La vida de una estatuilla de los Oscar está llena de contrastes. Todos los años en los meses previos a la ceremonia se especula sobre quién la ganará, se muestran innumerables grabaciones del Oscar en primer plano y, finalmente, se publican fotos de los ganadores, sus nuevos dueños.
¿Y luego? Nada. Se deja de hablar de los Oscar hasta unos meses después, cuando el ciclo empieza de nuevo.
Sin embargo, la vida e historia de algunas de las estatuillas es larga y curiosa, y merece un poco más atención que los meses que le dedicamos cada año. ¿Qué creen que tiene que ver un mexicano desnudo, un tío llamado Oscar y el gallinero de Russell Crowe?
Un Oscar inspirado por un Emilio
Poco después de su creación en el año 1927, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas se puso a trabajar en una de sus metas: el reconocimiento de un trabajo excepcional en el cine. Para ello, decidieron otorgar unos premios anuales los cuales necesitaban un “trofeo majestuoso”.
Ahí es donde entra el misterio. Algunos dicen que Cedric Gibbons, el director artístico de la Academia, escogió al mexicano Emilio Fernández, un actor y director, para inspirar la estatuilla. La leyenda dice que Fernández posó desnudo y con una espada (la estatuilla es un hombre sosteniendo una espada) para ayudar a diseñar el trofeo.
Charles Ramirez Berg, profesor de estudios de cine en la Universidad de Texas, dice que la leyenda puede ser verdad.
“(Emilio) tenía una complexión atlética y, bueno, se parecía mucho a Oscar” comenta.
El misterio del tío Oscar
Ahora que sabemos que el Oscar no fue inspirado por alguien llamado Oscar, surge otra pregunta: ¿Por qué las estatuillas se llaman así? Esta parte de la historia también está envuelta en misterio. Aunque la Academia admite no saber el origen exacto del nombre, ha llegado a aceptar una historia como verdad.
Oficialmente, la estatuilla se llama el Premio de Mérito de la Academia. Sin embargo, se dice que cuando una bibliotecaria vió el premio por primera vez, comentó que se parecía a su tío Oscar. La Academia adoptó el nombre en 1939, pero para entonces varios ya se referían al premio como “el Oscar”.
Por un tiempo, los Oscar se hacían de yeso
En tiempos difíciles, todos tenemos que hacer sacrificios, hasta los Oscar. Aunque las estatuillas siempre se han hecho de bronce y bañadas con oro de 24 quilates, se tuvieron que fabricar con yeso durante la Segunda Guerra Mundial debido a la escasez de metal. Después de la guerra, la Academia permitió que los ganadores cambiaran sus estatuillas de yeso por unas de oro y bronce.
¿Qué pasa con los Oscars perdidos o robados?
Otra curiosidad es lo que ha pasado con los Oscars perdidos o robados. En muchas ocasiones, los Oscars perdidos siguen perdidos (Angelina Jolie asegura que no perdió su Oscar, solo que no sabe dónde está). El caso de los robados es más interesante. Por alguna razón, siempre los encuentran en lugares extraños.
En 2002, el Oscar de la actriz Whoopi Goldberg fue robado después de que lo mandase a limpiar. Cuando abrió la caja en la que supuestamente estaba su Oscar, estaba vacía. Fue encontrado en una papelera en Canadá.
Otro caso fue el de Bing Crosby en 1972. El Oscar de Crosby estaba en exhibición en su universidad cuando un estudiante lo reemplazó con una figura de Mickey Mouse. El premio fue encontrado por un cura unos días después en la capilla de la universidad.
La vida de los Oscars después de la ceremonia
Terminamos con una pregunta que todos nos hemos hecho: ¿Qué pasa con los Oscar después de la ceremonia? La respuesta corta: depende, pero algunos sí que tienen una vida interesante.
Esto se debe a que algunos actores a menudo no saben dónde poner su premio. A Jennifer Lawrence, por ejemplo, no le gustaba tener su Oscar en casa. Su estatuilla vive actualmente encima del piano en la casa de su madre.
Otros actores, como Kate Winslet y Emma Thompson, guardan su Oscar en el baño. El premio por el lugar más interesante para su Oscar probablemente se lo lleva Russell Crowe, que guarda el premio en su gallinero.
Durante la historia de los premios se han repartido miles de estatuillas, así que conocer el destino de todas probablemente sea una misión imposible. No conocer a fondo la historia, posiblemente, forme parte de la magia. Al final, algunas de las mejores son las que nos mantienen con la intriga.