Lo inquietante del sistema es que se trata de una réplica de plástico que encaja perfectamente en la pieza luminosa que protege el lector de tarjetas legítimo. Tedesco sospechó del engaño por un ribete de pegamento alrededor de la pieza que probablemente hubiera pasado desapercibido a mucha gente. Bastó tirar fuertemente hacia afuera para extraer toda la pieza y descubrir el chip encargado de grabar los números de cualquier tarjeta que pase por el lector.

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La segunda parte de la trampa era una pequeña cámara camuflada sobre el teclado y encargada de capturar el número PIN de cada usuario cuando este lo teclee. Es difícil no caer en robos de información tan sofisticados como estos, pero un examen cuidadoso del cajero en estas vacaciones de verano nos puede ahorrar más de un disgusto. [vía Benjamin Tedesco]


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