son masas flotantes con cientos de metros de espesor que están unidas a enormes capas de hielo. Estas plataformas actúan como contrafuertes, deteniéndose y frenando el movimiento hacia el mar de los glaciares que las alimentan.
Con todo, si bien el nacimiento de este enorme iceberg podría parecer dramático, los expertos dicen que por sí solo no elevará el nivel del mar. Según Hogg:
Es como el cubo de hielo en la ginebra y la tónica, ya está flotando y si se derrite no cambia por mucho el volumen del agua en el vaso.
Sea como fuere, el iceberg recién nacido ahora está a merced de las corrientes oceánicas. Podría durar décadas, dependiendo de si entra en aguas más cálidas o contacta con otros icebergs. Mientras, los estudios se enfocarán en averiguar como afecta el fenómeno a la estabilidad de Larsen. Si lo juntamos al retroceso de los glaciares en la zona, la rotura de la placa podría ser el comienzo de un deterioro importante en toda la región. [The Guardian]