Pasados otros 14 días, las cabezas volvieron a crecer y los científicos metieron de nuevo a las planarias en las placas de Petri. Ocurrió algo fascinante: tras una lección rápida de un día, las que habían sido decapitadas recordaron cómo encontrar la comida. Por el contrario, las planarias de control que no habían sido mutiladas no tuvieron suficiente con esa sesión de entrenamiento y tardaron más en aprender a encontrarla.

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Parece que las planarias no pierden todos sus recuerdos cuando les cortan la cabeza. Shomrat y Levin no están seguros de por qué ocurre, pero creen que los parásitos podrían estar almacenando sus recuerdos fuera del sistema nervioso central gracias a las cargas eléctricas que generan sus células en el sistema nervioso periférico. Otros científicos como Eva Jablonka, que estudia la evolución de los sistemas nerviosos en la Universidad de Tel Aviv, sospechan de la epigenética: la idea de que la expresión del ADN puede ser modificada por el comportamiento aprendido.

[Journal of Experimental Biology vía National Geographic]