Dicen que tienes hasta cuatro veces más probabilidades de ser alcanzado por un rayo que de ganar la lotería. Aparentemente, esto nunca fue así para Stefan Mandel, el economista que logró hacerse hasta 14 veces con el premio de la lotería. Esta fue su historia (y su fórmula).
Su relato comenzó en la década de 1960 y se extendió hasta la de 1990. Mandel creció en la era comunista de Rumania, donde una gran parte de la población vivía sumida en la pobreza bajo el control soviético. Por eso es muy posible que el fruto de su éxito llegara de forma forzada: no había muchas maneras de ganarse la vida honestamente, al menos, no fuera de la ley.
Bajo este escenario, Mandel se encontraba luchando por mantener a su esposa y sus dos hijos con un salario equivalente a menos 90 dólares al mes. A punto de tirar la toalla, encontró lo que parecía una vía de escape: un algoritmo que le garantizaría un premio de lotería.
Mientras estaba trabajando como economista para el consorcio minero rumano, se le había ocurrido la idea de superar las probabilidades de la lotería. Mandel quería encontrar una manera segura de ganarla, así que durante varias semanas se pasó noches sin dormir hasta que descubrió una fórmula matemática perfecta que podría predecir 5 de 6 números ganadores. La lotería era, tal y como Mandel lo vio, “mi boleto para salir del país”.
El economista decía que “las matemáticas aplicadas adecuadamente pueden garantizar una fortuna”. El inicio de Mandel era simple: se dio cuenta de que la clave para abrirse camino hacia una ganancia de la lotería era identificar los premios acumulados que se habían vuelto tres veces más grandes que el número total potencial de combinaciones ganadoras.
Por tanto, para una lotería que requería que los participantes elijan seis números que van del 1 al 40, por ejemplo, hay una posible combinación ganadora de 3.838.380. Bajo este escenario, Mandel esperaría hasta que el premio mayor aumentara a tres veces esa cantidad.
El razonamiento era simple: si los boletos costaban 1 dólar cada uno (en el momento y en las loterías a las que Mandel se dirigía), entonces podría comprar un boleto para cada combinación y entregar el que ganó el bote mayor para ganar el doble de la cantidad de dinero que gastó en los boletos.
Por supuesto, siguiendo este método no ganó el doble del dinero porque Mandel tenía que cubrir los gastos generales, lo que requería que el premio mayor fuera tres veces el número total de posibles combinaciones ganadoras para que él obtuviera una ganancia.
Precisamente, los gastos generales y la logística fue donde el esquema de Mandel se complicó, incluso si la idea matemática subyacente era aparentemente simple.
Después de identificar una lotería con las combinaciones ganadoras correctas para la proporción del bote mayor, el economista reunió a un grupo de inversionistas para que cada uno contribuyera con una cantidad relativamente pequeña (unos pocos miles de dólares cada uno).
Con el dinero de los inversionistas, Mandel imprimiría millones de boletos con cada combinación (algo que se podía hacer entonces), y luego los llevaría a los concesionarios de lotería autorizados para comprarlos e ingresarlos.
Luego, una vez que se produce una combinación, las ganancias se repartírían entre Mandel y los inversores.
El hombre primero probó su esquema en Rumania con un grupo de amigos. El tiempo libre que había pasado estudiando matemáticas teóricas dio sus frutos y ganó alrededor de 19 mil dólares, lo suficiente para sobornar a funcionarios del gobierno para que lo dejaran salir del país y comenzar una nueva vida en Occidente.
De ahí dio el gran salto: Estados Unidos y Australia en los años 70 y 80.
Por supuesto, la trama, ahora más grande que nunca, tenía sus desventajas. Originalmente, Mandel tenía que escribir todas las combinaciones a mano, lo que aumentaba considerablemente las posibilidades de un error humano. El premio gordo rumano también había sido relativamente pequeño: después de pagar a todos sus inversores, solo se embolsó unos 4.000 dólares para él.
