
Los humanos vemos dos ojos y una nariz, o algo muy parecido al rostro humano, en todo tipo de cosas. No es nuevo y, de hecho, se conoce como pareidolia facial. Ahora un nuevo estudio nos da una idea de lo que realmente pasa en el cerebro cuando esto sucede.
Los investigadores cuentan en su trabajo publicado en Proceedings of the Royal Society que querían saber si el cerebro procesa estos rostros imaginarios de la misma manera que los rostros humanos reales, y resulta que hay algunas similitudes en cómo los percibimos e interpretamos.
Según se lee en el estudio, sugieren que las caras falsas encontradas a través de la pareidolia se evalúan de la misma manera que lo haría una cara rea, como si el mismo circuito neuronal estuviera involucrado en descubrir qué está haciendo una cara, aunque sabemos que lo que estamos mirando no es una cara real.
Para el psicólogo David Alais, de la Universidad de Sydney en Australia:
Sabemos que estos objetos no son realmente caras, pero la percepción de un rostro perdura. Terminamos con algo extraño: una experiencia paralela de que es tanto un rostro convincente como un objeto. Dos cosas a la vez. La primera impresión de un rostro no da paso a la segunda percepción de un objeto.

Para llegar a esta conclusión pidieron a 17 voluntarios que observaran una serie de docenas de rostros ilusorios y humanos, repetidos varias veces, y luego calificaran la fuerza de la emoción en cada uno a través del mismo software.
Así fue como encontraron que los participantes estaban de acuerdo en su mayoría con las expresiones que mostraban los rostros de pareidolia, y ese sesgo se deslizó en función de la expresión del rostro anterior, algo que también hacemos con los rostros humanos. Este patrón también sucedió cuando se mezclaron rostros reales e ilusorios.
Dicho de otra forma, una sucesión de rostros felices nos hace más propensos a ver la siguiente como feliz también. Los resultados del estudio confirmando que el sesgo se da tanto en rostros reales como ilusorios sugiere que el cerebro los está procesando de manera similar y utilizando redes neuronales parecidas. Según Alais:
Los rostros de pareidolia no se descartan como detecciones falsas, sino que se someten a un análisis de expresión facial de la misma manera que los rostros reales. Necesitamos leer la identidad del rostro y discernir su expresión. ¿Son amigos o enemigos? ¿Están felices, tristes, enojados, dolidos?
El trabajo concluye recalcando la importancia de las expresiones faciales como comunicación social como la razón por la cual nuestros cerebros reconocen constantemente los rostros y evalúan sus expresiones. [Proceedings of the Royal Society vía ScienceAlert]