
Durante más de 1.000 años, Tikal fue una de las ciudades más grandiosas del imperio Maya. Se estima que durante su auge, la urbe fue el hogar de más de 100.000 personas. Sin embargo, a mediados del siglo IX, los mayas abandonaron Tikal. El misterio de esa desaparición por fin tiene explicación.
Tikal no fue la única ciudad que los mayas abandonaron en esa época. Hacia el siglo octavo de nuestra era, otras ciudades importantes como Palenque, Copán o Calakmul sufrieron un destino similar. En todos los casos el abandono fue progresivo. La construcción de nuevos monumentos comienza a declinar, la población desciende, las dinastías colapsan... Hacia mediados del siglo IX, los habitantes de estas ciudades simplemente se van, dejando calles desiertas y edificios espectaculares que llevó cientos de años erigir. El misterio de ese abandono se conoce como el Colapso Maya y ha cautivado a los arqueólogos durante siglos. ¿Por qué se fueron? Existen más de 80 teorías al respecto. Algunos citan invasiones extranjeras por parte de otras tribus vecinas. Otros apuntan a razones económicas, concretamente al colapso de las rutas comerciales.
Las teorías más extendidas hablan de una devastadora cadena de sequías agravada por la agricultura intensiva que practicaban los mayas. La falta de agua y la deforestación salvaje condujo a un colapso ecológico que se tradujo en escasez, hambrunas y el declive de las estructuras de poder. El último hallazgo apoya este último escenario y añade un giro de guión dramático. Según un nuevo estudio publicado en Nature, los mayas de Tikal contaminaron sus propias reservas de agua hasta el punto de hacerlas tóxicas.
Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Cincinnati ha excavado en diez puntos diferentes correspondientes a los acuíferos de la ciudad. Después, han practicado análisis geoquímicos y de ADN sobre los sedimentos para determinar si hubo cambios en el agua en la época en la que los mayas abandonaron Tikal.

Hallaron dos cambios. El primero fue un notable auge de dos diferentes tipos de cianobacteria: Planktothrix y Microcystis. Este tipo de microalgas siempre estuvo presente en el agua, pero en el siglo IX experimentaron un pico descontrolado que probablemente hizo que el agua de las reservas de Tikal se volviera verdosa, con un aspecto, olor y sabor desagradables que la hacían no apta para el consumo humano.
El auge en la población de algas probablemente fue fruto de una sequía prolongada, pero no fue el único factor que contaminó las aguas de la ciudad hasta hacerlas tóxicas. El segundo factor fue un incremento en los niveles de mercurio.
Los investigadores analizaron todas las posibles causas naturales que pudieron haber aumentado las concentraciones de mercurio, desde la propia roca natural del lecho de los acuíferos hasta una contaminación externa producto de ceniza de un volcán. Tras intentar encontrar sin éxito una causa natural para este aumento en los niveles de mercurio, los autores del estudio se dieron cuenta que la explicación había estado a su alrededor todo el rato. Fueron los propios habitantes los que contaminaron sus aguas.
Los Mayas usaban pigmentos para embellecer sus edificios y monumentos. Uno de esos pigmentos era el cinabrio, un mineral cristalino de un vivo color rojo que en realidad es sulfuro de mercurio compuesto por un 15% de azufre y un 85% de mercurio y tóxico incluso al tacto. Los mayas probablemente sabían de la toxicidad del cinabrio y tomaban precauciones al emplearlo como pigmento, pero ignoraban que los frescos seguían siendo tóxicos después de secarse.
La hipótesis de los investigadores es que la lluvia fue arrastrando partículas de cinabrio de los pigmentos y acumulándolas en los acuíferos. De ahí pasaban al agua que bebían y también a los cultivos. Los habitantes de Tikal se fueron envenenando poco a poco y es probable que los problemas de salud afectaran más a las clases altas, cuyos palacios (y cocinas) lindaban precisamente con las reservas de agua.

La debilidad progresiva de las clases dirigentes y la toxicidad del agua probablemente fueron los factores decisivos que llevaron a los habitantes de la ciudad a abandonarla poco a poco hasta dejar solo una ruina entre la selva. La idea de los mayas contaminando su entorno hasta que les fue imposible vivir en él tiene una inquietante analogía con la época actual. La diferencia es que los mayas no sabían el efecto que el cinabrio tenía en su ecosistema. Nosotros sabemos perfectamente cómo estamos intoxicando nuestro planeta, y a muchos parece que les trae sin cuidado. [Nature vía Science Alert]