Por tanto, en general los márgenes de Mandel no eran muy grandes. Por ejemplo, después de una victoria en 1987, con un valor de algo más de un millón, pagó a los inversionistas e impuestos y se quedó con “solo” 97.000 dólares para él.
En cualquier caso, cuando llegó a Australia, lugar donde se estableció, pudo perfeccionar su sistema. El desarrollo de los equipos informáticos en la década de 1980 simplificó enormemente todo el proceso del economista. En lugar de rellenar los boletos a mano, simplemente podía dejar que las máquinas hicieran el trabajo.
Mandel logró reunir a un sólido grupo de inversores mientras estaba constantemente atento a los premios que cumplieran con los requisitos. A lo largo de la década de 1980, el “sindicato de la lotería” que creó con sede en Australia alcanzó 12 jackpots (los botes más grandes) y obtuvo más de 400.000 dólares en otras ganancias antes de atraer la atención de las autoridades, quienes posteriormente cambiaron las leyes de lotería para evitar futuras manipulaciones del sistema.
Sin embargo, el mayor truco del economista aún estaba por llegar. Apoyado por esa red internacional de conspiradores que había formado, en febrero de 1992 decidió aplicar su sistema a la lotería estatal de Virginia (Estados Unidos), que había alcanzado un premio mayor de más de 27 millones.
El hombre que tenía sobre el terreno, A. Alex, supervisó el procesamiento de 7 millones de boletos de más de 100 supermercados y estaciones de servicio en todo Virginia. Aunque los empleados de las tiendas se mostraron reacios a la cantidad total que se les pedía que procesaran, técnicamente no había nada ilegal en que un individuo comprara miles de boletos individuales, por lo que el plan siguió adelante.
El sistema de Stefan Mandel funcionó perfectamente y, el 16 de febrero de 1992, ganó el jackpot.
La gran suma atrajo el interés de los funcionarios del gobierno, y después de múltiples investigaciones, la CIA y el FBI declararon a Mandel inocente de cualquier delito. Al final, todo se redujo a un poco de suerte, algunas matemáticas y mucho trabajo de campo. Como decía el mismo Mandel, “cualquier estudiante de matemáticas de la escuela secundaria podría calcular las combinaciones”.
Con ello, él mismo recaudó más de 15 millones dólares (con más de 5 millones en gastos). Mientras tanto, se metió en problemas después de no pagar a los inversionistas y declararse en bancarrota. Además, también se involucró en varias estafas de inversión que lo llevaron a prisión durante 20 meses.
Con todo, Stefan Mandel había construido su propio sistema a la perfección y había ganado una fortuna para sí mismo.
Por cierto, los aspirantes a imitadores de hoy lo tienen muy difícil. Después de las aventuras de Mandel, las autoridades de la lotería de Estados Unidos cambiaron las reglas, haciendo que su esquema sea imposible de replicar. Nadie puede imprimirse sus propios boletos en casa y también está restringido el número de compras de boletos por persona.
En cuanto a Mandel, hoy vive “retirado” en una pequeña isla tropical en la costa de Australia. Les dejo los seis pasos de la “fórmula Mendel”:
1. Calcula el número total de combinaciones posibles. (Para una lotería que requiere que elijas seis números del 1 al 40, eso significa 3,838,380 combinaciones).
2. Encuentra loterías donde el premio mayor sea tres veces o más el número de combinaciones posibles.
3. Recauda dinero suficiente para pagar cada combinación. (Mandel reunió a 2.524 inversionistas para ganar la lotería de Virginia).
4. Imprime millones de entradas con cada combinación. (Esto solía ser legal. Ahora tendrías que comprar los boletos directamente en la tienda).
5. Entrega los boletos a los concesionarios autorizados de lotería.
6. Gana el dinero, pero no te olvides de pagar a tus inversores.