
Desde que los seres humanos empezaron a meterse en tarros de metal y lanzarse al espacio, hay una cosa que todo el mundo quiere saber: ¿cómo hacen para ir al baño? Vale, puedes leer sobre cómo lo hacen y, para la mayoría de las personas, eso es suficiente. Pero no para mí. Quería vivir el proceso. Quería saberlo, pero saberlo de verdad.
En este caso, saberlo realmente significa cagar en una bolsa de plástico especial que está pegada a tu trasero. Así que eso es lo que hice.
Siempre supe que un día mi vida me llevaría a un punto así, en el que iba a estar de pie, sin pantalones, jadeando y luchando por defecar en una bolsa de plástico. Sin embargo, he de reconocer que estoy aliviado porque al menos ha sido una cosa voluntaria, así que al menos eso me hace tener un mejor recuerdo del experimento.
Hacer tus necesidades en una furgoneta
Antes de contar cómo fue la experiencia, es necesario hacer una descripción general de los sistemas de gestión de desechos del Módulo de Mando de la nave Apollo para que puedas comprender cómo eran los sistemas y los equipos que intentaba emular.
Lo cierto es que el manejo de los desechos fue algo así como una idea de último minuto del programa Apollo. Los ingenieros estaban bastante más preocupados por encontrar una manera de llegar a la Luna y regresar vivos. De hecho, la mayoría de los equipos y procedimientos fueron tomados directamente del programa Gemini, sobre todo el sistema de manejo de desechos sólidos, lo cuál explica por qué era tan básico y vulgar, y porque apenas estaba integrado en el resto de hardware del Módulo de Mando.
También es importante recordar dónde fueron empleados estos sistemas de gestión de desechos: en el interior del Módulo de Mando Apolo, una cápsula con forma de cono y un volumen interior de aproximadamente 66 metros cúbicos.

Para que te hagas a la idea, el área de carga de una camioneta Ford Econoline (arriba) es de aproximadamente 70 metros cúbicos, por lo que estamos hablando de tres hombres adultos compartiendo un área equivalente a la parte trasera de una Econoline repleta de todo tipo de equipo, incluidos tres grandes asientos, durante nueve días.
Vale, parte de ese tiempo dos de los astronautas estarían en el módulo de aterrizaje sobre la Luna, pero aún así, estás alrededor de una semana en ese reducido espacio, y ahí es donde los astronautas tenían que arreglárselas para “escaparse” e ir al baño.
Esta es el área de la que estábamos hablando:

La Apollo fue la primera nave espacial estadounidense con espacio suficiente para moverse un poco alrededor, pero aún así todo estaba bastante apretujado. Los tres asientos ocupaban gran parte del interior, pero el de en medio se podía plegar y el espacio quedaba dividido en dos zonas principales, delante y detrás de los asientos.
El área de gestión de residuos estaba aquí, y si retiramos los asientos se puede ver mejor:

Así que, en esa esquina debajo de los asientos, podías enchufar la unidad de recolección de orina (básicamente una pequeña taza conectada a una manguera en la que orinabas, y luego esa orina podía ser expulsada de la nave espacial) y hacer pis. Pero si querías hacer algo más... sustancioso, el proceso era muy diferente, y es en lo que nos vamos a centrar ahora.
El método para cagar como un astronauta Apolo es horriblemente simple: pegas una bolsa de plástico con un anillo adhesivo en el extremo de tu culo y la llenas con tus... ya sabes. Incluso había algunas fotos de ejemplo la mar de graciosas para explicar cómo había que hacerlo, como ésta:

En serio, esta fotografía tiene que ser una de las mejores fotografías que haya financiado el gobierno de los Estados Unidos en toda su historia.
La bolsa, que fue fabricada por Whirlpool, era conocida como la Bolsa de Recolección Fecal del Apolo o el Dispositivo de Recolección de Defecaciones, y tenía otra serie de características que convertían su uso en una pesadilla.

