Banksy es toda una leyenda en el mundo del grafiti, y una de las razones de ello es el misterio de su identidad real. Dos científicos de la Universidad Queen Mary de Londres decidieron usar a Banksy para probar una nueva técnica que predice ataques terroristas. Sus conclusiones aún no han podido publicarse debido a los abogados del artista.
Banksy es el pseudónimo de un artista callejero del que no se conoce su identidad real. Se cree que nació en 1975 en Bristol, y que es un varón rubio, pero aparte de esos datos proporcionados por los pocos periodistas que le han entrevistado en persona, no se sabe más. De hecho, las personas entrevistadas podrían ser solo un señuelo enviado por el artista, y no falta quien dice que Banksy es un colectivo de grafiteros.
A Banksy le encanta ese juego del gato y el ratón porque el anonimato es parte de su crítica al mundo del arte. Aparte de montar parques de atracciones contra Disney o ridiculizar a la NSA, el artista ha llegado a vender sus cotizadísimas obras por solo 60 dólares en un puesto callejero de Nueva York durante solo un día. Al siguiente costaban miles de dólares.
El equipo del Queen Mary de Londres estaba buscando como mejorar una herramienta comúnmente usada en criminología llamada perfil geográfico. Esta herramienta matemática analiza los escenarios donde ha actuado un criminal para tratar de localizar el lugar en el que reside. Steven Le Comber y su equipo han mejorado la herramienta y, para probar su efectividad, trataron de triangular la residencia de Banksy mediante las obras callejeras que se atribuyen al artista en Londres y Bristol.
Los investigadores no se molestaron mucho en clasificar los grafitis cronológicamente o en incluir solo los que realmente se atribuyen a Banksy y no a imitadores. A pesar de ello, la herramienta apuntó de forma inequívoca a la residencia de Robin Gunningham. Gunningham es uno de los principales sospechosos de ser el auténtico Banksy. Su nombre lleva sonando como la identidad secreta del artista desde 2008, aunque no es ni mucho menos el único.
Nadie ha confirmado si los investigadores han dado en el clavo o no, pero lo cierto es que el bufete de abogados del artista se ha puesto en contacto con la Universidad Queen Mary y han bloqueado la publicación del estudio. La razón no es que apunte oficialmente a Gunningham, sino el lenguaje utilizado.
La herramienta está orientada a su uso en criminología, concretamente está pensada para combatir el terrorismo. Los investigadores califican las obras de Banksy como “actos de terrorismo menor” y obviamente eso no ha gustado nada al artista.
El estudio está pendiente de corrección mientras los gabinetes legales discuten la terminología. De fondo está el debate sobre si la herramienta supondrá un peligro para la privacidad si se carga con datos distintos a los empleados para luchar contra el terrorismo. [Journal of Spatial Science vía BBC y Economist]
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