La llama que surge de la roca tras una cascada en el Parque Chesnut Ridge, en el estado de Nueva York, es digna de una novela de fantasía épica. Investigadores del Instituto Nacional de Vulcanología de Roma han logrado determinar ya su origen. Es natural, y procede de un depósito de gas a 400 metros de profundidad.
La llama, de unos 20 centímetros de altura, consume un kilogramo de gases diarios. En su mayor parte es metano, pero también exhibe altas concentraciones de etano y propano. Las llamas eternas son pequeños géiseres de gases inflamables que llegan a la superficie a través de grietas que se producen por fracturas naturales en las placas tectónicas. La ignición del gas es casual y puede deberse a la electricidad atmosférica de una tormenta, a propiedades piezoeléctricas de algunas rocas o a la propia acción del hombre.
En el mundo existen muchas otras llamas eternas naturales, pero esta, localizada en el condado de Erie, en Nueva York, tiene una particular belleza fantasmal.
Foto: Sarah Johnson, bajo licencia Creative Commons