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Volar gratis de por vida fue real durante un tiempo, hasta que estos hombres lo hicieron demasiado

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Principios de la década de los 80, American Airlines decide sacar un programa especial, un pase que cuesta 250 mil dólares y que permitía volar con sus aerolíneas de forma gratuita toda la vida. Si te estás preguntando por qué no existe todavía tal y como se creó, la culpa la tienen un par de tipos muy listos.

Posiblemente este relato fue uno de los errores más graves de la historia de las aerolíneas comerciales, uno cuyos costes resultaron millonarios. El programa se llamó AAirpass en 1981, y según el por entonces presidente de American Airlines, el señor Robert Crandall, fue originalmente concebido como “algo que las empresas comprarían para sus mejores empleados”.

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La compañía había pensado que el plan traería millones de dólares en ingresos en un período de tiempo muy corto, dinero fácil que haría crecer a la compañía. Además, se pensaba que los costes futuros sobre los clientes que usaran dichos pases serían insignificantes a la hora de absorberlos. Sin embargo, el alto coste del programa tuvo una respuesta menos entusiasta de la esperada y, al final, solo se vendieron 66 pases.

Según los términos (bastante flexibles) del contrato original, los clientes que los compraron tenían derecho a viajar gratis en primera clase a cualquier parte del mundo y se les otorgaba una especie de membresía vitalicia al denominado Admirals Club de American Airline, el cual otorga prioridad de abordaje, reserva el mismo día y acceso a salones en todo el mundo que ofrecen comida y bebida gratis para los miembros, las zonas VIPS actuales.

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¿Qué ocurrió? Que muchos de esos 66 miembros hicieron lo que muchos están pensando, y además estaban en su derecho: volar como si no hubiera mañana. “era como poseer una flota de aviones privados”, “un sábado muy divertido consistía en despertar temprano y volar a Detroit, alquilar un coche e ir a Ontario, almorzar y gastar 100 dólares comprando cosas canadienses y luego volver para cenar”, fueron algunos de los comentarios.

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Otros llegaban a “cruzar” el charco casi a diario, sin apenas tiempo de comer algo en, por ejemplo, Londres, y volver a montarse para ir a, por ejemplo, Nueva York. No sólo eso, algunos clientes encontraron formas de obtener todavía más de sus pases.

¿Cómo? Según los términos del acuerdo, los clientes también podían reclamar millas aéreas en todos los vuelos que realizaban, lo que permitía a aquellos que usaban el servicio frecuentemente acumular, literalmente, millones de millas aéreas en el espacio en tan solo unos pocos años, millas que podrían regalar a familiares y amigos o, en el caso de algunos clientes, y aquí vino la jugada: vender.

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Además, como AAirpass ofrecía viajes gratuitos ilimitados, la aerolínea se vio obligada a absorber todas las tarifas incurridas por los clientes al usarlas (incluidos los impuestos), lo que significa que los clientes podían reservar literalmente una docena de vuelos una docena de veces diferentes en un solo día.

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Aún hay más. American Airlines ofreció a los clientes la oportunidad de comprar un “pase de acompañante” a un precio de descuento (aproximadamente el 45% de descuento), que otorgaba los mismos beneficios a cualquier persona que el titular original deseara siempre que volaran juntos.

¿Qué ocurrió? Que los clientes que optaron por esta actualización en particular la utilizaron de maneras impresionantemente creativas, desde reservar un asiento vacío con un nombre falso para ganar más espacio en la ya espaciosa primera clase, hasta transportar a amigos y, a menudo, extraños al azar en todo el mundo de forma gratuita.

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Es más, hubo un caso muy nombrado en muchos medios, el de un tipo llamado Steven Rothstein, que a veces reservaba dos billetes por cada vuelo que tomaba solo para sorprender a la gente en el aeropuerto con una actualización gratuita de primera clase. Rothstein era todo un personaje, y en American Airlines no sabían donde meterse.

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Hacia el año 2006, un informe interno de la compañía filtrado exponía claramente que AAirpass le costaba más de un millón de dólares al año por cliente. Llegados a este punto, decidió actuar. Después de estudiar minuciosamente los contratos y hacer extensas investigaciones, American Airlines pudo revocar con éxito los pases de un puñado de clientes que habían “abusado” del sistema.

La mayoría de los “señalados” fueron aquellos que utilizaron sus pases para transportar a personas a través del país a cambio de una tarifa, o como en el caso de Steven Rothstein, quién llegó a reservar asientos vacíos para su maleta bajo el nombre de “Bag Rothstein”.

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Además, la compañía fue subiendo los precios paulatinamente hasta llegar a los 3 millones de dólares por pase. Poco después, eliminaron por completo la posibilidad. En la actualidad existen las tarifas prepago a un precio fijo y con descuento para los viajeros frecuentes. Se requiere un compromiso mínimo de 10.000 dólares por viajero al año. Y sí, los pases originales AAirpass existentes siguen siendo válidos, aunque no sabemos cuantos de los 66 siguen en activo. [Wikipedia, ScoopWhoop, LATimes]