Es posible que quizás no te hayas dado cuenta, pero en la imagen de arriba verás que el modelo tiene dos dedos metidos dentro de un pequeño bolsillo; eso es para ayudar a eliminar ciertos trozos de heces pegados al culo, ya que en gravedad cero, no puedes confiar en que la caca vaya a caer como es debido.
El dispositivo de recolección también incluía un paquete de líquido antibacteriano que se vertía en la bolsa, y que luego había que amasar, de forma asquerosa, para mezclarlo bien con tu subproducto. Después la bolsa se sellaba, se metía dentro de otra bolsa y se guardaba.
Usar estas bolsas no era para nada sencillo. Los astronautas descubrieron que el proceso de hacer caca en una de esas cosas, con el culo al aire en un rincón del Centro de Mando y en gravedad cero, se convirtió en una experiencia miserable que les llevaba hasta 45 minutos.
Así lo describe la página web de la NASA:
El sistema de recolección fecal presentó un conjunto de problemas aún más desagradables. El proceso de recolección requería de una extraordinaria habilidad para evitar que escapasen las heces de la bolsa de recolección y se ensuciase la tripulación, su ropa o la superficie de la cabina.
Además, el proceso de recolección fecal consumía mucho tiempo debido al nivel de dificultad que involucraba el uso del sistema. Un astronauta del Apollo 7 calculó el tiempo necesario para realizar esta tarea correctamente: 45 minutos. La correcta colocación de las bolsas fecales era algo difícil de lograr; esto se complicó aún más por el hecho de que la tapa en la parte posterior del aparato tenía una abertura que era demasiado pequeña para colocar las bolsas con facilidad.
Incluso se han registrado casos de trozos de caca errantes que se escaparon y deambularon por la nave. Esta es parte de la transcripción del Apolo 10, que sirvió como ensayo general para el aterrizaje lunar del Apollo 11:
Cernan: “¿De dónde ha venido eso?”
Stafford: “Tráeme una servilleta rápido. Hay una mierda flotando en el aire”.
Young: “Yo no lo hice. No es una de los mías”.
Cernan: “No creo que sea una de los míos”.
Stafford: “La mía era algo más pegajosa que eso. Tíralo a la basura.
Young: “Oh dios todopoderoso” (risas)
Así que, como puedes ver, hacer caca en el espacio durante las misiones Apollo era horrible. Por eso necesitaba tratar de hacerlo yo mismo, para poder sentir su dolor y entender mejor a estos astronautas.
Me puse en contacto con Whirlpool para testear la muy, muy remota posibilidad de que todavía tuvieran algún dispositivo de recolección de heces por ahí guardado. La persona con la que hablé por teléfono parecía estar dispuesta a ayudarme con la investigación hasta que tontamente dejé escapar que estaba interesado en probar una.
Whirlpool nunca volvió a contactar conmigo.
No importa. Si hay una pieza del hardware de la era de Apolo que tengo posibilidades de replicar en mi propio taller, es ésta. Así que me propuse replicar con la mayor exactitud posible la bolsa de recolección fecal, y creo que lo conseguí.

Mi bolsa tenía aproximadamente las mismas dimensiones que la original. La fabriqué con una bolsa de congelados Ziploc de 4 litros y un poco de cartón reforzado para formar el anillo de adhesión. Aseguré el anillo a la bolsa con cinta adhesiva (blanca, porque así parecía algo más... médica), y usé cinta de doble cara para hacer el anillo adhesivo.

