Probablemente ya hayas oído esta historia con tintes legendarios. Dos artistas escanean a escondidas un modelo 3D del busto de Nefertiti, y después lo distribuyen de forma gratuita para que cualquiera pueda imprimir una réplica perfecta de esta antigüedad de valor incalculable. ¿Qué hay de verdad en este curioso “robo” virtual?
Lo cierto es que, aunque la historia es el cóctel viral perfecto, también es cierta hasta cierto punto. En octubre de 2015, Nora Al-Badri y Jan Nikolai Nelles entraron en el prestigioso Neues Museum de Berlín y pasaron un escaner 3D a escondidas sobre el busto de la reina egipcia Nefertiti. Tres meses después, los artistas liberaron en Internet un modelo tridimensional prácticamente perfecto de esta valiosa estatua. Cualquiera con una impresora 3D y la habilidad necesaria puede, en teoría, fabricar su propia réplica perfecta a la que solo le falta la pintura.
El objetivo de los artistas era protestar por el hermetismo con el que los museos tratan estos documentos. Al-Badri y Nelles pedían que este tipo de trabajos sean hechos públicos para que cualquier artista o investigador pueda tener acceso a ellos. El New York Times se hizo eco de la historia, y la travesura pasó a formar parte del panteón de leyendas urbanas con moraleja en pro de la libre distribución de la cultura.
El problema de la historia es que el modelo 3D no se obtuvo del original, sino que muy probablemente se sustrajo de un modelo 3D previo (y privado) realizado por la empresa TrigonArt a petición del museo.
Para empezar, hay un problema con el escáner utilizado por los artistas. The Times explica que el dispositivo con el que Al-Badri y Nelles capturaron la escultura es un sensor Kinect modificado y oculto bajo la ropa, pero el periférico de la Xbox no tiene ni de lejos la resolución suficiente como para obtener una imagen 3D de tanta calidad.
Una entrevista posterior a Al-Badri concedida a All Things 3D revela que el artista tiene un conocimiento muy superficial de cómo funcionan los escáneres 3D, y su historia parece más digna de una película de espías que de una acción artística de protesta. Según Al-Badri, el dispositivo se lo entregó una tercera persona a la que no ha querido nombrar y que ya no se encuentra en Europa. Ese contacto misterioso no solo se encargó de suministrar el dispositivo, sino que fue el que entregó a los artistas el modelo 3D de Nefertiti después de procesarlo por su cuenta.
El especialista en 3D Cosmo Wenman ha comparado el archivo supuestamente escaneado por los artistas y coincide casi punto por punto con un modelo 3D que la empresa TrigonArt realizó para el propio Neues Museum.
TrigonArt invirtió semanas en realizar su escaneo mediante cámaras, trípodes e iluminación especial, y es virtualmente imposible que dos artistas con un Kinect bajo la chaqueta (y probablemente muchos nervios) obtengan el mismo resultado. Desde la compañía no han querido entrar a valorar el incidente, aunque todo apunta a que una copia del archivo con el modelo 3D legítimo, actualmente propiedad del museo, cambió de manos en algún momento.
El detalle quita bastante romanticismo a la gesta de Nora Al-Badri y Jan Nikolai Nelles, y los deja como dos víctimas más en un elaborado engaño en el que lo que se robó no fue una antigüedad de hace más de 3.300 años, sino el trabajo de una empresa de escaneo de obras de arte. Sin embargo, eso no quita que su reivindicación siga siendo legítima hasta cierto punto. Los museos quizá debieran comenzar a liberar los modelos 3D de estas obras y dejar de hablar de preocupación por las falsificaciones cuando de lo que hablan es de monetizar sus propias réplicas exclusivas. [vía New York Times, Cosmo Wenman e Hiperallergic]
Fotos: TrigonArt
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