A veces las cosas más pequeñas e insignificantes acaban teniendo una importancia histórica. Que se lo digan a los astronautas de la misión Apolo 10. Claramente, aquella misión supuso un antes y un después en algunas cuestiones muy humanas. Y todo por culpa de una caca flotando.
Si algo quedó claro tras la misión era que no se había hablado lo suficiente de algunos temas. Los astronautas podían ser los tipos mejor preparados para ir al espacio, pero jamás fueron instruidos sobre la aparición de una nueva criatura en el interior del módulo. Aquella mierda supuso el inicio de una serie de cambios que este año comenzarán a implementarse.
Charlie Brown y el objeto flotante no identificado
El 18 de mayo de 1969 se lanzaba la misión Apolo 10, el cuarto vuelo tripulado del programa Apolo. El comandante al mando sería el astronauta Thomas Stafford, acompañado de John W. Young y Eugene A. Cernan.
En realidad la misión fue una combinación de las dos anteriores, ya que se situó por primera vez el módulo lunar en una órbita próxima a la Luna, y se realizaron allí las maniobras necesarias que ya se habían efectuado en órbita alrededor de la Tierra.
La misión se recuerda, entre otras cosas, porque durante la segunda y última vuelta a la Luna el módulo lunar perdió el control, aunque se recuperó poco después. Tras finalizar esta maniobra se abandonó el módulo lunar, el cual fue lanzado en órbita alrededor del Sol, y tras embarcar en el módulo de mando Charlie Brown para dirigirse a la Tierra.
Fue histórico en muchos sentidos. En primer lugar porque la misión supuso el ensayo final del descenso a la Luna, realizándose multitud de fotografías de las zonas de alunizaje en las 31 órbitas que realizó a la misma.
En segundo lugar y quizás menos conocido. Porque desde entonces se ha tratado de resolver un problema de vital importancia en el espacio: mejorar la forma de hacer caca en el espacio.
Existieron dos momentos “clave” durante la misión Apolo 10, aunque nadie supo nada hasta que los protagonistas regresaron y pudieron confirmar las transcripciones. Entonces supimos de los reflejos de Stafford en microgravedad, de una servilleta, de la miradas de incredulidad y culpabilidad e incluso de la investigación, en relación a la consistencia, del dueño del elemento flotante. Esta fue la histórica transcripción:
- Dijeron que el 135. Nos dijeron que ... Aquí hay otro maldita caca. ¿Qué pasa con ustedes? Aquí, dame una… (Risas)
- A ver, si fuera mía seguramente sabría que estaba cagando en el suelo.
- ¿Estaba flotando?
- Sí.
- (Risas) La mía era más pegajosa que eso.
- La mía también. Y se fue a esa bolsa.
- Oh - ¿Quién lo hizo?
- ¿Quién hizo qué?
- ¿Quién lo hizo? (Risas)
- ¿De donde vino eso?
- Dame una servilleta rápido. Hay una caca que está flotando.
- Yo no lo hice. No es uno de los míos.
- No creo que sea uno de los míos.
- El mío era un poco más pegajoso que eso. Por favor, tira eso lejos.
- Dios mío.
Cuando los astronautas de la NASA regresaron a la Tierra y contaron lo sucedido los ingenieros comenzaron a buscar soluciones. Aquella fue la primera caca oficial flotando en el espacio, al menos la primera que se hizo pública. Un excremento flotando no suponía ningún problema, pero debían asegurarse de que los siguientes viajes espaciales mejorarían la vida de los propios astronautas y con ello la de las misiones.
El desafío de la caca espacial
Han pasado casi 50 años desde aquella escena en el espacio, pero la cuestión del “baño” espacial todavía no está resuelta del todo. Dentro de un satélite habitable, como la misma Estación Espacial Internacional, los baños con ventiladores generan succión y recogen y descargan desechos sólidos que pueden incinerarse en la atmósfera como “estrellas fugaces”. En cambio, durante un lanzamiento de cohetes o caminatas espaciales los pañales para adultos siguen siendo la mejor tecnología disponible.
Obviamente disponible no es ideal. De hecho la NASA ya había mostrado su preocupación a este tipo de pañales, ya que pueden representar un riesgo de irritación o infección cuando los astronautas están confinados en sus trajes durante largos períodos de tiempo.
Así fue como hace unos meses surgió una iniciativa en preparación para expediciones como la misión Orion, la cual podría enviar astronautas al espacio más allá de la luna. Si desde lo ocurrido en el Apolo 10 no habían conseguido grandes mejoras, ahora estaban dispuestas a encontrar una solución a los trajes espaciales para que pudieran contener fecales, orina y desperdicios menstruales durante largos períodos de tiempo. El nombre: Space Poop Challenge.
Se trataba de un desafío liderado por HeroX con el apoyo de la NASA. Durante 60 días, 19.000 inventores presentaron hasta 5.000 posibles soluciones poniendo el foco sobre la caca en el espacio. Hace unas semanas se publicaron los resultados. El ganador fue Thatcher R. Cardon, un médico y oficial en la Fuerza Aérea de Estados Unidos.
El diseño de dos partes de Cardon dependía de una máquina que llamó el puerto de acceso perineal. Este puerto de acceso cubriría una zona del astronauta llamada perineo, la zona de la entrepierna por debajo del coxis y hacia delante. El puerto era una especie de dos aletas y una pequeña válvula, como una pequeña esclusa para expulsar residuos del traje sin perder el preciado suministro de oxígeno.
Cardon se llevó 15 mil dólares por su diseño y ahora la NASA espera implementar su trabajo (y el de los otros dos concursantes que quedaron en segundo y tercer lugar) junto a los aspectos del diseño para desarrollar futuros sistemas de gestión de residuos para su uso en los trajes.
Ha pasado casi medio siglo desde que aquel objeto flotante no identificado hiciera su épica aparición. Hoy más que nunca su importancia queda reflejada en el trabajo de la agencia espacial por mejorar los temidos “apretones” espaciales. [Reddit, NASA, Wikipedia, SpacePoop]