Con el fin de tratar de comprender las agobiantes condiciones de los astronautas y poder limpiar todo fácilmente en caso de desastre, realicé mi experimento en el extremo de mi bañera. De acuerdo con el procedimiento establecido por los astronautas de la NASA, me desvestí.
Usando la bolsa
Por mucho que quisiera simular la gravedad cero, simplemente no había forma alguna de hacerlo. No teníamos el presupuesto para alquilar uno de esos vuelos parabólicos solo para ponerme a cagar en una bolsa, por lo que esta evaluación no va a ser 100% precisa por la presencia de gravedad. Intenté colocarme en ciertos ángulos extraños, pero no se cuán efectivo fue.
Poner el dispositivo o “instalarlo” fue bastante fácil, ya que la cinta de la bolsa proporcionaba una adherencia más fuerte de lo esperado y formó lo que parecía ser un cierre hermético alrededor de mi culo. La sensación de tener esa enorme bolsa colgando sobre mi trasero me hizo sentir un poco como una avispa o algún otro insecto del estilo. Es una sensación extraña.
Con todo en su sitio, ya solo quedaba usar la bolsa. A pesar de que me esperé a tener muchas ganas, hacer caca lejos del asiento váter, desnudo, sobre una bañera con una bolsa colgando del culo, no es una tarea sencilla.
Cualquier rincón del sentido común que te queda te dice que no hagas caca lejos de un váter o de una letrina. Realmente, puedes sentir el peso de siglos de civilización y a tus ancestros susurrando un complicado conjunto de reglas que te dicen dónde puedes o no puedes cagar. Hacerlo así hasta parece algo transgresor.
A pesar de todas las dificultades, con el tiempo, lo logré. Una vez que comenzó el proceso, se volvió algo profundamente desagradable. El sello no debía ser completamente hermético, porque me llegaban algunos olores fuertes y desagradables. Mis intestinos gozan de buena salud, pero las heces humanas, como probablemente te puedas imaginar, tienen un olor bastante horrible. No creo que esto sorprenda a nadie.
El proceso fue incómodo. Terminas medio en cuclillas, medio doblado, expulsando desechos dentro de la bolsa, y mientras lo haces, puedes sentir cómo tu dignidad se escapa junto con todos esos desperdicios.
Por suerte, la gravedad ayudó a minimizar el contacto de esos desechos con mi cuerpo después de que salieran de mi trasero, pero puedo entender perfectamente cómo en una situación de gravedad cero esto se pueda convertir en un problema.
Pronto llené la mayor cantidad de la bolsa que me fue humanamente posible, lo cual que me llevó a la Fase 2: la extracción de la bolsa. Fue en esta etapa cuando me di cuenta de que me había un factor muy importante, y que no recuerdo haber oído mencionar a los astronautas...
El pelo...
Me hice una especie de ingles brasileñas al quitar la bolsa. Tal vez las bolsas que usaron en el espacio tengan adhesivos menos fuertes, o tal vez los astronautas se afeiten ciertas zonas que la gente desconoce. Todo lo que sé es que el pelo que tenía en la parte posterior de mis muslos y cerca de mi... —oh dios no puedo creerme que esté escribiendo esto— perineo fue arrancado de forma súbita y brutal al despegar la bolsa de excrementos.
La bolsa en realidad quedó muy bien sellada al doblar el anillo sobre sí mismo, así que al menos no hubo fugas fecales. Al igual que hacían los astronautas, me obligué a fingir que había echado una solución antibacteriana sobre la bolsa y amasé las heces para mezclarlas con ella.
Estaba caliente. Sé que no debería resultar tan sorprendente, pero esta calidez fue posiblemente la parte más inquietante de todo el experimento. Fue algo profundamente repugnante de hacer. También me gustaría mencionar que le prometí a nuestro Editor en Jefe, Patrick George, que no publicaría ninguna foto posterior de la bolsa fecal, pero me gustaría decir que si hay alguna duda sobre si realicé o no este repugnante experimento, tales fotos quizás salgan a la luz. En serio, no quieres ver esas fotos.

Tratar de hacer caca como un astronauta del Apolo es una experiencia absolutamente terrorífica. Y ni siquiera tuve que hacerlo en gravedad cero con dos compañeros de trabajo a un metro de distancia tratando de fingir que no hay un hombre desnudo resoplando, jadeando y cagando en una bolsa flotante justo a su lado.
Y, sin embargo, los astronautas de la misión Apolo soportaron esto y lograron pilotar su nave, aterrizar en la luna, y ponerse a hacer sus experimentos. Héroes.
Los modernos inodoros de las naves espaciales, como el de la EEI, son mucho mejores que las absurdas bolsas de las misiones Apolo. Pero el hecho de que este invento de pesadilla funcionase, lo convierte en uno más de los múltiples triunfos del programa Apollo. Al término de este artículo tan solo espero que esta sea la última vez que tenga que hacer caca con una bolsa de plástico pegada al culo.