El domingo 18 de febrero tendrá lugar un nuevo lanzamiento de un Falcon 9. A bordo del cohete viajan los dos primeros satélites de la una red de 12.000 dispositivos diseñador para proveer de conexión a Internet a cada rincón del planeta. Bienvenidos a Starlink, el último proyecto de Elon Musk.
Cómo no podía ser menos viniendo del fundador de SpaceX, creador del Hyperloop y fabricante de lanzallamas, Starlink es un proyecto increíblemente ambicioso. La idea de Musk es poner en órbita una red de 12.000 pequeños satélites. 4.425 de ellos operarán a una altura de unos 1.125 kilómetros. Los más de 7.500 restantes operarán 320 kilómetros más arriba.
Todos ellos estarán conectados para formar una red de comunicacioens vía satélite capaz de emitir señal a antenas en Tierra, estén donde estén. Hasta aquí no estamos hablando de nada muy revolucionario. No se trata de una tecnología nueva, sino de meter un número de repetidores tan grande que permita llevar conexión a zonas que a día de hoy no la tienen. Musk también quiere evitar los problemas de latencia y baja velocidad de los servicios directos vía satélite. En definitiva, su intención es desarrollar un Internet vía satélite que realmente funcione a nivel global.
El objetivo de esta red también es todo lo prosaico que uno puede imaginar. Starlink no es una red de telecomunicaciones interestelar ni tiene un uso científico. La idea es hacer dinero mediante suscriptores al servicio. ¿Hay alguien dispuesto a apuntarse a este servicio? Pues lo cierto es que sí. Según proyecciones financieras a las que ha tenido acceso el Wall Street Journal, Musk y su equipo esperan tener 40 millones de suscriptores en todo el mundo para el año 2025. Teniendo en cuenta como ha vendido sus lanzallamas, no es una cifra tan disparatada.
Sin órbita geoestacionaria
Aunque los dos primeros satélites de esa flota de 12.000 suben a órbita este domingo, aún es muy pronto para buscar el folleto de tarifas de Starlink. Los dos satélites que se pondrán en órbita son prototipos destinados precisamente a solucionar los no pocos retos a los que se enfrenta el servicio.
El principal de estos retos es cómo lograr coordinar los satélites entre sí. Los dispositivos de Starlight no son geoestacionarios. En otras palabras, no describen siempre la misma órbita. Musk y su equipo tendrán que encontrar algún método para sincronizar los satélites de la red y, al mismo tiempo, lograr que las antenas en tierra sepan discriminar y seleccionar cuál es el mejor satélite al que conectarse en cada momento.
Finalmente, Musk necesita que le concedan permiso para operar una una banda determinada del espectro electromagnético. La compañía ya ha presentado las solicitudes pertinentes ante la FCC en Estados Unidos. El director de la FCC, Ajit Pai, se ha mostrado muy favorable a dar luz verde al proyecto, pero probablemente en otros países no lo tenga tan fácil.
Musk prevé que los primeros satélites de la red Starlink estén operativos en 2019. Justo a tiempo para competir con Oneweb, una compañía con un proyecto muy similar. De momento, los satélites prototipo no están recibiendo mucha publicidad. SpaceX quiere centrarse en la carga principal, un satélite español llamado Paz que será operado por el Ministerio de Defensa y varias compañías privadas. [Digital Trends vía The Verge]