Parece el argumento de una película de terror, aunque de momento todavía no hemos visto a los astronautas teniendo que recurrir a lanzallamas improvisados. Científicos a bordo de la ISS acaban de encontrar una bacteria desconocida viviendo tan ricamente en las paredes exteriores del laboratorio en órbita.
El hallazgo ha tenido lugar al analizar pequeños bastoncillos de algodón con los que los astronautas toman muestras de las paredes de la estación para monitorizar su estado. El organismo, que aún no ha sido identificado ni catalogado, estaba en las zonas de sombra cerca de donde se acumulan los residuos de combustible de los módulos que llegan a la ISS y la ayudan a recuperar su órbita.
El veterano astronauta ruso Anton Shkaplerov ha explicado a la agencia TASS que las bacterias están siendo estudiadas ahora mismo en la ISS y que no parecen comportar ningún riesgo para la salud humana.
La pregunta obvia después de leer la noticia es ¿Estamos hablando de un organismo extraterrestre? La respuesta más probable es que no. Es cierto que aún no se ha identificado a la especie y que nadie sabe cómo ha llegado hasta allí, pero lo más probable es que sea un organismo de origen terrestre. De hecho, no es la primera vez que ocurre.
Los astronautas rusos llevan desde 2010 haciendo frotis a las paredes de la estación. En estos seis años ha aparecido de todo. Los hallazgos más raros pasan por plancton y un microbio especialmente raro que vive en el suelo de Madagascar.
¿Cómo diablos han llegado esas criaturas a la Estación Espacial Internacional y cómo es posible que sobrevivan en el vacío del espacio? No hay respuesta para ninguna de las dos preguntas. La ciencia solo tiene hipótesis para explicar cómo llegan estas bactrias al espacio. La más probable es que lo hagan a bordo de las propias naves humanas, aunque también se baraja la posibilidad de que lleguen directamente gracias a corrientes de aire capaces de alcanzar las capas más altas de la atmósfera. Otra hipótesis es que sean microorganismos de los que viven dentro de la propia estación (la ISS no es tan estéril como se cree) y que de alguna manera hayan logrado salir al exterior y establecer colonias.
Por supuesto, no se descarta que sea un organismo alienígena, pero las posibilidades son realmente pequeñas. La cuestión más relevante es averiguar qué cambios físicos y metabólicos experimentan esas bacterias para lograr adaptarse al espacio. Los datos que obtengamos serán cruciales no solo para mejorar nuestras posibilidades en viajes espaciales, sino para minimizar el impacto de infecciones en órbita durante estos viajes. [TASS vía Science Alert]